Un apasionante retrato
histórico de la Europa de finales del siglo XVII en el que la sociedad se
enfrenta a los avances y controversias de la ciencia médica de la época.
La epopeya de un carismático
cirujano ambulante que, guiado por la ambición de revolucionar la medicina, se
ve abocado a una trepidante aventura en la que no falta el amor, la pasión, la guerra y las
intrigas cortesanas.
Así lo he visto
Escogí esta novela por varias
razones: La primera es que me creí la opinión de una serie de medios francófonos
en los que suelo confiar. Vean lo que dicen:
““Con un estilo simple y
evocador, Marchal nos relata, al estilo de Ken Follet, las aventuras de Nicolas
Déuret, cirujano barbero ambulante.” Le Figaro Littéraire
“El formidable trabajo de
investigación llevado a cabo por Eric Marchal ha dado como resultado una
extensa novela de gran inspiración.” Le Républicain Lorrain
“Comparado con Ken Follet,
Marchal relata de manera igualmente virtosa, con atención a los detalles,
precisión y pasión, la vida de una época centrándose en la rivalidad entre los
médicos de la facultad y los cirujanos-barberos.” Le Journal de Montréal
La segunda razón es que tenía
muchas ganas de leer una buena novela histórica y, al comprobar que Éric
Marchal era historiador y farmacéutico como yo, no dudé.
Dicho lo anterior debo
reseñar que efectivamente Marchal ha trabajado a fondo la búsqueda de información
médica, farmacéutica y de cirugía de finales del siglo XVII en Francia. En este
aspecto merece un sobresaliente. Un notable en la recreación histórica de esta
parte de Francia que, en aquellos años, era el Ducado independiente de Lorena
con capital en Nancy. Su lucha contra los otomanos en tierras húngaras y las
dificultades de convivencia del Duque Lepoldo con el Rey francés Luis XIV están
excelentemente documentadas y descritas.
¿Qué es lo que falla
entonces?.
Lo demás. Los personajes
principales. La parte de ficción que ha incrustado en la historia real. En
pocas palabras: no son creíbles. Los buenos son demasiado buenos, abnegados,
cumplidores, etc. y los malos, todo lo contrario. No hay matices, no hay
grises.
Se ha comparado a Marchal con
Ken Follet. Quizás el primero haya trabajado más el marco histórico, pero
Follet le gana en todo lo demás, o sea en la literatura.
Han sido 720 páginas.
Demasiadas para tan escaso resultado.
La historia está ambientada
en década de los cincuenta. Philip Marlowe se siente tan inquieto y solo como
siempre y el negocio vive sus horas bajas, cuando irrumpe en su despacho una
nueva clienta: joven, rubia, hermosa y elegantemente vestida, pretende que
Marlowe encuentre a un antiguo amante, un hombre llamado Nico Peterson. Tras
ponerse manos a la obra, Marolowe pronto descubre que la desaparición de
Peterson no es más que el primero de una serie de sucesos desconcertantes.
Antes de que se dé cuenta, Marlowe se verá enredado con una de las familias más
ricas de Bay City y podrá comprobar lo lejos que están dispuestos a llegar con
tal de proteger su fortuna… Sólo Benjamin Black, un maestro moderno del género,
era capaz de escribir una nueva aventura de Philip Marlowe.
Cómo lo he visto
Benjamin Black es el seudónimo de John Banville
(Wexford, Irlanda, 1945). Banville ha trabajado como editor de The Irish
Times y es habitual colaborador de The New York Review of Books. En
2005 obtuvo el Premio Booker con El mar, consagrada además por el Irish
Book Award como mejor novela del año. Entre sus novelas destacan también El
Intocable, Eclipse, Imposturas, Los infinitos y Antigua luz (Alfaguara,
2012), uno de los mejores libros del año según la crítica.
Bajo el seudónimo de Benjamin Black, ha publicado en
Alfaguara, con gran éxito de público y de crítica, El lémur (2009),
la serie de novela negra protagonizada por el doctor Quirke, adaptada a la
televisión por la BBC británica, con guion de Andrew Davies y Gabriel Byrne en
el papel de Quirke —El secreto de Christine (2007), El otro nombre de
Laura (2008), En busca de April (2011), Muerte en verano (2012)
y Venganza(2013)—, y la esperada novela La rubia de ojos negros,
escrita por invitación de los herederos de Raymond Chandler, el creador del
detective Philip Marlowe.
En una entrevista reciente en “El País” confiesa que si
alguien le hubiera propuesto resucitar a Phillip Marlowe le hubiera respondido “¡Cómo
se atreve!”.
También confiesa:
“Tengo una edad en la que he de probar cosas nuevas para no
marchitarme, para no consumirme. Siempre estoy escribiendo una novela de
Banville, pero me sobra energía literaria que derivo hacia Benjamin Black y,
ahora, hacia Chandler. Me divierte y estoy en un momento en el que me puedo
permitir asumir riesgos, hacer estupideces”.
Por supuesto es una falsa humildad ya que “La rubia de
los ojos negros” no es ninguna estupidez. Phillip Marlowe, el que todos
conocimos (el detective bebedor, mujeriego, siempre al borde de perder la
licencia y receptor de golpes cual estera polvorienta, pero con dignidad y
hasta una cierta ética) ha renacido o ha resucitado de la mano de John
Banville.
La novela contiene absolutamente todos los ingredientes de
las novelas de Chandler: mujer despampanante que contrata a Marlowe pero que
esconde más de lo que dice, matones, ricos sin escrúpulos que siempre escapan a
la “justicia para todos”, personajes encantadores y elegantes que embrollan la
trama... etc. etc.
La trama tiene un contenido creciente en intensidad y en complicación. Al principio, como existen pocos datos conocidos, la narración fluye más despacio, pero a medida que se avanza la complegidad aumenta hasta el fulgurante desenlace final.
Una novela negra clásica escrita por un gran escritor de
hoy.
¿Por qué tengo la impresión de que ésta no será la única
novela sobre Marlowe que escribirá Benjamín Black?.
La vida de Julius Winsome, en
una remota cabaña de los bosques de Maine, ha acabado pareciéndose al paisaje
que lo rodea: silencioso, aislado, insondable. Pero cuando su perro, Hobbes,
muere a manos de un cazador, en un descuido o en un acto de crueldad, la
discreta existencia de Julius, ya en la cincuentena, da un vuelco.
Precisamente, Hobbes era lo único que le quedaba de un antiguo y fugaz amor. En
adelante tendrá por toda compañía el viejo fusil familiar, con el que su abuelo
luchó en la primera guerra mundial, y los numerosos libros que cubren las
paredes de la cabaña.
Así lo he visto
Gerald Donovan era poeta
antes que novelista y ello se nota desde el principio de este libro que es el
tercero de este autor que se publica en España.
El título en español no se
corresponde con el original que es simplemente el nombre del protagonista:
Julius Winsome y supongo que quiere expresar el amor a la palabra escrita que
impregna toda la narración.
Pero Julius no es un inventor de palabras. Es más
bien un recolector de palabras antiguas, isabelinas ya en desuso. Su padre le enseñó
a recolectarlas, a memorizarlas y las suelta en cualquier situación ante el
asombro de sus interlocutores que no comprenden el idioma en el que habla.
Donovan ha imaginado un
hombre singular en un marco de lo más inhóspito: el Estado de Maine, cerca de
la frontera con Canadá. Allí, en una cabaña (me da la impresión que de grandes
dimensiones) en pleno bosque vive Julius Winsome, un cincuentón alto y
desgarbado rodeado de 3.328 libros que cubren el interior de todas las paredes
de la cabaña. Allí vivió su abuelo cuando regresó de la Gran Guerra y allí vivió
su padre, silencioso, reflexivo, culto. Julius no conoció a su madre que murió
en el parto y en la novela sólo tiene una breve relación amorosa con Claire,
una mujer madura que aparece un día de entre los árboles del bosque que rodean
la cabaña.
Julius está, pues, acostumbrado a la más absoluta soledad y a no
esperar nada de la vida que transcurre día tras día sin ninguna novedad.
Fue Claire la que le convenció
de que buscara un compañero, Hobbes, un perro mezcla de pitbull y terrier que se
convierte en su mejor amigo.
Cuando alguien (no se sabe si
por accidente o por maldad) mata a Hobbes, algo se rompe dentro del corazón de
Julius. Es en este punto cuando aparece otro protagonista de la novela: un
fusil Enfield de 1914 que trajo su abuelo al regresar de la guerra. Este fusil
se convierte en el instrumento de una venganza que va fluyendo con suavidad en
la segunda parte de la novela.
Donovan ha escrito un libro
muy especial por el ambiente, los personajes y el lenguaje literario que usa.
La verdad es que no me lo esperaba y me temía que tanta naturaleza, tanta nieve
y tanta soledad terminarían por cansarme. No ha sido así. He leído la novela de
un tirón con creciente interés y sorpresa porque la conducta de Julius Winsome
deja perplejo al lector.
Y como suele ocurrir con una
buena novela, lo mejor te espera en las últimas páginas.
Hay que seguir a Gerald
Donovan porque puede ser uno de los clásicos en el futuro.
Una de las autoras de
suspense más celebradas de nuestro tiempo, la autora bestseller Gillian Flynn,
retrata el mundo claustrofóbico de un matrimonio que hace aguas.
En un cálido día de verano
Amy y Nick se disponen a celebrar su aniversario de bodas en Misouri. Como cada
año, Nick espera hasta el último minuto para comprarle el regalo a Amy. No
obstante, no va a hacer falta, puesto que Amy desaparece esa misma mañana sin
dejar rastro. En el salón de su casa aparecen claras muestras de un forcejeo y
la policía se pone a investigar de inmediato. Enseguida quedan desconcertados
por la actitud de Nick: tan sereno que parece no importarle la desaparición de
su mujer. Inevitablemente, pues, las sospechan recaen sobre él, pese a que
mantiene su inocencia.
Mi opinión
Por favor. Mire este video
promocional pero muy revelador.
Si creen que ésta es una
novela de suspense normal, se equivocan de medio a medio.
Sí, al principio lo parece:
un matrimonio joven que se han casado enamorados y que el cabo de cinco años de
matrimonio tienen sus desavenencias y tensiones de convivencia... todo normal.
Pero fíjense en un detalle del vídeo. Amy dice “supongo que por él estaba
dispuesta a transformarme.” El enamoramiento hizo el milagro: Amy se “transformó”
en la mujer ideal para Nick y viceversa. Todo perfecto. Pero una transformación
de este tipo no es como darle a un interruptor: “ahora soy así... click... y
ahora asá”. No. La transformación en el cónyuge perfecto requiere un esfuerzo
continuado y Nick, un hombre “flojo”, con pánico a las mujeres, mimado por su
madre y por su hermana melliza, no es capaz de mantener la tensión
transformadora más que un cierto tiempo. Pierde el empleo, muere su madre,
tienen que trasladarse de Nueva York a Missouri... demasiadas bofetadas en poco
tiempo. Y él rebaja la tensión. Deja de intentar ser la pareja perfecta que Amy
necesita para continuar siendo “asombrosa”.
Al final del libro hay un
artículo de Rodrigo Fresán muy clarificador.
Escribe:
“Gillian Flynn nos habla (y
la leemos) como si se tratase de una stand-up comédienne que,
mientras nos hace reír, nerviosos, juguetea con un afilado cuchillo de cocina.
Lanzando frases ingeniosas y certeras y agudas mientras apunta a todo eso que
se esconde bajo la alfombra o dentro de cajones o en habitaciones mal
iluminadas en las que se entra poco, solo cuando es indispensable o se impone
el recordar algo que estaba tanto mejor en el olvido o la amnesia.
Y es entonces cuando pensamos
que lo que nos cuenta Gillian Flynn es que nadie es del todo como suponemos,
que nada es completamente lo que parece.
Y que el amor es un arma de
doble filo y un boomerang y una ratonera.
Lo que me lleva a precisar
que las tres novelas hasta la fecha de Gillian Flynn -policiales que también
pueden ser etiquetados como comedias de (muy malas) costumbres- vienen cargadas
de objetos puntiagudos y voces afiladas de mujeres fatales o fatalistas. De
mujercitas inmensas y todopoderosas. Cuidado con ellas.
Chick-lit, sí, pero con
garras y colmillos y ojos de rayos X.
A saber:
En Heridas abiertas (Sharp
Objects, de 2006) su heroína -la periodista Camille Preaker- volvía al pueblo
de su infancia en Missouri a investigar el secuestro y asesinato de dos niñas.
En sus ratos libres, Camille gusta de autoflagelarse con navajas, clavos,
hojillas de afeitar, etc. Y escribir palabras a lo largo y ancho de todo su
cuerpo.
En La llamada del Kill
Club (Dark Places, de 2009) su otra heroína -la perdedora profesional
Libby Day- sobrevive gastando los últimos dólares y exprimiendo los últimos
segundos a sus quince minutos de fama. Porque Libby es la única sobreviviente
de la masacre de su familia, en una granja de, otra vez, Missouri.
En Perdida -y nada
de lo muy bueno leído y disfrutado y temblado junto a Camille y a Libby nos
prepara para ella- su nueva heroína es la preciosa y adorable y perfecta Amy
Dunne y está, sí, perdidamente enamorada de Nick, la otra mitad de
una pareja envidiable, y ¿habrá algo más absurdo que envidiar a una pareja solo
por lo que muestra en público?
Pero...”
¿Es tan importante la fachada
de un matrimonio como para llegar al asesinato?.
Los padres de Amy son una
pareja muy compenetrada, ambos psicólogos infantiles, que llegan a conseguir
una pequeña fortuna escribiendo las aventuras de “La asombrosa Amy”, una serie
de gran éxito en los años 90 y que prácticamente está en todas las bibliotecas
del país. El personaje de la serie no es exactamente la Amy real, su hija, pero
ella quiere “transformarse” en este estereotipo perfecto y no puede permitir
que se matrimonio haga aguas sólo a los cinco años de duración. Y así se lo
hace sentir a su marido.
“Había un millón de hombres
que habrían amado, honrado y obedecido a Amy y se habrían considerado
afortunados de poder hacerlo. Hombres confiados y seguros de sí mismos, hombres
de verdad que no la habrían obligado a fingir ser ninguna otra cosa salvo su
perfecto, rígido, exigente, brillante, creativo, fascinante, rapaz y megalómano
yo.
No puedo avanzar más en la
trama sin destruir su misterio que es el gran atractivo de este libro. Lo que sí
deseo transmitirles es que, si desean pasar un rato de intriga y suspense, atrévanse
a echar un vistazo a este “asombroso” matrimonio.