Lo último leído

sábado, 30 de julio de 2016

Manual para mujeres de la limpieza. Lucía Berlin



Manual para mujeres de la limpieza
Lucía Berlin

Procuro no presumir de lo que ignoro y la verdad es que, hasta ahora, desconocía completamente quién era Lucía Berlín. La descubrí al preparar la web en la que he colocado los libros recomendados para este verano.
Sobre todo me atrajo la anotación de la Directora Literaria de Alfaguara María Fasce y espero que a vosotros también os despierte el apetito de leerla:



La primera vez que leí Manual para mujeres de la limpieza, sin parar más que para comer, un fin de semana lluvioso hace dos años, en el manuscrito que la editorial Farrar Straus & Giroux preparaba para la edición, me emocioné por varios motivos. Porque me parecía increíble que esos cuentos dolorosos, hermosos y llenos de humor negro, hubieran pasado casi inadvertidos para sus contemporáneos (Berlin murió en 2004, el día de su cumpleaños), y porque en el mundo de la edición aún era posible hacer justicia y descubrir, en esta era de hipercomunicación mediática y globalización, un auténtico tesoro que estaba allí, como la carta robada de Poe.
Más de un año después, la publicación americana e inglesa daba pie a portadas de suplementos literarios (con las bellísimas fotos de esa mujer que lo había sido todo enfermera, mujer de la limpieza, maestra, alcohólica, cuentista magistral y el libro se alzaba como uno de los mejores libros del año en todos los medios. Siguieron las subastas por los derechos, y las grandes páginas de La Vanguardia y El País, que se adelantaban al fenómeno en España y ponían a Berlin al mismo nivel de Carver y Bukowski.
Me emociona ahora también descubriros este libro. Y os envidio: envidio ese momento mágico (¿podemos pasarnos años esperándolo?) en que empiezas a leer las primeras páginas y entiendes que estás ante un nuevo clásico.


Efectivamente, cuando lo lees te das cuenta que lo que escribe esta mujer tiene tanta fuerza que no puede ser únicamente fruto de su imaginación. A la fuerza eso lo tiene que haber vivido el que lo escribe.

Los consejos que da a las mujeres que han de dedicarse a trabajar de asistentas son de lo más original:



En cuanto me pongo a trabajar, antes de nada compruebo dónde están los relojes, los anillos, los bolsos de fiesta de lamé dorado. Luego, cuando vienen con las prisas, jadeando sofocadas, contesto tranquilamente: «Debajo de su almohada, detrás del inodoro verde sauce». Creo que lo único que robo, de hecho, son somníferos. Los guardo para un día de lluvia.

Hoy he robado un frasco de semillas de sésamo Spice Islands.

Aceptad todo lo que la señora os dé, y decid gracias. Luego lo podéis dejar en el autobús, en el hueco del asiento.

Como norma general, no trabajéis para las amigas. Tarde o temprano se molestan contigo porque sabes demasiado de su vida. O dejan de caerte bien, por lo mismo.

Nunca os hagáis amigas de los gatos, no les dejéis jugar con la mopa, con los trapos. Las señoras se pondrán celosas. Aun así, nunca los ahuyentéis de malos modos de una silla. En cambio, haceos siempre amigas de los perros, pasad cinco o diez minutos rascando a Cherokee o Smiley nada más llegar. Acordaos de bajar la tapa de los inodoros. Pelos, goterones de baba

Nunca trabajéis para psiquiatras, tampoco. Os volveréis locas. Yo también podría explicarles a ellos un par de cosas… ¿Zapatos con alzas?

Aprenderéis mucho de las mujeres liberadas. La primera fase es un grupo de toma de conciencia feminista; la segunda fase es una mujer de la limpieza; la tercera, el divorcio.

Que sepan que trabajáis a conciencia. El primer día dejad todos los muebles mal colocados, que sobresalgan un palmo o queden un poco torcidos. Cuando limpiéis el polvo, poned los gatos siameses mirando hacia otro lado, la jarrita de la leche a la izquierda del azucarero. Cambiad el orden de los cepillos de dientes"

En cada uno de los cuentos hay un trozo de su atormentada vida. Es una lástima que el cáncer se la llevara tan pronto. Pero la verdadera lástima es que se fuera sin saber que su valía como escritora auténtica sería finalmente reconocida.

Vale la pena leer el Prólogo de Lydia Davis. Se titula "La historia es lo que cuenta".

Muy recomendable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario