Hay novelas aditivas. Eso todos lo sabemos.
Tampoco hay muchas. Pero alguna cae de tanto en tanto y,
cuando ello sucede, uno puede sentirse afortunado y disfrutar de una buena
lectura.
Pero conviene tomar algunas precauciones.
La más importante: no iniciar la lectura antes de dormir. Si
no tomas esta precaución te expones a que te toquen las tres (o las cuatro!) de
la madrugada casi sin darte cuenta.
Y eso no es lo peor.
Cuando finalmente decides cerrar el libro y apagar la luz,
las imágenes de lo leído culebrean en tu mente y se te plantea la gran
pregunta: “Y ahora ¿qué es lo que va a pasar con...?”. Y empiezas a elucubrar
posibles alternativas a el final de la trama.. sin parar y cada vez más
descabelladas.
Cuando, agotado, te rindes a la inconsciencia del sueño,
llegan las pesadillas directamente extraídas de la reciente lectura.
Total. Que cuando suena el despertador emerges del sueño más
cansado que antes de dormirte.
Definitivamente: hay que tomar precauciones ante este tipo
de lecturas.
Y todo este preámbulo viene a cuento de prevenirles respecto
a dos novelas recientes. Recuerden el consejo: No las lean antes de dormir.
La primera es “Rosy
& John” de Pierre Lemaitre. ¿Recuerdan a “Irene” y (sobre todo) a “Alex”?.
¿Recuerdan al Comisario Camille Verhoeben?. Pues esa es la tercera entrega de
la serie y es tan adictiva o más que sus precedentes. Planteamiento totalmente
inesperado: Rosy, una madre soltera cumple condena por el homicidio de la novia
de su hijo John. Este pone una bomba en el centro de Paris y se presenta a la
policía autoinculpándose. ¿Ya está? ¿Resuelto el caso?. No! Que va!. Confiesa
que ha colocado siete bombas más y que explotarán a un ritmo de una diaria si
no sacan de la cárcel a su madre y le entregan tres millones de euros y dos
billetes para Australia. Ahí lo tienen. Les aseguro que disfrutarán de la
lectura. Y saben por qué?. Porque Pierre Lamaitre, además de un gran narrador
no tiene ninguna vergüenza de confesar que es un buen discípulo de Alejandro
Dumas. El que nos deslumbró con sus personajes en nuestra adolescencia.
La segunda novela con la que hay que tomar precauciones es “Policia” de Jo Nesbo. Y sí. Es la
continuación de “El muñeco que viene” y “El Leopardo”.
Por supuesto es tan aditiva e imprevisible como sus
anteriores entregas. Aquí el famoso comisario Harry Hole está ya fuera de
juego. Pero su equipo se enfrenta con un asesino en serie de policías. De policías
que no supieron o no pudieron resolver crímenes espantosos. Y los asesina en el
mismo escenario en donde sucedieron.
Muy buena.
Con la tercera recomendación no hay que tomar tantas
precauciones. Se trata de “Cicatriz”
de Sara Mesa. Una novela muy galardonada y recomendada por la crítica
especializada.
Con ese título (idéntico a la novela de Juan Gómez-Jurado)
uno espera encontrarse también ante una novela negra o una historia de una
mujer herida por alguien. Eso pensaba cuando empecé a leerla. Les adelanto que
no es esa la trama. Es una extraña historia de la relación (casi siempre
epistolar y distante en el espacio) entre una chica normal y algo desprevenida y
un ladrón de supermercado bastante fetichista.
Francamente me espera más tras tanto elogio y premio. Pero
puede leerse si uno no se parapeta de increduldad.
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