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sábado, 25 de febrero de 2017

Casa de verano con piscina. Herman Koch






Próspero médico de cabecera en Ámsterdam, Marc Schlosser ejerce su profesión con cierta dosis de cinismo. Su nutrida clientela valora especialmente el tiempo que dedica a las consultas, pero esta aparente generosidad esconde unas intenciones menos nobles, que Marc disimula con habilidad. Cuando uno de sus pacientes, el famoso actor Ralph Meier, lo invita a pasar unos días de verano junto a su familia, Marc acepta pese a las reticencias de Caroline, su esposa, molesta por la arrogante vulgaridad de Ralph y su actitud de seductor irresistible. Así, los Schlosser y los Meier, con sus respectivos hijos adolescentes, compartirán con un maduro director de Hollywood y su novia, cuarenta años más joven, una casa con piscina a pocos kilómetros de una playa mediterránea. Los días transcurren con apacible monotonía, entre comidas, paseos, largas conversaciones de sobremesa, excesos con el alcohol y flirteos más o menos inocentes, hasta que una noche se produce un grave incidente que interrumpirá las vacaciones y cambiará para siempre la relación entre las dos familias.
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Herman Kock obtuvo un enorme éxito con su anterior novela "La Cena" que además fue premiado como "Libro del Año" en Holanda. Hay otra novela anterior que no se ha publicado en España. Esta es, pues, el cierre de una trilogía dedicada a poner sobre la mesa las contradicciones y las hipocresías de la actual sociedad europea, llena de normas morales que casi todo el mundo incumple.

Debo confesar de entrada que no puedo escabullirme de ver este libro con la perspectiva que acaban de regalarme en las clases de Sociología de la Universidad para Mayores de la Complutense de Madrid. Soy como un niño al que los Reyes Magos acaban de regalarle un microscopio y no puede evitar poner sobre la platina todo lo que pilla; sea una ala de mosca, el sarro de los dientes o una gota de agua recogida de un charco de la calle.

Allí he aprendido que "el comportamiento de un individuo en una situación particular es el resultado de las necesidades, las presiones y las tentaciones que ofrece la situación". (Hunt Horton). Normalmente no vamos por ahí asesinando a aquellos que nos incordian o nos molestan pero ¿seríamos capaces de asesinar a alguien que ha hecho un daño grave a nuestro hijo, siempre que supusiéramos que no nos van a pillar?.

Cuestiones éticas como éstas o como el malestar de la familia, la difícil comunicación entre padres e hijos o las pulsiones sexuales de hombres y mujeres, son las que plantea este autor.

Kock crea un personaje para que se nos suban los colores a la cara y nos cuestionemos: "en esta circunstancia, ¿haría yo eso?". Y para hacerlo más provocador usa un lenguaje directo, descarnado y, en ocasiones, soez. Sí. Efectivamene este es un libro que puede herir la sensibilidad del lector y eso lo destaco para no existan dudas al respecto. Pero debemos reconocer que cuando dialogamos con nosotros mismos no nos andamos con un lenguaje exquisito. Nos salen cosas como "Menuda petarda", "qué culo más espectacular" o "a este soplapollas le daría un buen piño". Claro que normalmente cuando un escritor o una escritora ponen sobre el papel los pensamientos de sus personajes también les aplican simultáneamente el "filtro" de lo poético, lo adecuado... etc. etc.

Kock no lo hace. El nos vierte lo que sale de la mente del doctor Marc Schlosser tal cual. Sin filtros. 

Los lectores escrupulosos se escandalizarán. Porque es lo que toca. Toca no desviarse "demasiado" de la norma.

Por ejemplo, en nuestra sociedad no se aplica la justicia retributiva en la que el castigo se identifica con el crimen. No aplicamos la "Ley del Talión" que leemos en el libro del Exodo "ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie" (por cierto, nuestra palabra "tal" viene de ahí) pero el que no se aplique no quiere decir que no tengamos, en ocasiones, la tentación de aplicarla.

La novela es, en el fondo, un relato de suspense. Desde el primer momento sabemos que el doctor Marc Schlosser ha estimulado, de forma consciente y deliberada, un cáncer mortal en la persona del actor Ralf Meier. Para saber el por qué un médico con reputación se ha conducido en un acto tan "desviante", tenemos que leer el resto del libro... y procurar cerrar la boca de pasmo cuando lo averigüemos.

Porque (eso ya lo sabemos de sobras en estos días y no hace falta ahondar más) cada vez es mayor la distancia que separa a la sociedad ideal ("la justicia es igual para todos", "todos los hombres y mujeres cumplen sus votos matrimoniales", "queremos a todos los hijos igual", etc. etc.), de la sociedad real. 
Y, cuando esta distancia sea insoportable o cuando la mayoría de hombres y mujeres se comporten a la luz del dia lo que ahora unos cuantos hacen en secreto... entonces empezaremos a vivir en otra sociedad.

Quedan hechas las observaciones de que es una novela para mayores, mayores. Un cuatro en la clasificación de películas en nuestras épocas juveniles.

A pesar de ello, le he puesto la calificación de imprescindible.