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domingo, 20 de abril de 2014

La Tía Mame. Patrick Dennis (56)



La tia Mame

Patrick Dennis
Editorial Acantilado

Lo que dice la editorial
Un niño de diez años queda huérfano en la poco edificante América de mil novecientos veinte y es puesto bajo la potestad de una dama excéntrica, obsesionada por estar à la page, vital, caprichosa, seductora y adorable. 
Junto a ella, pasará los siguientes treinta años en una espiral incesante de fiestas, amores, aventuras y diversos golpes de fortuna. 
El lector, atónito, suspendido entre la fascinación de advertir muchos de los risibles tics de su propia época y la carcajada explosiva de quien se ve arrastrado hacia un vertiginoso torbellino, vivirá lo cómico en todos sus registros, «desde el dickensiano hasta el pastel lanzado a la cara» (en ajustadas palabras de Pietro Citati). Y todo ello por obra y gracia de una de las tías más inolvidables que haya concebido nunca un escritor moderno, cuyo perfume sentimos flotar en el aire, con las lágrimas presentes aún en nuestros ojos, mucho después de haber cerrado el libro.

Lo que me ha parecido
Esta es una novela de estas que se leen con la sonrisa puesta. La tía Mame es un personaje tan peculiar y extravagante que puede sacar a cualquiera (incluido al lector) de sus casillas pero también de cualquier modorra o depresión.

El peculiar personaje de Patrick Dennis vio la luz en 1955, tras ser rechazada por 19 editoriales, y cosechó un enorme éxito, permaneció en la lista de superventas de Nueva York durante 112 semanas, vendiendo más de dos millones de ejemplares.

Dennis es el seudónimo de Edward Everett Tanner III, uno de los escritores estadounidenses más populares de los años cincuenta y sesenta del siglo XX.

Más adelante Dennis publicó una segunda parte de esta novelita titulándola “La vuelta al mundo de la Tía Mame” con igual éxito.

Una lectura especialmente indicada para los momentos de bajón o para desintoxicarse de lecturas más profundas y dramáticas.

martes, 15 de abril de 2014

Doble silencio. Mari Jungstedt. (55)



Doble silencio

Mari Jungstedt
Maeva Editorial

La sinopsis de la editorial
Tres parejas de amigos que pasan cada año unos días de vacaciones juntos, se disponen a compartir una semana en el agreste e idílico paisaje de la isla de Fårö, donde se celebra un festival en homenaje a Ingmar Bergman. El famoso director sueco rodó varias películas en la isla, en la que se retiró los últimos años de su vida. La repentina desaparición de dos de los amigos da un giro inesperado al viaje, y cuando aparece el cadáver de uno de ellos, que presuntamente ha sido asesinado, el comisario Anders Knutas y su compañera Karin Jacobsson se hacen cargo del caso, aunque Knutas está preocupado por su colega, muy atormentada por un suceso de su pasado. Su investigación no hace más que complicarse cuando desenmarañan la compleja relación de sexo, celos y obsesión que une a los seis amigos en una carrera contra el tiempo para evitar más muertes

Una personal reflexión sobre el último Premio Pulitzer


De madrugada, sobre las tres y media, he terminado de leer esta novela negra de la sueca Mari Jungstedt. Me pasa a menudo con este tipo de libros que, en la recta final, no los puedes abandonar. Al terminarlo me puse a pensar cómo orientaría esta reseña pero no se me ocurría nada que valiera la pena, así que me levanté de la cama, me tomé un descafeinado de cartucho (antes te preguntaban en los bares cuando pedías este tipo de cafés “¿De sobre o de máquina?”, ahora deberían pedirte “¿de cartucho?”) y he abierto el ordenador para ver las noticias. 

Me ha saltado a la cara “El Jilguero” de Donna Tartt, Premio Pulitzer por el cuidadoso retrato de los personajes.

“Muy bien Pedrito (me autodenomino así cuando hablo conmigo mismo). En tu última reseña has más que cuestionado un libro y ahora resulta que es el no-va-más de la literatura actual. Eso demuestra tu sensibilidad literaria”.

Luego he pensado: “O bien demuestra otra cosa peor. Que tus prejuicios son más patentes de lo que tu quisieras. “

Efectivamente. Confieso que tengo prejuicios. Y el que no los tenga, que tire la primera piedra. Uno de ellos es que todo lo referente a las drogas duras y su adicción me da repelús y una de las cosas que más me disgustó fue que el protagonista de “El jilguero”, Theo y uno de los personajes principales, Boris, se pasan una buena parte de las mil y pico páginas esnifando, chutando y sorbiendo todo tipo de drogas. Desde pegamento hasta cocaína o oxicodona.

Premios aparte, sigo pensando que “El jilguero” tiene un arranque espectacular y luego se desinfla. Me gustaría mucho que alguno de mis receptores de blog me diera su propia opinión al respecto. Y dejo claro, de entrada, que mi opinión seguramente es errónea.

Pero vayamos a Mari Jungstedt y su “Doble silencio”

Los lectores de las novelas negras las disfrutamos precisamente porque nos sorprenden. Y los autores lo saben. Y como lo saben, escriben tratando de despistarnos a lo largo del relato.

Estas novelas suelen tener un inicio muy parecido. Se ha producido un asesinato y alguien lo ha descubierto. Ha llamado precipitadamente a la policía del lugar y así se pone en marcha la investigación.

A partir de este punto las tramas varían muchísimo según los diferentes autores, pero en todas ellas se induce al lector a que cree en su mente una proyección de lo que ha ocurrido. Nuestro cerebro está genéticamente preparado para suponer, inducir, sospechar lo que va a suceder en base a pequeños indicios que, como migas de pan, nos va soltando el autor de la novela.
Casi siempre estos indicios se nos proporcionan para que nos formemos una idea equivocada de lo que va a suceder. Este es el truco para que nos sorprendamos del final. Y con esta sorpresa digamos “¡No me lo esperaba”!. Y así disfrutemos de la lectura, durmamos poco y recomendemos el libro a los amigos y conocidos.

El autor es siempre un ilusionista. Nos distrae para que no veamos el truco que hace. Y en base a lo ingenioso de este truco, de esta magia, le juzgamos.

Por ejemplo, Joël Dicker y su “La verdad sobre el caso Harry Quebert” tuvo un éxito fulgurante porque el joven suizo encontró nuevos trucos de magia para sorprender a los lectores. Igual ha sucedido con las cuatro novelas de John Verdon (para mí, el mejor) o la serie de “Milleniun”  de Stieg Larson. 

Todos han buscado (y algunos han encontrado) nuevos pases mágicos con los que encandilarnos.

Porque en el fondo somos niños que necesitamos volver a sentir la sorpresa de la magia, aunque sepamos que es mentira.

“Doble silencio” es la última de las novelas de la serie del Comisario Knutas y su ayudante Karin. En todas estas series con los mismos protagonistas siempre se articula una subtrama al margen de la principal en la que el investigador o investigadores tienen problemas personales de diversa índole que, de alguna forma, afectan a la manera cómo resuelven los casos. Es un atractivo más de este tipo de series ya que estas subtramas dan aire, un respiro, a la trama principal que suele ser bastante cruenta.

“Doble silencio” (aún no sé el por qué del título) se desarrolla, a imagen y semejanza de otras series suecas, en una isla turística. De hecho en dos: Gotland y Färo. En esta última era donde tenía una casa el cineasta Ingman Bergman y esta residencia tiene un importante protagonismo en la novela.
Mari Jungstedt juega al ratón y al gato con nosotros proporcionándonos pistas falsas y sorprendiéndonos finalmente.
Que era, como antes he dicho, lo que buscábamos.
No está mal.





sábado, 12 de abril de 2014

El Jilguero (The Goldfinch) (54)



El Jilguero

Donna Tartt
Lumen

Sinopsis de la editorial
Si aquella mañana no hubiera llovido, si Theodore y su madre hubieran llevado un buen paraguas, si, si, si...quizá no hubieran buscado refugio de una tormenta en el museo Metropolitan de Nueva York. Allí estaban, contemplando una exposición de maestros de la época dorada del arte holandés, cuando de pronto estalló una bomba y Theodore se encontró de repente solo y rodeado de un montón de escombros.
   Buscando la salida, el chico, que acaba de cumplir trece años, se topa con un visitante que estaba minutos antes contemplando la misma exposición acompañado de una chiquilla hermosa. El hombre muere delante de los ojos de Theodore, pero antes le entrega un anillo, pidiendo que lo devuelva a un tal Hobie, dueño de una tienda de antigüedades. Theo abandona el museo, llevando consigo el anillo y algo más...


Para mí: un libro desconcertante



El título de la obra se refiere a esta pintura sobre madera de Carel Fabricius (1622-1654) que actualmente está en el Royal Picture Gallery Mauritshuis de La Haya.
En la novela el cuadro está expuesto en el Metropolitan Museum de Nueva York. Theo Decker, de trece años, y su madre habían entrado en el museo huyendo de la lluvia. Este era un cuadro que su madre idolatraba. Le contaba a Theo:

"Es un cuadro tan misterioso, tan sencillo... Realmente tierno... Te invita a mirarlo más de cerca, ¿verdad? Después de todos esos faisanes muertos que hemos dejado atrás, aparece esta pequeña criatura viva. Observa que el jilguero está atado a una fina cadenita. ¿Por qué?. No se sabe",

Pero Theo no miraba el cuadro, sino a una niña pelirroja de su edad que acompañaba a un anciano jorobado.

Poco después, madre e hijo se separan y se produce la explosión. Cuando Theo se recupera entre los escombros está junto al anciano moribundo que le entrega un anillo para que se lo dé a un anticuario llamado Hobie y le pide que se lleve el cuadro que está tirado en el suelo cubierto de polvo. Cuando Theo sale del museo entre la confusión más absoluta lleva el anillo y ·El jilguero" de Carel Fabritius.

La novela es la historia de lo que ocurre con Theo, el cuadro, el anillo a lo largo de diez años.

«Me habrían ido mejor las cosas si ella hubiera vivido. Pero murió cuando yo todavía era un niño; y aunque todo lo que me ha sucedido desde entonces es mi culpa, al perder a mi madre perdí de vista cualquier punto de referencia que podría haberme conducido a un lugar más feliz, una vida más plena o agradable.»

Esto es lo que confiesa Theo porque su vida, a partir del momento de la explosión, está emocionalmente unida a la pérdida de su madre y a la relación con Pippa, la niña pelirroja del museo.

¿Por qué digo que, para mí, éste es un libro desconcertante?.
La crítica lo ha tratado muy bien. Dicen que Donna Tartt es una escritora que recuerda, por una parte, a Paul Auster y, por otra a Breaking Bad. Que es el ejemplo deñ "best seller" de calidad.

Sinceramente, no lo veo tan claro. La novela tiene un arranque fabuloso que te deja en tensión a lo largo del primer capítulo. Pero luego, cuando Theo es recogido por su padre (un vividor vago y alcohólico. Un verdadero chupasangre de los que le rodean) que se lo lleva a Las Vegas, la novela entra en un terreno mucho más sombrío y carente de interés en el que Theo se inicia en el mundo de las drogas.
Luego, cuando Theo regresa a Nueva York, la novela vuelve alzar el vuelo y este sube y baja se mantiene constantemente hasta límites, para mí, irritantes.

Pero ya saben cómo es eso de los libros. Lo que uno siente cuando lee depende muchísimo del estado de ánimo del momento. Probablemente, si ustedes tienen la ocasión de leerlo, realmente lo encontrarán una obra literaria imprescindible de su biblioteca. Y quizás lleven razón.

Royal Picture Gallery Mauritshuis
Royal Picture Gallery Mauritshuis

domingo, 6 de abril de 2014

Una decepción y una joyita (53)



La vida instrucciones de uso

Georges Perec
Anagrama

Sobre este libro
En el blog de Adolfo Vázquez Rocca se lee: “Una lista de las pinturas colgadas en una galería de arte, 81 variaciones sobre una receta de cocina para principiantes, una simple enumeración de cosas o de suposiciones, una serie de datos precisos acerca de sucesos intrascendentes, no parecen configurar la estructura ideal para el trabajo de un escritor. 
¿Qué interés artístico puede tener la simple enumeración de algunas de las infinitas posibilidades de ordenar los libros de una biblioteca...? Es difícil que un amante de los crucigramas, los acrósticos y las fugas de vocales pueda llegar a considerar a estos trabajosos pasatiempos como formas literarias. Sin embargo en obras como La vida instrucciones de uso Georges Perèc, escritor y trapecista, escritor de culto y amigo de Ruiz, demuestra a través de una sucesión de descripciones —articuladas según el arte combinatoria— una apasionante forma de describir el universo partiendo sólo de lo hallado en una casa.”.
Y en el blog “Libros de mentira” (que suele ser un blog serio) leo que se supone que este libro es uno de los más importantes de la segunda parte del siglo XX.

Por lo anterior y por muchas más críticas que leí (y que no reseño para no ser pesado), elegí este libro con interés e ilusión.

Lo que me ha parecido el libro
Supongo que debo confesar unos pecados literarios y pedir perdón públicamente como hacían los cristianos primitivos: No fui capaz de terminar el “Ulises” de James Joyce. Tampoco pude con “Rayuela” de Julio Cortazar. Y ahora, para colmo de mi degradado gusto literario, tampoco he podido con este libro que, por lo visto es el “no va más” de la literatura postmodernista.
No tengo ninguna disculpa ante ello. Debería haberme entrenado antes leyendo, por ejemplo, los catálogos de varias subastas de Sotheby’s. A lo mejor entonces hubiera podido entender algo del universo que quiere enseñarnos George Perec.

He aquí un pequeño ejemplo del grado de descripción del contenido de un piso:
“El salón de la señora de Beaumont está casi enteramente ocupado por un gran piano de concierto, en cuyo atril se puede ver la partitura cerrada de una famosa canción americana, Gertrude of Wyoming, compuesta por Arthur Stanley Jefferson. Un hombre viejo, sentado delante del piano, con la cabeza cubierta con un pañuelo de nailon de color naranja, se dispone a afinarlo.
En el rincón de la izquierda hay un gran sillón moderno, hecho con una gigantesca semiesfera de plexiglás ceñida de acero y montada sobre una base de metal cromado. A un lado, sirve de mesa un bloque de mármol de sección octogonal; encima de ella hay un encendedor de acero y un macetero cilíndrico del que emerge un roble enano, uno de esos bonzai japoneses, cuyo crecimiento ha sido controlado, frenado y modificado hasta tal punto que presenta todos los signos de la madurez e incluso de la vejez sin haber prácticamente crecido, y cuya perfección, al decir de quienes los cultivan, depende menos de los cuidados materiales que se les prodigan que de la concentración meditativa que les dedican sus cultivadores.
Muy cerca del sillón, directamente sobre el parquet de tono claro, hay un puzzle de madera, cuyos cuatro lados están prácticamente reconstruidos. En el tercio inferior derecho se han unido unas cuantas piezas suplementarias: representan la cara ovalada de una muchacha dormida; sus cabellos rubios enroscados en forma de corona sobre la frente se mantienen gracias a un par de cintas trenzadas; su mejilla descansa sobre la mano derecha, cerrada como una caracola, como si escuchara algo en sueños.
A la izquierda del puzzle, una bandeja decorada sostiene una jarrita de café, una taza con su platillo y un azucarero de plata inglesa. La escena pintada en la bandeja queda parcialmente tapada por esos tres objetos; con todo, se distinguen dos detalles: a la derecha un niño con un pantalón bordado se inclina al borde de un río; en el centro, una carpa, fuera del agua, brinca a la extremidad de un sedal; el pescador y los demás personajes permanecen invisibles.
Delante del puzzle y de la bandeja, varios libros, cuadernos y clasificadores están esparcidos por el parquet. Se puede leer el título de uno de los libros: Normas de seguridad en minas y canteras. Un clasificador está abierto por una página parcialmente cubierta de ecuaciones escritas con letra fina y apretada:

Si f ª Hom (,) (resp. g ª Hom (,)) es un morfismo homogéneo cuyo grado es la matriz (resp.), f o g es homogéneo y su grado es la matriz producto.
Sean = (ij), l i m, l j n; = (kl), l k n, l 1 p (|| = p), las matrices consideradas. Supongamos que es f = (f1,…, fm), g = (g1,…, gn), y sea h un morfismo h = (h1,…, hp).
Sea por último (a) = (a1,…, ap) un elemento de AP. Evaluemos para todo índice i entre l y m (||= m) el morfismo:
xi = fi o g o (a1h1,…, aphp). Se verifica primero:
xi = fi o (al1l… ap1pgl,…, alil… apip gi,…, appl… alpp, gp) oh, luego
xi = alilil +… aij ajl …+ ainnl … alilij +… + ajnlj… + apilip +…fi o g o hf o g
verifica pues la igualdad de homogeneidad de grado ([1.2.2.]).

Las paredes del salón están esmaltadas de blanco. De ellas cuelgan varios carteles. Uno representa cuatro frailes de cara golosa sentados a una mesa alrededor de un camembert en cuya etiqueta cuatro frailes de cara golosa -los mismos- vuelven a estar sentados a una mesa. La escena se repite distintamente hasta la cuarta vez.”

Lo siento. Es superior a mi paciencia.


El ardor de la sangre

Irène Némirovsky
Salamandra

Contraportada de la editorial
Novela intimista y conmovedora, «El ardor de la sangre» constituye todo un hallazgo que confirma a Irène Némirovsky entre los autores europeos más destacados del siglo XX. Todo ocurre en una tranquila villa de provincias francesa, a principios de los años treinta. Silvio, el narrador, ha dilapidado su fortuna recorriendo mundo. A los sesenta años, sin mujer ni hijos, sólo le queda esperar la muerte mientras se dedica a observar la comedia humana en este rincón de Francia donde, aparentemente, nunca sucede nada. Un día, sin embargo, una muerte trágica quiebra la placidez de esa sociedad cerrada y hierática. A partir de allí, emergen uno tras otro los secretos del pasado, hechos ocultados cuidadosamente que demuestran cómo la pasión juvenil, ese ardor de la sangre, puede trastornar el curso de la vida. Como en el juego de las cajas chinas, las confesiones se suceden hasta llegar a una última y perturbadora revelación. Con un tono intenso y sosegado, Némirovsky utiliza el espejo sereno y frío de la edad madura para reflejar el impulso fogoso y los excesos de la juventud, en agudo contraste con el sofocante ambiente provinciano de sobreentendidos, sospechas y silencios que la autora describe con esa particular mezcla de lucidez y compasión que caracteriza su obra.

Por qué he disfrutado tanto con este librito

Siempre me ha gustado Irène Némirovsky, pero esta obrita se me había pasado por alto hasta que una buena amiga y lectora voraz me la recomendó. Ha compensado de sobras la frustración que me produjo el señor Perec.
Veamos por qué.

En primer lugar diría que “El ardor de la sangre” es una forma hermosa de decir “la pasión de la juventud”. No sólo la pasión que se desencadena con la atracción sexual, sino todo lo que la rodea.
Fíjense en lo sugerente de la portada. 
La visión de lo que va a ocurrir (se supone que ocultamente) debajo de una mesa en la que están sentados un hombre y una mujer. Da igual que, por la indumentaria, uno suponga que sucede a finales de los años veinte. El ardor, la pasión y el frenesí son tan eternos como el ser humano.
Pero la novela no trata exactamente del ardor de la sangre, sino del recuerdo que uno (ya mayor y con la sangre mucho más apaciguada) tiene de la pasión que un día sintió.

¿Recordáis amigos y amigas el temblor de todo el cuerpo al juguetear con los pies de la persona amada bajo una mesa mientras intentáis mantener la compostura y la imperturbabilidad a los ojos del resto de los comensales?. ¿Recordáis la sensación del batir del corazón desbocado?. Yo sí y creo que no soy el único.

Un hombre mayor. Solo y ensimismado. Aislado en un pueblo de gentes individualistas, cerradas e insolidarias para las que la felicidad consiste en que “todo esté tranquilo” y en “no meterse en problemas”. Es decir, que las cosas sucedan de puertas para afuera y, cuando no es así, saber mantener la boca cerrada y actuar como si nada ocurriera.
Este hombre de pronto choca violentamente con el recuerdo de una pasión extinguida. Y choca cuando escucha a la mujer que fue el objeto de aquel ardor negar que existiera aquella pasión.
¡Miente!, se rebela y lo recuerda todo.

Fantástica novela en la que Irène Némirovsky nos lleva poco a poco al descubrimiento sucesivo de secretos de una aparente perfecta familia en la que, aparentemente, nunca existió un desvarío, un frenesí o un ardor de la sangre.

Se la recomiendo