Me desperté temprano y saqué al perro
Kate AtķinsonLumen
Hay días en que ciertas decisiones se imponen sin pedir
permiso: Tracy Waterhouse, una mujer de mediana edad con unos kilos de más y
muchas ilusiones de menos, paseaba distraída por un centro comercial de la
ciudad de Leeds, intentando decidir qué galletas comprar para dar un poco de
color a su cena solitaria, cuando vio a
La verdad es que elegí este libro por lo llamativo del título
sin saber nada ni de la autora ni del contenido. Un ejemplo más de lo
importante que es elegir bien el título de un libro.
Cuando empecé a leerlo me interesé por la autora y cómo escribió el libro. Les sugiero que lean la reseña que en su
día hizo las páginas culturales de “El País”. La encontrarán aquí.
El planteamiento del inicio es interesante: cómo en un segundo, en el que (como se dice vulgarmente) "se te va la pinza", puedes cambiar el resto de tu vida, para bien y para mal. O como dice la autora "La justicia no siempre coincide con lo que debería ser justo". Porque (y ahí está lo que es interesante para mí) este momento de locura o de sin sentido tiene unas raíces, unas causas ocultas en lo más profundo de la mente. No es un simple cortocircuito neuronal. Tracy Waterhouse compra una niña a una prostituta por alguna razón, aunque ella misma no sea consciente de ello.
Al leer el inicio de la novela, en la que se hace la
descripción física y psicológica de los personajes, uno tiene la impresión de
que se halla ante una serie de seres humanos bastante perdidos, que navegan por
la vida sin un norte establecido, con un pasado detestable y un futuro de lo más
sombrío. Sus aspectos físicos no siempre se corresponden con el concepto que
ellos mismo se tienen de sí.
“Cuando Tracy estaba en la policía, sus compañeros en el
cuerpo —hombres y mujeres— daban por hecho que era lesbiana. Ahora tenía más de
cincuenta años, y tiempo atrás, cuando entró en la policía de Yorkshire del
Oeste como cadete novata, había que ser un chico más para apañárselas. Por
desgracia, una vez habías establecido que eras una arpía dura de pelar, se
hacía difícil admitir que llevabas dentro una mujer dulce y tierna. De todas
formas, ¿por qué iba a querer nadie admitir algo así?
Cuando aceptó el empleo en el centro comercial Merrion se
dijo que era «borrón y cuenta nueva» e hizo algunos cambios: no solo se mudó de
casa sino que también se depiló el bigote, se dejó crecer el pelo para tener un
aspecto más dulce, se compró blusas con lazos y botones de perla y zapatos con
un poquito de tacón para llevarlos con el consabido traje chaqueta negro. No
funcionó, por supuesto. Fue consciente de que, con o sin vales para el
balneario, la gente seguía considerándola una tipa vieja, hombruna y mandona.”
La septuagenaria actriz secundaria de folletones
televisivos, Matilda Tilly, padece de una serie de problemas físicos y mentales
que cree conocer bien: su miopía, su creciente falta de memoria o su soledad.
Pero, por lo visto, desconoce otros:
“Hacía poco, había empezado a advertir toda una serie de
objetos que aparecían de pronto en su bolso: llaveros, sacapuntas, tenedores y
cuchillos, posavasos. No tenía ni idea de cómo habían ido a parar ahí. ¡El día
anterior había encontrado una taza con su platillo! La abundancia de cubiertos
y tazas sugería que trataba de reunir un ajuar.”
Jackson Brodie, el protagonista de la novela (ésta es la
cuarta y, hasta ahora, última entrega de una serie) anda de un lado a otro, de
una abadía a la siguiente o de una relación a otra, sin tener una conciencia
demasiado clara de lo que hace.
Tracy Waterhouse se encuentra de pronto de la mano de
una niña de cuatro años que acaba de comprar en un impulso incomprensible.
Matilda Tilly descubre que está robando pieza a pieza un
ajuar de té.
Jackson Brodie va por la calle con un perro que acaba de
quitar a un matón maltratador.
Todos son, del alguna forma, culpables de apropiarse de lo
que es suyo. Pero... y ahí viene la reflexión de la autora: "La justicia
no siempre coincide con lo que debería ser justo". Porque ¿qué perspectivas le esperan a una niña de cuatro años viviendo con una prostituta drogadicta, en comparación con las que puede tener con una mujer expolicía, con un buen retiro y unos deseos enormes de demostrar su cariño por alguien?.
Me parece un buen planteamiento moral. Pero podemos esperar mucho más que todo ésto de una escritora como Kate Atkinson (a la que acabo de descubrir).
El relato es bastante más complejo.
Por medio de "flash-backs" conoceremos nuevos personajes y cómo éstos influyeron en estos tres primeros. Si el hombre es él y sus circunstancias, veremos cómo todos los personajes se humanizan, dejan de ser de cartón piedra y se acercan a una realidad posible y factible. Aunque sorprendente.
El relato es bastante más complejo.
Por medio de "flash-backs" conoceremos nuevos personajes y cómo éstos influyeron en estos tres primeros. Si el hombre es él y sus circunstancias, veremos cómo todos los personajes se humanizan, dejan de ser de cartón piedra y se acercan a una realidad posible y factible. Aunque sorprendente.
Treinta años antes de estos acontecimientos, en un barrio
marginal de la ciudad norteña de Leeds, dos policías, la agente Tracy
Waterhouse, una chica grandota y desgarbada recién salida del período de
prueba, y el agente Ken Arkwright, un blanco corpulento de Yorkshire con un
corazón que era pura grasa, estaban ascendiendo al quinceavo piso de un
inmueble. Allí hallan con horror y estupor una mujer asesinada hace tres
semanas y un niño de unos cuatro años. La mujer, una conocida prostituta, se
llamaba Carol Braithwaite y había sido estrangulada. El pobre crío había pasado
tres semanas junto al cadáver de su madre comiendo cereales y restos de la
nevera.
Lo primero que dijo a los policías fue “mi padre mató a mi
madre”.
¿Por qué tantos años después de un asesinato como tantos
otros parece que todos teman que se descubra el misterio que envuelve a aquel
pobre niño?
Este es el verdadero nudo de esta novela y si quiere
averiguar la respuesta a esta pregunta no le quedará más remedio que leerla.
Si lo hacen no se arrepentirán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario