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domingo, 18 de diciembre de 2016

Capricho. Almudena de Arteaga

Capricho

Almudena de Arteaga

Capricho es una fantástica novela histórica narrada por la misma condesa - duquesa de Benavente, una de las damas de la alta aristocracia que más títulos tuvo en su haber. A lo largo de sus páginas, la condesa - duquesa recibe con asombro la noticia de que su protegido, el pintor Francisco de Goya ha pintado un retrato de una dama desnuda, algo escandaloso para su tiempo. Mucho más si se cree que la modelo podría haber sido su propia prima Cayetana, la duquesa de Alba que por aquel entonces había enviudado y disfrutaba de la vida como nunca. A pesar de las pesquisas, indagaciones y constantes preguntas a su prima Cayetana, María Josefa no descubrirá quien es en verdad la dama o damas que conforman en verdad el retrato de la gitanilla desnuda

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Con el pretexto de una anéctota respecto a la desaparición del cuadro de desnudo de Cayetana de Alba, Almudena de Arteaga nos ofrece toda una perspectiva de la situación político y social de la alta clase noble española en el infausto reinado de Carlos IV y de no menos infausto valido, Miguel de Godoy, Príncipe de la Paz.

Condesa de Benavente          Duquesa de Alba                    Condesa de Chinchón
Estos son las tres protagonistas de la novela, inmortalizadas por el genial pincel de Francisco de Goya y Lucientes que quería simbolizar con ellos la sabidura, la seducción y la dulzura: los tres atributos que él admiraba de la feminidad.


María Josefa Alonso-Pimentel de la Soledad y Téllez-Girón, condesa-duquesa de Benavente y duquesa de Osuna, casada con su primo Pedro de Alcántara Téllez-Girón y Pacheco, IX duque de Osuna es la protagonista principal de la obra y, en primera persona, narra los acontecimientos que sucedieron en la Corte a finales del siglo XVIII justo antes de la invasión napoleónica. Mujer ilustrada, madre de cinco hijos a los que dedicó gran parte de su vida, fue una mujer bastante libre (para aquellos tiempos diríamos de "libérrima") que se rodeó de arte, de cultura y fue mecenas de hombres de la talla de Goya o de Moratín.
Su prima, María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, duquesa de Alba, Grande de España está ya viuda en 1796 cuando se inicia el relato. Las conversaciones entre las dos sirven a la autora para reflejar las distintas perpectivas sobre las costumbres (más bien licenciosas) que tenía la nobleza en una sociedad muy degradada desde todos los puntos de vista y que iba a ser arrasada por desastres y guerras sin fin.
Finalmente está la pobre y desgraciada María Teresa de Borbón y Vallabriga, XV condesa de Chinchón y I marquesa de Boadilla del Monte que con diecisiete años fue obligada por su primo, el rey Carlos IV, a casarse con Manuel Godoy que la sometió a todo tipo de ultrajes incluso el de tener que convivir con la amante de su marido y los hijos de ambos. Ahí en su cuadro está reflejada su tristeza y su soledad.

Hay una escena en la que Goya está pintando el cuadro y se acerca a él la protagonista la condea de Benavente. Observa la pintura y le dice: 
"—Es hermoso. Habéis logrado reflejar en su mirada toda su dulzura, su sentimiento, su melancolía, su…


Don Francisco alzó el pincel para solicitarme silencio.
—Su inocencia —concluyó.
—Sí, es el adjetivo perfecto —dije sonriendo—. Nadie como vuestra merced para pintar semblantes. ¡Qué diferente expresión a la que tiene en el retrato que le pintasteis en Arenas de San Pedro cuando apenas tenía tres años! La luminosa sierra de Gredos de fondo, el caniche a sus pies, la mirada fija en el espectador y los brazos en jarras sujetándose la mantilla a la altura de la cintura. Demostraba esa seguridad en sí misma que ahora de adulta tanto le falta. —Estudié más minuciosamente la pintura inacabada—. Hoy, en cambio, la pintáis sobre un fondo oscuro como la noche. Nadie ni nada la acompaña excepto la miniatura de un insignificante retrato de su marido en el anillo. Está sentada. Casi derrengada. Es como si hubiese cumplido mil años de mustia soledad. Sólo las espigas de su tocado pueden hacer referencia a la ansiada compañía de un hijo, a su futura fertilidad."

Aunque todos los lectores de Almudena de Arteaga estamos acostumbrados a cómo esta autora documenta escrupulosamente sus novelas, en ésta este cuidado en todos los detalles históricos nos indica que se realizó un gran trabajo documentalístico.

El título de la novela se refiere a una de las obras con las que engrandeció Madrid la protagonista de la novela: el palacio y el parque de el Capricho en la Alameda de Osuna.






















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