Dolores Redondo
En el escenario majestuoso de la Ribeira Sacra, Álvaro sufre
un accidente que acabará con su vida. Cuando Manuel, su marido, llega a Galicia
para reconocer el cadáver, descubre que la investigación sobre el caso se ha
cerrado con demasiada rapidez. El rechazo de su poderosa familia política, los
Muñiz de Dávila, le impulsa a huir pero le retiene el alegato contra la
impunidad que Nogueira, un guardia civil jubilado, esgrime contra la familia de
Álvaro, nobles mecidos en sus privilegios, y la sospecha de que esa no es la
primera muerte de su entorno que se ha enmascarado como accidental. Lucas, un
sacerdote amigo de la infancia de Álvaro, se une a Manuel y a Nogueira en la
reconstrucción de la vida secreta de quien creían conocer bien.
La inesperada amistad de estos tres hombres sin ninguna afinidad aparente ayuda a Manuel a navegar entre el amor por quien fue su marido y el tormento de haber vivido de espaldas a la realidad, blindado tras la quimera de su mundo de escritor. Empezará así la búsqueda de la verdad, en un lugar de fuertes creencias y arraigadas costumbres en el que la lógica nunca termina de atar todos los cabos.
La inesperada amistad de estos tres hombres sin ninguna afinidad aparente ayuda a Manuel a navegar entre el amor por quien fue su marido y el tormento de haber vivido de espaldas a la realidad, blindado tras la quimera de su mundo de escritor. Empezará así la búsqueda de la verdad, en un lugar de fuertes creencias y arraigadas costumbres en el que la lógica nunca termina de atar todos los cabos.
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Si no hubiera sido porque me lo regaló una buena amiga con la siempre coincido en gustos literarios, probablemente no hubiera leído esta novela. Exceptuando "EL Mundo" de Juan José Millás, los Premios Planeta me han decepcionado bastante.
En un principio pensé que esta obra pertenecía a la saga del Valle del Baztán, la trilogía que ha hecho famosa a Dolores Redondo, pero al leer la sinopsis me dí cuenta de que habíamos saltado a un gran Pazo en Lugo y que la trama no tenía nada que ver con la inspectora de la Policía Foral, Amaia Salazar.
La trama es complicada (por decir algo), algunos personajes tienen una conducta inusual (por no decir increíble), hay tantos sospechosos que el lector termina por dejar de sospechar (y que sea el que fuere) y todos... todos los hombres lloran. No lloran un poquito. Lloran a raudales. Empapan las camisetas, los abrigos, las pistolas... todo. No es que sea algo malo que los hombres lloren, pero parece poco probable que a todos le pegue la llorera la misma semana.
El personaje que me ha gustado más es el de la abuela, la señora del Pazo. Está descrito de maravilla. Cada palabra que sale de su boca es como un sapo venenoso. Fantástica.
Me temía que Dolores Redondo hubiera echado mano aquí de trasgos y meigas como los seres mitológicos euskaldunes de sus novelas del Baztán. Pero no. Se limita a dos pinceladas esotéricas más poéticas que otra cosa.
Al final llega la redención de tanta maldad y en eso se parece un poco a las novelas moralistas del siglo de oro.
Se puede leer.
Me gusta tu sinceridad en las reseñas.
ResponderEliminarYo caí atrapada en la trilogía, y por tanto me apetece leer nuevos libros de Dolores Redondo. A pesar de que me frene que haya sido premio Planeta.
Un abrazo
Lloran, lloran y se desmayan. Y los malos se saben desde el primer momento. La señora mala no es otra que Angela Channing con traje de época. Chin pun!
ResponderEliminarQue tomadura de pelo es esta novela ! ¿Cómo serian las otras que optaban al Planeta?
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