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viernes, 9 de diciembre de 2016

Me llamo Lucy Barton. Elisabeth Strout

Me llamo Lucy Barton

Elisabeth Strout



En una habitación de hospital en pleno centro de Manhattan, delante del iluminado edificio Chrysler, cuyo perfil se recorta al otro lado de la ventana, dos mujeres hablan sin descanso durante cinco días y cinco noches. Hace muchos años que no se ven, pero el flujo de su conversación parece capaz de detener el tiempo y silenciar el ruido ensordecedor de todo lo que no se dice. En esa habitación de hospital, durante cinco días y cinco noches, las dos mujeres son en realidad algo muy antiguo, peligroso e intenso: una madre y una hija que recuerdan lo mucho que se aman.

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Elisabeth Strout es, para mí, lo mejor de lo mejor. Desde que leí Olive Kitterindge quedé prendado de su forma de escribir. De lo que cuenta y cómo lo cuenta. Me he preguntado muchas veces, ¿cual es su secreto?. ¿Cómo es posible que alguien escriba con esta aparente facilidad como si las palabras surgieran como el agua de una roca?. En este, su último y esperado (para mí) libro creo que he descubierto su secreto. Luego lo diré.
¿De qué va (realmente) "Me llamo Lucy Barton"?. Va del amor y el sufrimiento. De la soledad y el terror. De la humillación y de la reconciliación. ¡De tantísimas cosas del alma humana!. Es casi imposible describirlo.

Lucy Barton nace en un pueblecito de Illinois llamado Amgash en medio de la escasez económica pero , principalmente, de la escasez de afecto. (O de expresión del afecto).

Sarah Payne (su amiga escritora famosa) cuando leyó lo primero que había escrito, le dijo: “Mira, escúchame, y escúchame con atención. Lo que estás escribiendo, lo que quieres escribir –volvió a inclinarse hacia delante y dio unos golpecitos con un dedo en las hojas que le había dado– es muy bueno y te lo publicarán. Pero escúchame bien. La gente se te echará encima por unir pobreza y maltrato. Una palabra tan absurda, una palabra tan convencional y absurda como maltrato, pero la gente dirá que puede haber pobreza sin maltrato, y tú no dirás nada. Nunca defiendas tu trabajo, nunca. Ésta (la historia de su familia) es una historia de amor, tú lo sabes. Es la historia de un hombre atormentado todos los días de su vida por cosas que hizo en la guerra. Es la historia de una esposa que se quedó a su lado, porque eso es lo que hacían la mayoría de las esposas de esa generación, y cuando va a la habitación del hospital a ver a su hija habla compulsivamente de que el matrimonio de todo el mundo va mal, y ella ni siquiera lo sabe, ni siquiera sabe lo que está haciendo. Es la historia de una madre que quiere a su hija. De una manera imperfecta, porque todos amamos de una manera imperfecta. Pero si mientras escribes esta novela te das cuenta de que estás protegiendo a alguien, recuerda una cosa: que no lo estás haciendo bien.”

Una gran parte del libro relata las conversaciones que tiene Lucy con su madre a lo largo de sólo cinco días. Ella estaba recuperándose de una intervención quirúrgica en un hospital de Nueva York y allí pasó nueve semanas y su madre, a la que no había visto en bastantes años, 
la sorprende presentándose en su habitación. Lo que hablan, lo que ambas sienten o lo que recuerdan es el corazón del libro.

Pero hay muchas más pequeñas historias contadas deslabazadamente y sin una relación de tiempo. Porque el secreto de esta autora es que escribe como si estuviera sentada a tu lado y te contara anéctotas de otras personas, de un tiempo pasado pero siempre rehuyendo la expresión de los sentimientos propios. Por eso la escritora le dice a Lucy "Es la historia de una madre que quiere a su hija de una manera imperfecta, porque todos amamos de una manera imperfecta".

Su escritura no parece literaria pero es próxima, cálida, directa, impactante pero sin pretenderlo. Te deja conmovido porque entiendes que te está hablando de lo que tú quisieras poder hablar y no te atreves.

Es un libro de cinco estrellas. Ese sí. Y gracias a la persona que me lo prestó.

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