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martes, 27 de mayo de 2014

Turistas que no son turistas (63)




El Turista

Olen Steinhauer
RBA

En 2001, poco después de recuperarse de heridas de bala en Venecia, Milo Weaver decidió que, mientras otros se dedican a localizar al Musulmán Más Famoso del Mundo en algún lugar de Afganistán, él dedicaría su tiempo a los brazos más quirúrgicos del terrorismo. Cuando alguien como Bin Laden o al-Zarqawi necesita eliminar a un a persona concreta, acuden a un profesional. En el mundo del asesinato por encargo, hay pocos mejores que el Tigre. Y pocos tan buscados. Milo asumió entonces que abandonaría Turismo, un mundo oscuro lleno de asesinos manejados por el Gobierno de EE UU. Pero Milo ignoraba entonces lo que estaba a punto de sucederle. Comprenderá a El Tigre por fin y, peor aún, la angustia de verse perseguido por las cuentas pendientes del pasado. Un pasado que reaparece relacionándole con una conspiración en Sudán, un asesino suicida y un viejo amigo acusado de vender secretos a China. La CIA y Homeland Segurity ya saben que Milo debe ser eliminado. Él tan sólo encuentra una solución: regresar al submundo de Turismo. Pero no olvida una verdad fundamental: no confiar en nadie.

La salida más próxima


Tras una estancia en la cárcel por fraude, Milo Weaver vuelve a la acción como agente del operativo más clandestino de la CIA. Su nueva misión consistirá en descubrir a un topo infiltrado en los servicios secretos. Pero en la agencia nadie se fía de nadie y su propia lealtad está en cuestión, por lo que antes de asumir esta misión deberá demostrar su fidelidad a sus superiores acometiendo una serie de encargos que le llevarán al límite de su equilibrio mental. La búsqueda del traidor entre sus propios compañeros acabará haciéndole dudar del sentido último de un trabajo que le obliga a moverse permanentemente en los difusos límites entre la lealtad y la traición, la honestidad y el engaño, la verdad y la mentira

Cómo lo he visto
Estaba leyendo una novela realmente fuera de lo corriente que espero sea el objeto de mi próxima reseña, cuando sentí la necesidad imperiosa de meterme entre pecho y espalda una novela de espías. Desde “Un traidor como los nuestros” de John Le Carré no había vuelto al mundo de los espías y sus intrigas y me apetecía hacer una pausa en las lecturas “cultas”, “reflexivas”, etc. Un poco de literatura de aeropuerto.

La cosa vino por la lectura de una reseña que hablaba de un autor, Olen Steinhauer como el nuevo “padre” de las novelas de espías. “Bueno, me dije, veamos que hay detrás de toda esta propaganda” y empecé a leer “El Turista”. Me enganché enseguida y me hice rápidamente con la continuación “La salida más próxima”.

Ambas novelas forman parte, según parece, de una trilogía que tiene como protagonista un espía muy especial llamado Milo Weaver. Como habrán visto en la sinopsis de la editorial, en realidad se trata de una sola obra que, por su tamaño, ha sido desglosada en dos libros (o quizás en tres, ya que no tengo ni idea de la tercera si es que se publica).

Estuve dando vueltas a la pregunta de qué puede diferenciar a las novelas de espías de las de la serie negra. Por supuesto hay muchos puntos en común: sangre, tiros, intriga y sorpresas para el lector, pero quizás el rasgo más significativo que las puede diferenciar es la política. O mejor dicho: la geopolítica o la geo-estrategia. Claro que hay personajes de la política en la serie negra pero normalmente se relacionan con casos de corrupción, chantaje, etc. Aquí, en la obra de Olen Steinhauer, el tema es la política en mayúsculas: las grandes maniobras de las potencias mundiales para asegurarse los recursos energéticos en el futuro. Aquí nos encontramos en la USA del señor Bush hijo y el enemigo a batir ya no es la URSS, sino la emergente y poderosa China post maoista. Y los espías (y Milo Weaver en concreto) son la vanguardia de esta guerra. Una lucha que (posiblemente sea así en la realidad) se desarrolla bajo la mesa pero con una crueldad pareja con los intereses con los que se juega.

Muy interesante.


lunes, 19 de mayo de 2014

¡¡Exclusiva!!. Annalena McAfee. (62)




¡¡La Exclusiva!!

Annalena McAfee
Anagrama

Contraportada
Honor Tait, famosa periodista casi octogenaria que fuera descrita en sus días de gloria como alto cociente intelectual con escote bajo, prepara la escena para recibir a una colega mucho más joven que viene a entrevistarla y hace desaparecer todo aquello que pueda dar pistas sobre su larga y agitada vida pública y privada.
Porque se dice de ella que se casó demasiadas veces y que iba a las fiestas de Hollywood cuando Hollywood era una fiesta.
La entrevistadora es Tamara Sim, veintisiete años, trabajadora free lance en una revista del corazón, que no ha pisado la universidad pero compensa su ignorancia con ambición e ingenio. Y sobre los encuentros y desencuentros de estas dos mujeres de diferentes generaciones y clase social, con una ética profesional y una visión del mundo muy diferentes, se despliega esta espléndida novela de periodistas, que va de la sátira a la intriga policíaca, de la comicidad a la desolación.Una farsa muy literaria, muy inteligente, con momentos a lo Nancy Mitford o Helen Fielding... Negra y exquisitamente divertida (The Independent).Una fábula efervescente, aunque a veces golpee con mano dura, que revela el talento de la autora para la sátira (Michiko Kakutani, The New York Times).Una ironía tan refinada como venenosa (Annabella dAvino, Il Messagero)

Mis impresiones
Queridos amigos y amigas: Me vais a permitir que, por una vez, rompa la sistemática de este sencillo blog de reseña de lecturas para escribir una carta a una gran amiga que fue la que me recomendó este libro.

Querida Elvira: En primer lugar perdona por tenerme que comunicar de esta forma que no es la habitual entre nosotros. Algunos de los que leen y soportan estas reseñas no entienden el catalán y, de lo que se trata, es de que la comunicación pública sea eficiente.

He tardado bastante en leer este libro que me recomendaste y ello por varias razones. En el lugar en donde en estos momentos estoy viviendo se produce la anomalía de que, a pesar de ser uno de los municipios más pijos de España, no hay librerías sino más bien papelerías con algunos libros. Para comprar un libro debo coger el coche, irme por la autopista hasta un gran centro comercial muy dorado y aparatoso (le llaman vulgarmente “el Vaticano” por su presuntuosa cúpula) en donde hay un FNAC. Una vez allí, casi nunca tienen el libro que me interesa y no queda más remedio que pedirlo. Pasada una semana me mandan un SMS al móvil y finalmente consigo el libro.

Pero ah!. Este no es un libro cualquiera. No es una novelita que explica una historia de buenos y malos con abundancia de descripciones de auroras rosadas. En realidad me parece más bien una obra de teatro. (No me explico cómo aún no la han producido como tal.)

Y luego, claro está, (y eso ya lo sabías cuando me lo recomendaste) toca un tema, el periodismo, que ambos hemos vivido durante un cierto tiempo en aquel hermoso y fallido experimento que se llamó “Mundo Diario” de Barcelona a principios de los setenta. Por supuesto que tú lo viviste mucho más intensamente como redactora y como esposa del director. Mi paso fue mucho más tangencial y anecdótico pero lo suficiente como para poder reconocer en esta novela situaciones, debates y reflexiones. Eso ha hecho que emborronara el libro de anotaciones, llamadas de atención (¡¡ojo!!, importante... etc.,) y me demorara en la lectura.

Nuestra experiencia, como antes he señalado, se enmarcaba en la España de principios de los setenta. No sólo no había muerto Franco, sino que pasamos por varios estados de excepción y, como recordarás, por varios secuestros de las ediciones del grupo Mundo. No tiene nada que ver aparentemente con el periodismo inglés de finales de los noventa en donde ya internet y el periodismo digital enseñaba la patita.
Existía la censura. Por supuesto. Pero lo más intenso era la autocensura. Debíamos describir la realidad y la opinión “entre líneas”, como en un juego de encriptación. Pero los principios, la ética periodística siempre estuvo clara: describir lo que sabíamos con certeza contrastada.

En la novela se nos plantean dos mundos periodísticos opuestos diametralmente: el de Honor Tait (una especie de Oriana Fallaci que ha estado prácticamente en todos los conflictos, desde la Guerra Civil española, a la de Vietnam) y el de Tamara Sim, una “trepa” sin formación alguna pero con una ambición que corre paralela a su ego.

La octogenaria periodista reflexiona sobre lo que ha cambiado en el periodismo desde su experiencia a la realidad actual:
“Lo que había cambiado era el contexto en el que se situaban estas historias de crueldad humana, codicia e injusticia. En el pasado, su gravedad se destacaba en una páginas tan sencillas como lápidas. Hoy tenías que buscarlas en medio de un mareante torbellino visual.
Estas historias (de mortandades en lugares remotos) atemporales de injusticias ahora lloriqueadas inútilmente (...) se mezclaban con los relatos más descarados sobre la vida privada de la realeza y las estrellas del pop, los actores y los futbolistas- La cobertura política, también era mucho más estrecha de miras, un subconjunto de la industria del espectáculo.”

La óptica del periodismo de Honor es completamente diferente:
“El talento (del periodista está en) ver realmente. A través de la observación paciente, la acumulación meticulosa de detalles y el afán de verdad, emergerá una visión más amplia. El periodista tiene el deber de defender a los débiles e iluminar con un faro los rincones más oscuros de la experiencia humana”.

Pero, querida Elvira, la novela de la mujer de Ian McEwan no es sólo un contraste lúcido entre el periodismo serio y en lo que éste ha derivado. Fundamentalmente la novela es un drama. El drama de una gran periodista que, como ser humano, ha cometido errores garrafales y ahora, al final de su vida tiene que contemplarlos. Pecados porque ella sabe que no siempre fue el “faro que ilumina los rincones más oscuros de la experiencia humana” y que tiene en su conciencia alguna omisión importante, alguna autocensura que hace que su discurso no sea del todo impoluto. Cosas que ha callado y cosas que debiera haber hecho y no les dio el valor que realmente tenían.

Igual que se describe con gran lucidez la figura de Honor Tait, se hace lo mismo con su deuteragonista, Tamara Sim.
Para ella lo importante es “brillar”. Da igual los medios que se usen: robar correspondencia, violar la privacidad sin rubor, inventarse aquello que “redondea” un artículo y ¡sobre todo! ¡conseguir una exclusiva!.

La entrevista entre ambas es una maravilla. A pesar de la desigualdad de pesos y que la entrevistada conoce todos los trucos a los que puede acudir la entrevistadora, la verdad es que Honor Tait no estaba preparada para resistir lo que se viene encima.

Gracias Elvira por esta recomendación que hago extensiva a todos los que pueda interesarles lo que está pasando en los medios. Algo que nos afecta directamente a todos y a nuestra libertad como ciudadanos.


viernes, 9 de mayo de 2014

Reencuentro. Fred Uhlman. (61)



Reencuentro

Fred Uhlman
Tusquets editores

Contraportada
Dos jóvenes de dieciséis años son compañeros de clase en la misma selecta escuela de enseñanza media.
Hans es judío y Konradin, un rico aristócrata miembro de una de las más antiguas familias de Europa.
Entre los dos surge una intensa amistad y se vuelven inseparables. Un año después, todo habrá terminado entre ellos. Estamos en la Alemania de 1933, y, tras el ascenso de Hitler al poder, Konradin entra a formar parte de la fuerzas armadas nazis mientras Hans parte hacia el exilio.

Tan sólo muchos años después, instalado ya en Estados Unidos, donde intenta olvidar el siniestro episodio que los separó amargamente, y en principio para siempre, «reencuentra» Hans, en cierto modo, al amigo perdido.

Esta pequeña obra maestra resurge hoy con la misma capacidad de conmover que cuando se publicó por primera vez en 1960. Su repentino e inesperado enorme éxito le ha merecido ser finalmente traducido y leído en el mundo entero.

Mis impresiones


Lo único que no me ha gustado de esta narración es su título. Luego explicaré el por qué.
Digo narración porque está a caballo entre la novela y el cuento. Para una novela es demasiado corta y escueta y para un cuento excesivamente largo y desarrollado.

Fred Uhlman murió en 1985 en Londres. Como el protagonista de su obra, estudió en el famoso Eberhard-Ludwig Gymnasium, la institución de enseñanza media más antigua y prestigiosa de Württemberg y, como él, tuvo que escapar de Alemania en 1933 primero a París y después a España y Londres en donde se afincó.

Toda la novela rezuma nostalgia y amor por su tierra natal, la Selva Negra y el Lago Costanza aunque la acción la sitúa en Stuttgart en donde vive Hans Schwartz, de 16 años, hijo de un médico judío muy conocido y apreciado en la comunidad.

Lo que une a Hans con el aristócrata Conde Konradin von Hohenfels es el carácter. Ambos son tímidos y con gustos muy parecidos relacionados con la cultura, la numismática, los viajes.

El hecho de que la familia de Hans sea judía no influye en nada en los primeros tiempos de la relación, cuando los acontecimientos políticos de Alemania aún no se habían decantado claramente por el nacional socialismo.


Reflexiona Hans sobre el tema de las razas:

“Ese era mi mundo, un mundo que yo creía absolutamente seguro e indudablemente eterno. Claro está, no podía remontar mi linaje a Barbarroja... ¿qué judío podía hacerlo? Pero sabía que los Schwarz habían vivido por lo menos doscientos años en Stuttgart, quizá más. ¿Quién podría haberlo demostrado, si no había documentos? ¿Quién sabía de dónde provenían? ¿De Kiev o de Vilna, de Toledo o de Valladolid? ¿En qué tumbas perdidas entre Jerusalén y Roma, Bizancio y Colonia, se pudrían sus huesos? ¿Acaso existía la certeza de que no habían llegado allí antes que los Hohenfels? Pero éstas eran cuestiones tan intendentes como la canción que David le había cantado al rey Saúl. Entonces sólo sabía que ése era mi país, mi terruño, sin principio ni fin, y que ser judío no tenía mayor importancia que nacer con cabello oscuro y no rojo. En primer lugar éramos suabos, luego alemanes y después judíos. ¿Qué otro sentimiento podía alimentar? ¿Qué otro sentimiento podía alimentar mi padre? ¿O el abuelo de mi padre? No éramos pobres Pollacken perseguidos en otro tiempo por el zar. Por supuesto, no podíamos ni queríamos negar que fuéramos de «origen judío», así como a nadie se le habría ocurrido negar que mi tío Henri, a quien no veíamos desde hacía diez años, era miembro de la familia. Pero este «origen judío» significaba poco más que el hecho de que una vez al año, en el Día del Perdón, mi madre habría de acudir a la sinagoga y mi padre habría de abstenerse de fumar y viajar, no por ser practicante del judaísmo sino porque no quería herir los sentimientos de los demás.”

Además el padre de Hans había luchado en la Gran Guerra y había sido herido tres veces. La famosa Cruz de Hierro de primera clase lucía como un talismán en la cabecera de su cama. ¿Quién podía dudar de su nacionalismo?.

La novela es un canto a la amistad auténtica, firme, sin connotaciones sexuales de ningún tipo pero, al propio tiempo, refleja esta otra realidad: que lo inmutable e imperecedero no es tal cuando las tormentas políticas condicionan el futuro y la vida de las personas.

Los Schwartz no podían entender que el nazismo había llegado para quedarse. Para ellos era una especie de divieso que el sano cuerpo social alemán terminaría por expulsar.

Una anécdota lo ejemplifica:
“Un día apostaron a un nazi frente al consultorio de mi padre, con la siguiente pancarta: «Cuidado, alemanes. Eludid a los judíos. Todos quienes tienen contacto con un judío se contaminan». Mi padre se puso su uniforme de oficial con todas sus condecoraciones, incluida la Cruz de Hierro de Primera Clase, y se colocó junto al nazi. Éste se sintió cada vez más turbado y gradualmente se fue congregando una multitud. Al principio los espectadores permanecieron callados, mas a medida que aumentaba su número surgieron murmullos que finalmente se transformaron en burlas agresivas.
Pero su hostilidad estaba dirigida contra el nazi, y fue éste quien al cabo de poco tiempo tomó sus bártulos y partió. No volvió ni fue reemplazado.”

Finalmente toman medidas para alejar a su hijo de aquella situación y lo mandan con un familiar a Estados Unidos. Pero ellos se quedan para morir en su tierra.

Muchos años después Hans se “reencuentra” con Konstantin. Pero de una forma especial. Extraña. Y ese final, que no desvelaré, es lo mejor de la novela.

No se la pierdan

 

domingo, 4 de mayo de 2014

La analfabeta que era un genio de los números. Jonas Jonasson (60)

La analfabeta que era un genio de los números

Jonas Jonasson
Salamandra



Contraportada
La improbable heroína tiene su origen en el barrio de Soweto, el tristemente célebre gueto de Johannesburgo. Corren los años sesenta, en pleno auge del apartheid, cuando Nombeko Mayeki, condenada a una vida de infortunio y con altas probabilidades de que ésta acabe a una edad temprana ante la indiferencia de sus semejantes, encuentra un resquicio para escapar de su aciago futuro. Dotada de un intelecto fuera de serie, e impulsada por la fuerza de un destino que ejecuta las piruetas más extrañas, el azar propulsa a Nombeko lejos de su entorno de miseria y la encarrila en un asombroso viaje en el que se topará con personajes de toda índole y pelaje, desde un falso especialista en física nuclear y un agente del Mossad con ánimo de venganza, hasta un rey de Suecia con rostro humano y una joven antisistema en permanente estado de ebullición. Así, la genial Nombeko recorrerá un insólito itinerario, repleto de emocionantes peripecias, hasta convertirse en una mujer clave para la supervivencia de la humanidad y, a la postre, descubrir su lugar en el mundo en las frías tierras escandinavas, un sitio con el que jamás se habría atrevido a soñar.
   

Así lo he leído

“La probabilidad estadística de que una analfabeta de Soweto de la década de 1960 sobreviva y se encuentre un día subida a un camión de reparto de patatas en compañía del rey y el primer ministro suecos es de una entre cuarenta y cinco billones setecientos sesenta y seis millones doscientos doce mil ochocientos diez. Eso según los cálculos de la susodicha analfabeta.”

El sueco Jonas Jonasson, aplica de nuevo la fórmula que llevó a “El abuelo que saltó por la ventana y se largó” a ser traducida a treinta y cinco idiomas, ganar el Premio de los Libreros en Suecia y vender millones de ejemplares. En esta ocasión, “La analfabeta que era un genio de los números” fue la novela más vendida en el Sant Jordi de este año, tanto en su versión castellana como en la catalana y tiene toda la pinta de seguir el éxito de su antecesor.

La fórmula consiste en tomar un personaje insignificante y, mediante una imaginación portentosa, hacerle viajar a situaciones completamente inverosímiles por todo el planeta, codeándose con personajes históricos bien conocidos. De lo insignificante a lo histórico.

Con estos mimbres (que hacen que la lectura sea adictiva) Jonasson construye un artificio crítico a casi todo. Con humor corrosivo nos hace partícipes de la lucha de una persona inteligente y dotada contra la estulticia, la incompetencia, la idiotez, la incoherencia y la banalidad del mundo que la rodea.

Así Nombeko Mayeki, la negra de Soweto acarreadora de letrinas, acaba en Suecia con una bomba atómica en su equipaje. No se pueden imaginar los giros y trampas que le echa Jonasson para poder pasar de una situación a otra. Nombeko no sólo tiene que luchar contra los acontecimientos adversos sino que principalmente tiene que mantenerse a flote a pesar de los idiotas que la rodean y que se sienten superiores a ella.

Como en la novela anterior Jonas Jonasson hace gala de unos conocimientos históricos y políticos bien documentados. No todo es ficción enloquecida. Por ejemplo, el repaso a la historia de los últimos reyes suecos es increíble y posiblemente cierta. Me gustaría mucho que Jonasson aplicara la misma óptica hilarante a nuestra Monarquía, desde Isabel II en adelante.

Es una novela que merece el éxito que tiene.



Almas Grises. Phillipe Claudel. (59)

Almas Grises

Phillippe Claudel
Salamandra

Contraportada


Diciembre de 1917. En un pequeño pueblo del norte de Francia, el cuerpo sin vida de una hermosa niña aparece flotando en el canal. A la escena del crimen acuden, acompañados por el incesante tronar de los cañones y el acre olor a pólvora de un frente que se desgarra a escasos kilómetros, un policía, un juez instructor y un militar. En este mundo provinciano, el asesinato de Belle suscita innumerables sospechas, despierta viejos rencores y sacude un orden social que se tambalea. Todos los indicios apuntan al fiscal Destinat, un rico aristócrata ya jubilado, pero el juez designará como culpables a dos desertores apresados en las cercanías del lugar del crimen. Sin embargo, la crónica de los hechos, escrita por el policía veinte años después del suceso, invita al lector a descubrir una realidad inesperada. En su implacable relato, donde la emoción aparece retenida por el pudor del narrador, nadie es inocente, y los culpables, de una forma u otra, son también víctimas. El gris es el tono dominante, pero no el gris de la muerte, ni el del duro clima invernal, ni siquiera el de la cobardía, sino el gris en que se desenvuelve la condición humana: la ausencia de certezas absolutas, las sombras, los claroscuros, en suma, el peso rotundo de la duda.
Ganadora del prestigioso premio Renaudot y elegida Libro del Año por los libreros franceses y la revista Lire, esta novela posee una belleza sombría y seductora que emana tanto del clima misterioso que envuelve la historia como del profundo y descarnado retrato de los personajes que la componen.
Mis impresiones

En su momento me gustó mucho otra gran novela de Phillippe Claudel: "La nieta del señor Lihn" y cuando C, una amiga de toda la vida, me recomendó ésta, la puse en el apartado de "libros para leer cuanto antes".

No me he arrepentido. C tenía razón. Es un esplédido libro.

El protagonista escribe, a lo largo de veinte años, una especie de carta a su difunta esposa en la que relata lo ocurrido en un pueblo (de nombre R) situado en el norte de Francia. Este personaje no tiene nombre conocido pero, a mediados de la novela, llegamos a saber que era el policía del pueblo.
R está a unos 20 Kms de la ciudad V y ésta, a su vez, está cerca del frente de una guerra que parece interminable y que estalló en 1914.
Todo lo anterior es relevante porque los dramáticos acontecimientos que se relatan probablemente no hubieran tenido lugar sin la proximidad a esta conflagración.

Los citados acontecimientos se refieren al trágico final de cuatro mujeres: la esposa del policía, Clémence, la del Fiscal de V, Clélis de Vincey, la joven maestra del pueblo, Lysia Verhareine y la niña Belle de Jour.
Cuatro historias de amargo final que convirtieron a los que las sobrevivieron en tristes y solitarias “almas grises”.

Clémence muere desangrada en un parto desgraciado. Clélis de Vincey muere muy joven al poco tiempo de su matrimonio con el Fiscal Destinat que se convierte en un ser con el sobrenombre de “Tristeza”. Lysia Verhareine, la joven maestra que ha enamorado a todo el pueblo con tu sonrisa, muere ahorcada cuando conoce la suerte de su amado en el frente y, finalmente, la niñita Belle de Jour es la protagonista de lo que se conoce como “el Caso” al ser hallada asesinada junto al cauce de un canal.

Muchos años después de estos sucesos, el policía encuentra el diario de la maestra que contiene tres fotos: la de ella, la de la esposa del Fiscal y la de la niña asesinada. Al mirarlas, el protagonista de la novela reflexiona:

“La primera foto era sin duda la que había servido de modelo al pintor del gran retrato que colgaba en el vestíbulo del Palacio. En esa época, Clélis de Vincey tendría unos diecisiete años. Aparecía en mitad de un pastizal esmaltado de esas umbelíferas conocidas como «reinas de los prados». La muchacha reía. Llevaba un sencillo vestido campestre que realzaba su elegancia natural. Un sombrero de ala ancha le cubría la frente de densa sombra, pero los ojos, la sonrisa y el brillo del sol en la mano que sujetaba el borde del sombrero para evitar que se lo llevara el viento daban a su rostro una gracia resplandeciente. La auténtica reina del prado era ella.
La segunda fotografía había sido recortada, como indicaban los bordes rectos a derecha e izquierda. En aquel curioso formato, inusualmente estrecho, una jovencita risueña miraba directamente a la cámara. La tijera de Destinat había aislado a Belle de Jour en la fotografía que le había dado Bourrache. «Una auténtica Virgen María», me había dicho el padre. Y tenía razón. El rostro de la niña tenía algo de religioso, de belleza sin artificios, de belleza pura, de sencillo esplendor.
La tercera mostraba a Lysia Verhareine recostada en un árbol con las palmas de las manos contra el tronco, la barbilla ligeramente alzada y los labios entreabiertos, como si esperara el beso de quien la contemplaba y había tomado la foto. Era tal como la recordaba. Lo único que cambiaba era la expresión. A nosotros nunca nos había dedicado una sonrisa así, nunca. Era la sonrisa del deseo, de un amor a todas luces apasionado, y puedo asegurar que verla en aquella actitud resultaba realmente turbador, porque, de pronto, al contemplarla sin máscara, uno comprendía quién era en realidad aquella mujer y de qué era capaz por el hombre al que amaba.
No obstante, lo más extraño de todo aquello -y no fue el aguardiente que había bebido lo que me hizo verlo- era la sensación de estar contemplando tres imágenes de un mismo rostro, aunque capturado en distintas épocas y edades diversas.
Belle de Jour, Clélis y Lysia eran como tres encarnaciones de la misma alma, un alma que había dado a los cuerpos que había revestido una misma sonrisa, una dulzura y un fuego que no se parecían a ningún otro. La misma belleza, encarnada y vuelta a encarnar, nacida y destruida, surgida y desaparecida. Verlas así, una junto a otra, producía vértigo. La mirada pasaba de la primera a la segunda y de la segunda a la tercera, pero siempre encontraba lo mismo. En todo aquello había algo puro y diabólico a un tiempo, una mezcla de serenidad y horror. Ante tanta constancia, uno creería que lo hermoso permanece en el tiempo y que lo que fue volverá.”

Es una narración conmovedora y atroz en la que a la muerte no le basta su cosecha de las cercanas trincheras, sino que tiene que cebarse en estas pobres mujeres de un pueblo cercano a la batalla que dejan a las que las quieren en la gris soledad de una vida sin sentido.

Magnífica. No se la pierdan si pueden.

sábado, 3 de mayo de 2014

Entre la promesa del verano y el frío del invierno. Leif GW Persson (58)



Entre la promesa del verano y el frío del invierno

Leif GW Persson
Planeta

Contraportada
John P. Krassner, un ciudadano norteamericano desconocido, cae desde la ventana de un quinto piso en un edificio de apartamentos de Estocolmo. Parece un accidente, sin embargo algunos detalles inquietantes revelan lo contrario.
Más tarde la policía descubrirá que la víctima estaba bajo la vigilancia del servicio de inteligencia sueco.
Krassner, periodista por cuenta propia de poca monta y con delirios de grandeza, estaba en Suecia siguiendo la pista de una historia increíble: cómo un topo sueco, o célula dormida, de los servicios de inteligencia de los EE.UU., reclutado cuando era joven, había pasado a asuntos mayores y ahora ocupaba el cargo de primer ministro de Suecia.
Intentando atar cabos entre insinuaciones y medias verdades la policía debe investigar con mucho cuidado: está pisando terreno político peligroso… Esta es la historia de algunos hombres buenos e íntegros, los agentes de policía Bo Jarnebring y Lars Johansson, y algunas mujeres buenas, y cómo intentan hacer lo correcto en un mundo de corrupción, incompetencia, avaricia, violencia y mentiras sin fin.



Así lo he leído
Esta es una novela negra sueca escrita por uno de los más famosos autores de este género pero dicho ésto, añado que hay varias cosas que, de entrada, pueden inducir a error.
La primera es que se trata de una novela que forma parte de una serie de tres. Normalmente este tipo de novelas suele subtitularse con el nombre del detective o policía protagonista (en este caso sería Lars Johansson). Pues no. La serie se titula “EL declive del estado del bienestar". Parece pues que nos encontramos ante un ensayo (económico?, sociológico?, político?) en lugar de una novela negra.

Si yo tuviera que escribir la contraportada de este libro no la redactaría como se ha hecho. 
Escribiría algo así como: “Unos pocos policías suecos que sobresalen por encima de una colección de compañeros incompetentes, alcohólicos, ridículos, machistas y ególatras, consiguen descubrir que un periodista americano que saltó por la ventana de su habitación en una residencia de estudiantes, no lo hizo por voluntad propia, sino que fue asesinado por los servicios de seguridad del Estado... pero, a pesar de este descubrimiento, no logran evitar que se asesine al Primer Ministro sueco Olof Palme.”

Supongo que Persson conoce bien las cloacas de los Servicios Secretos suecos pero ignoro si tiene algo personal contra ellos o contra la policía criminal en general, ya que a ambos servicios los pone a caldo en este libro y en los que siguen en la serie.

Toda la novela gotea cerveza y aguardiente por todos lados y lo que me extraña es que la mayoría de los policías no mueran de cirrosis a los treinta años. Lo que me sorprende es que, si la realidad es la que dibuja el autor, los servicios policiales suecos puedan resolver un solo asesinato ya que andan medio trompas durante el horario laboral y trompas completos el resto.

Dejando al margen lo de las bebidas espirituosas, la novela transcurre con bastante interés y los personajes están muy bien diseñados. El ritmo es constante y desde la primera página el autor consigue captar al lector. Es de estas novelas que pueden llevarte a leer hasta las tres de la madrugada porque no consigues abandonar el libro.

¿Qué más se puede pedir a una novela negra?


viernes, 2 de mayo de 2014

El pequeño ladrón de sombras. Marc Levy (57)



El pequeño ladrón de sombras

Marc Levy
Planeta

Contraportada
Marc Levy recupera la magia de sus primeros libros con una novela original, divertida y sorprendente sobre la vida de un hombre que tiene un don muy especial. A través de sus sueños de niño, sus heridas, sus encuentros y sus decisiones iremos descubriendo que lo que una vez soñamos no nos abandona jamás. Una novela para volver a despertar nuestra infancia y nuestra imaginación, para los adultos que siguen siendo un poco niños, y para todos los demás.
Un primer amor para toda la vida. ¿Dónde te espera la felicidad? Una novela que nos invita a vivir nuestros sueños en lugar de soñar nuestra vida.



Así lo he visto
Por lo general desconfío de las novelas o los relatos que pudieran calificarse dentro del género de fantasía. Pero una gran amiga me recomendó este autor, así que inicié la búsqueda de alguna de sus obras. Me habían recomendado “Las cosas que no nos dijimos” pero el azar (Jaques Monod decía que la vida se movía entre el azar y la necesidad) hizo que primero cayera en mis manos el texto que ahora comento.

Efectivamente estamos ante una fábula o un cuento contada en primera persona por un niño preadolescente que se enfrenta a los terrores del Instituto en condiciones lamentables. Es más bien bajito, gafotas, no le gusta el deporte sino la poesía y además va seis meses adelantado al resto de sus compañeros. Pero el niño sin nombre descubre que su sombra puede comunicarse con las sombras de los demás. Incluso puede intercambiarlas por un tiempo. Este don le permite conocer los secretos más íntimos de los que le rodean.

Podríamos quedarnos a este nivel del cuento y presenciar cómo el niño supera la marginación e incluso ayuda a salvar a la gente.

Pero Marc Levy nos invita a profundizar un poco más. Un don (o algo que nos eleva de alguna forma sobre el resto de los humanos que nos rodean, llámese belleza, inteligencia, memoria o don de gentes) puede llegar a resultar incómodo para el que lo posee porque esta distinción, sea cual fuere, tiene un precio que hay que pagar. En este caso el precio a pagar es la incomunicación con la gente que quieres.

Seguimos al niño sin nombre en los últimos años de su formación académica y luego en su trabajo como adulto. En todos los años transcurridos él es incapaz de responder a una pregunta que continuamente le hacen todos los que le rodean: “¿Cómo lo has hecho?”, “¿Cómo lo has sabido?”. A nadie le cuenta la verdad: “lo he sabido a través de su sombra”.

Como verán es cierto que se trata de una fábula, pero muy bien escrita y lejos de los superhéroes de los cómics o las películas de Hollywood.

Me ha encantado.