A veces las altas expectativas son algo frustrantes. Por
ejemplo, si uno abre la última novela de un Premio Nobel en lengua castellana
espera encontrarse con situaciones, personajes, tramas, interesantes y de alta
calidad literaria.
Pero no me ha parecido el caso de “Cinco esquinas” de Mario
Vargas Llosa ya famoso por otros temas del corazón además de por muchas de sus
importantes obras literarias.
Me pregunto si su nuevo estrellato puede haber influido en
su deriva erótica que se refleja en esta novela.
Dos parejas (ellos, un ingeniero de minas y un abogado,
ambos pertenecientes a la élite más exclusiva de la Lima de Fujimori y
Montesinos) y ellas amigas de toda la vida, de pronto descubren los placeres
del sexo lésbico mientras sus maridos (un ingeniero de minas y un abogado
famoso).
Hasta aquí no hay nada especialmente notable. Pero cuando
uno lee esta novela de Mario Vargas Llosa queda un poco perplejo ante las
descripciones tan detalladas y pormenorizadas de los (bastantes) actos sexuales
que aparecen en ella. Si se tratara de una novela del tipo “Sombras de Grey” no nos extrañaría tanto. La
semi (o sin semi) pornografía es la sustancia de este género que tanto éxito a
cosechado últimamente. Pero nadie podía pensar que el Premio Nóbel se apuntara
a él. Porque si el sexo explícito es el nudo de aquellas novelas, En una novela
dramática no hace falta tanta iluminación y detalle para exponer la pasión lésbica
de dos amigas.
Creo que sería más interesante para el lector conocer lo que
era la Lima en la década de los 90. Un contexto muy duro de la historia peruana
con toques de queda, bombas cada noche, secuestros y corrupción política. Un
contexto del que Vargas Llosa pasa de puntillas cuando el lector podría esperar
que tuviera un mayor desarrollo en la trama.
Un periodista de una revista amarilla consigue unas fotos
comprometedoras (una sucia orgía con prostitutas) del ingeniero y lo chantajea.
Este se niega a las pretensiones del delincuente y éste publica las fotos con
resultados catastróficos (y no digo para quién).
Básicamente la cosa va por este camino.
Pero a partir de aquí, la trama se pierde en personajes
secundarios no demasiado bien desarrollados y con subtramas que no vienen a
cuento.
Finalmente el Premio Nobel termina su trabajo de aliño con
un bajonazo complaciente y efectista.
Bastante decepcionante
También tenía bastantes esperanzas con la nueva novela de
Jonas Jonasson “EL matón que soñaba con un lugar en el paraíso”. Recordarán que
este autor sueco dio un campanazo con aquella desternillante comedia titulada “EL
abuelo que saltó por la ventana y se largó” y también con la siguiente “La
analfabeta que era un genio de los números”. Con grandes esperanzas, pues,
empecé con esta del matón porque la sinopsis pintaba bastante bien:
“La trama se centra en un trío de personajes encabezados por
Johan «Asesino» Andersson, quien, después de cumplir en la cárcel tres largas
condenas por homicidio, se gana la vida realizando pequeños trabajos de
intimidación para los gángsteres locales mientras lucha contra su afición a la
bebida, que está empezando a afectar negativamente su desempeño profesional.
Todo cambia, sin embargo, el día que conoce a una pastora
protestante que no cree en Dios y un apocado recepcionista de un antiguo burdel
reconvertido en hotel de una estrella. Una vez que el azar los ha reunido bajo
el mismo techo, el instinto de supervivencia los lleva a idear una solución
permanente para dejar atrás la pobreza. Si a la innegable habilidad de Asesino
para amedrentar al prójimo sumamos una gestión adecuada y un plan de negocio
que incluya relaciones públicas de calidad, el éxito parece asegurado… Y así
sucede hasta que el repentino encuentro de Asesino Anders con Jesucristo
amenaza con dar al traste con el maravilloso tinglado, lo que obligará a la
pastora y al recepcionista a rediseñar su estrategia para evitar volver a la
existencia precaria y anodina que llevaban antes de que el devoto matón se
cruzara en su camino.”
En muchos sentidos esta novela sigue la senda de las
anteriores en el humor descelebrado, la sátira social y el surrealismo, pero me
ha parecido que ha exagerado algo en la utilización que hacen las personas de
la religión. En otras palabras: esperaba más de este autor y me temo que ésta
sea la novela más floja de las tres. Una lástima.
La mala racha la rompe felizmente “El elefante desaparece” , lo último de Haruki Murakami.
Nos llega tras “Hombres sin mujeres” esta antología de 17
cuentos cortos que ha tardado quince años a llegar a nosotros traducida por
Tusquets.
En estos 17 cuentos hay de todo: prosa poética, situaciones
absurdas dentro de la cotidianeidad más absoluta, reflexiones sobre las
dificultades entre la comunicación entre hombres y mujeres, o la invasión del
mundo onírico en la realidad de sus personajes.
Pero Murakami tiene esta increíble habilidad para hacernos
entrar en las situaciones más caóticas como si fueran normales en nuestra vida
y así lo aceptamos. Por que nos emociona y nos conmueve. Por eso es quién es,
claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario