Jonathan Franzen
El relato gira en torno a una joven de nombre dickensiano,
Purity 'Pip' Tyler, que tras su paso por la universidad se afana en encarrilar
su vida acorde con unos principios que considera irrenunciables.
Atrapada en una relación malsana con su madre, que nunca ha
querido revelarle el nombre de su padre ni por qué se cambió el apellido antes
de que ella naciese, Pip sobrevive con trabajos intrascendentes hasta que el
encuentro fortuito con una mujer involucrada en el activismo antibelicista se
traducirá en unas prácticas en el Sunlight Project, una organización radicada
en Bolivia que se dedica a revelar secretos de personas, corporaciones y
gobiernos.
El fundador y artífice del negocio es Andreas Wolf, un
carismático agitador de la ex RDA reciclado durante el caótico período
posterior a la caída del Muro de Berlín. El sospechoso interés de Andreas por
Pip trastocará sus ideas convencionales sobre el bien y el mal, empujándola
hacia un destino que no figuraba ni remotamente en su imaginación.
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Jonathan Franzen no se prodiga mucho; quizás una obra cada dos años. Pero todas ellas son voluminosas y profundas abordando temas y problemáticas actuales (casi todas relacionadas con el medio ambiente, las nuevas tecnologías, la globalidad, etc) para crear ambientes y contextos en donde seres humanos normales (o sea complejos y contradictorios) intentan sobrevivir y ser felices. Casi nunca lo logran como la realidad se empeña en demostrarnos.
Para mi gusto, es de los mejores autores norteamericanos actuales y todos sus libros me han encantado.
Este, el que más.
El título es "Pureza" (Purity) y sí, se refiere a la principal protagonista, Pit y también a la concepción ética de algunos de los personajes (quizás tan "puros" que no viven en la realidad, sino que se han creado una para ellos). Pero el libro trata sobre todo de la culpa. En un mundo en el, al morir Dios, la religión (la via inventada por el ser humano para comunicarse con El) se vuelve irrelevante. Pero ello no quiere decir que la gente no sienta la culpa de sus acciones o de sus omisiones. No hay una lista de pecados, pero el pecado aún existe.
La palabra "culpa" se repite en los sentimientos de todos los personajes de una forma u otra. Franzen pone el microscopio en el alma de cada uno de ellos y el lector se asombra de la claridad y la complegidad de lo que le están mostrando de forma tal que, aún siendo un libro voluminoso, uno no puede dejar de leerlo un día tras otro.
Los hechos que se narran van de la década de los sesenta hasta la actualidad y los ambientes cambian de Denver o San Francisco a la República Democrática Alemana. La caída de ésta última es una parte importante de la trama. Y si Franzen tiene tanto interés en enseñarnos lo que era la gris, triste y desesperanzada vida de esta utopia fallida que fue la RDA es para compararla con otra dictadura que vivimos ahora y de la que no nos damos cuenta. Pero no quiero desvelar más que lo justo para esta reseña cuyo objetivo es: "Leala".
Tenemos, pues, dos mundos, dos dimensiones que se fundieron con la caída del muro. O una colapsó y otra la engulló. Como quieran.
En cada uno de estos mundos nos presentan a varias madres. Todas muy diferentes entre sí.Todas con serios problemas y desequilibrios que marcarán las vidas de sus hijos e hijas ya que para ellos sus madres lo eran todo. La amaban y odiaban simultáneamente.
Pero la acción no sólo se desarrolla en la relación materno filial, sino que hay (además de la culpa omnipresente) un asesinato, traiciones, confidencias que nunca se hubieran de haber hecho, y mucho rencor.
Unos personajes tienen claros problemas de autoestima y otros, todo lo contrario. O van pasando de una estado a otro alternativamente. Porque con Franzen ya he dicho que los personajes no son espantapájaros. Son seres de carne y hueso y, por tanto, contradictorios.
Es un gran libro y creo que si lo leen no van a olvidar a Pit, a Andreas, a Karla, a Tom, a Leila y a un montón más. Una vez comprendes lo que en realidad está pasando ya no podrás desentenderte de este libro.
Jonathan Franzen no se prodiga mucho; quizás una obra cada dos años. Pero todas ellas son voluminosas y profundas abordando temas y problemáticas actuales (casi todas relacionadas con el medio ambiente, las nuevas tecnologías, la globalidad, etc) para crear ambientes y contextos en donde seres humanos normales (o sea complejos y contradictorios) intentan sobrevivir y ser felices. Casi nunca lo logran como la realidad se empeña en demostrarnos.
Para mi gusto, es de los mejores autores norteamericanos actuales y todos sus libros me han encantado.
Este, el que más.
El título es "Pureza" (Purity) y sí, se refiere a la principal protagonista, Pit y también a la concepción ética de algunos de los personajes (quizás tan "puros" que no viven en la realidad, sino que se han creado una para ellos). Pero el libro trata sobre todo de la culpa. En un mundo en el, al morir Dios, la religión (la via inventada por el ser humano para comunicarse con El) se vuelve irrelevante. Pero ello no quiere decir que la gente no sienta la culpa de sus acciones o de sus omisiones. No hay una lista de pecados, pero el pecado aún existe.
La palabra "culpa" se repite en los sentimientos de todos los personajes de una forma u otra. Franzen pone el microscopio en el alma de cada uno de ellos y el lector se asombra de la claridad y la complegidad de lo que le están mostrando de forma tal que, aún siendo un libro voluminoso, uno no puede dejar de leerlo un día tras otro.
Los hechos que se narran van de la década de los sesenta hasta la actualidad y los ambientes cambian de Denver o San Francisco a la República Democrática Alemana. La caída de ésta última es una parte importante de la trama. Y si Franzen tiene tanto interés en enseñarnos lo que era la gris, triste y desesperanzada vida de esta utopia fallida que fue la RDA es para compararla con otra dictadura que vivimos ahora y de la que no nos damos cuenta. Pero no quiero desvelar más que lo justo para esta reseña cuyo objetivo es: "Leala".
Tenemos, pues, dos mundos, dos dimensiones que se fundieron con la caída del muro. O una colapsó y otra la engulló. Como quieran.
En cada uno de estos mundos nos presentan a varias madres. Todas muy diferentes entre sí.Todas con serios problemas y desequilibrios que marcarán las vidas de sus hijos e hijas ya que para ellos sus madres lo eran todo. La amaban y odiaban simultáneamente.
Pero la acción no sólo se desarrolla en la relación materno filial, sino que hay (además de la culpa omnipresente) un asesinato, traiciones, confidencias que nunca se hubieran de haber hecho, y mucho rencor.
Unos personajes tienen claros problemas de autoestima y otros, todo lo contrario. O van pasando de una estado a otro alternativamente. Porque con Franzen ya he dicho que los personajes no son espantapájaros. Son seres de carne y hueso y, por tanto, contradictorios.
Es un gran libro y creo que si lo leen no van a olvidar a Pit, a Andreas, a Karla, a Tom, a Leila y a un montón más. Una vez comprendes lo que en realidad está pasando ya no podrás desentenderte de este libro.
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