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martes, 12 de mayo de 2015

Alex. Pierre Lemaitre (121)



Alex

Pierre Lemaitre
Debolsillo

¡Por fin una novela que engancha, conmueve y termina de forma “redonda”. Una novela en la que nos explica una historia (terrible, ¡más de lo que se imaginan!) muy bien relatada en la que no hay saltos en el tiempo, ni largas descripciones de cómo son los adoquines de la calle después de una breve lluvia de verano ni parrafadas sobre los motivos ocultos en el comportamiento de la madrastra de Blancanieves. Una novela en la que hay un montón de sorpresas y en la que, como en las buenas novelas, nada es lo que parece.

¿De qué va?. Tranquilos. Vigilaré el spoiler.

La policía solo tiene de ella la descripción. Joven, tal vez en la treintena y —en eso han coincidido todos los hombres que han presenciado lo ocurrido— muy atractiva, cautivadora, una de esas mujeres de las que no se puede apartar la mirada. ¿Quizá por eso la han raptado?

Trabajando contrarreloj, los investigadores identifican al secuestrador y descubren dónde la tenían prisionera… pero ella ha huido ya.

Extrañamente, el caso empieza cuando debería haberse cerrado.
¿Quién es Alex en realidad? Nadie lo sabe. Aunque la víctima frágil que se imaginaban… eso no.

Ella es más inteligente que su verdugo. Ella no perdona. Ella no olvida nada ni a nadie.

Alex (parece que es el verdadero nombre de entre un montón de alias) tiene un don. No es despampanante pero puede seducir a un hombre con una mirada, una sonrisa o un gesto de su mano sobre el pelo. Puede seducirlo hasta convertirlo en un animal en celo que no piensa en otra cosa que... en eso. Y ¡pobre de él!. Pobre del hombre que se cruce en su camino.

Y, sin embargo, Alex llora mucho. No sólo cuando es despiadadamente raptada y encerrada, sino en gran parte de la novela. ¿Qué le pasa a esta chica?.

Pierre Lemaitre ganó en el año 2013 el Premio Goncourt por su novela Au revoir là-haut (Nos vemos allá arriba) sobre la Gran Guerra.

En “Alex”, Lemaitre coloca dos ejes sobre los que, como en una elipse, pivota toda la novela: uno es el policía de 1,49 m de estatura (una rareza, ¿no?) el Comandante Camille Verhoeven y el otro es Alex, la seductora, víctima y ejecutora. Con estos dos ejes y sus satélites bien definidos, Lemaitre juega a desconcertar al lector en un juego de identidades y lo hace tan magistralmente bien que, cuando se termina la última página, uno piensa ¿pero cómo ha podido jugar este hombre conmigo de esta forma?. Y es que es un gran prestidigitador de los que nunca adivinas sus trucos.

Muy recomendable

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