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miércoles, 28 de septiembre de 2016

Mujer bajando la escalera. Bernard Schlink

Mujer bajando la escalera
Bernard Schlink



El argumento en sí es sencillo. Peter Gundlach, el dueño del cuadro, Mujer bajando una escalera, pintado por Karl Schwind, cuya modelo fue Irene Gundlach, y el narrador, el abogado de Schwind, se encuentran enzarzados en una disputa. Puede ser porque Irene abandonó a su marido y se fue a vivir con el artista. El narrador, entonces un joven abogado, recibe el encargo del bufete de ayudar a Schwind a solucionar el desacuerdo con el dueño de la pintura. Ha habido una serie de incidentes, la tela fue misteriosamente desfigurada, por lo que el artista se ofrece a arreglarla. Otros accidentes posteriores dañan de nuevo la pintura, y el enfrentamiento del dueño y del artista no cesan.

En principio, parece que por la tela, si bien el hecho de que Irene, la mujer que aparece desnuda en el cuadro, se haya ido con el pintor también enturbia la situación. En un momento dado, Irene le propone al narrador que roben el cuadro y huyan juntos. Él accede, pero ella se escapará sola con el cuadro robado.Años después, el abogado, viudo y ya mayor, con hijos adultos, encuentra en un museo de Sidney el famoso retrato, que había desaparecido de la faz de la tierra, y que resultaba inencontrable, porque nadie lo había denunciado como robado.

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Bernard Schlink es el autor de la célebre novela llevada al cine por Stephen Daldry "El Lector". No leí la novela pero la película me encantó.
De cualquier forma tiene poco ue ver con ésta. 
Parece que el autor se inspiró en un cuadro de Gerhard Ritchter titulado "Ema. Desnudo en una escalera" de 1966. En él vemos a una mujer desnuda bajando por una escalera. Parece como si el pintor sufriera algun tipo de anomalía en la visión porque la imagen es poco nítida.

La novela también tiene muchas partes borrosas, indefinidas. Sobre todo las que se refieren a los sentimientos, emociones y deseos de sus cuatro protagonistas: El marido, Peter Gundlach, acostumbrado a conseguirlo todo por su poder y dinero (pero ¿por qué esta obsesión por tener el cuadro si ya no tiene a su mujer, la modelo?); el pintor, Karl Schwind que también está obsesionado (¿por su propio cuadro que restaura una y otra vez o por Irene, su modelo?) el protagonista y narrador del relato que se enamora como un pipiolo de Irene y se deja manipular sin ninguna resistencia y la propia Irene. La figura más compleja, poliédrica, ambigua y, al propio tiempo, tan sentimental y sugerente.

El libro tiene tres partes bien diferenciadas: la primera platea la trama: el papel de los cuatro personajes: Gundlach hiriendo su propio cuadro; Schwind reparándolo continuamente; el joven abogado nadando entre dos aguas de su oficio y su enamoramiento e Irene que busca, por encima de todo huir de todos con su cuadro.

La segunda es el reencuentro de los cuatro, cuarenta años después en una apartada península de Australia. Sus disputas de siempre y su visión del arte moderno y su futuro.

Y la tercera, y más impactante son los catorce días que pasan solos el abogado e Irene en esa tierra perdida. Ella muriéndose y él cuidándola y alimentándola con historias de los que hubiera podido pasar si...

Es una novela compleja y al tiempo, sutil. Ahora que oímos tanto que debemos desconfiar de aquellos que propugnan soluciones sencillas a problemas complejos, también deberíamos aplicar esta máxima a nuestras lecturas: cuando los personajes son sencillos y trasparentes es que no son humanos, sólo espantapájaros para lectores que no quieren pensar. Quizás porque temen a sus propios sentimientos.

Al igual que "El lector", la protagonista femenina tiene cierta crueldad con los que ama (o cree que ama) aparte de los tres protagonistas ya citados: su marido en la RDA y su hija Julia con la que no ha intentado contactar en décadas, Se hace difícil no compadecer a Irene (especialmente en sus últimos días) pero tampoco se comprenden bien sus sentimientos.

Me ha gustado mucho.

E



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