Alex
Pierre Lemaitre
Debolsillo
¡Por fin una novela que engancha, conmueve y termina de
forma “redonda”. Una novela en la que nos explica una historia (terrible, ¡más
de lo que se imaginan!) muy bien relatada en la que no hay saltos en el tiempo,
ni largas descripciones de cómo son los adoquines de la calle después de una
breve lluvia de verano ni parrafadas sobre los motivos ocultos en el
comportamiento de la madrastra de Blancanieves. Una novela en la que hay un
montón de sorpresas y en la que, como en las buenas novelas, nada es lo que
parece.
¿De qué va?. Tranquilos. Vigilaré el spoiler.
La policía solo tiene de ella la descripción. Joven, tal vez
en la treintena y —en eso han coincidido todos los hombres que han presenciado
lo ocurrido— muy atractiva, cautivadora, una de esas mujeres de las que no se
puede apartar la mirada. ¿Quizá por eso la han raptado?
Trabajando contrarreloj, los investigadores identifican al
secuestrador y descubren dónde la tenían prisionera… pero ella ha huido ya.
Extrañamente, el caso empieza cuando debería haberse
cerrado.
¿Quién es Alex en realidad? Nadie lo sabe. Aunque la víctima
frágil que se imaginaban… eso no.
Ella es más inteligente que su verdugo. Ella no perdona.
Ella no olvida nada ni a nadie.
Alex (parece que es el verdadero nombre de entre un montón
de alias) tiene un don. No es despampanante pero puede seducir a un hombre con
una mirada, una sonrisa o un gesto de su mano sobre el pelo. Puede seducirlo
hasta convertirlo en un animal en celo que no piensa en otra cosa que... en
eso. Y ¡pobre de él!. Pobre del hombre que se cruce en su camino.
Y, sin embargo, Alex llora mucho. No sólo cuando es
despiadadamente raptada y encerrada, sino en gran parte de la novela. ¿Qué le
pasa a esta chica?.
Pierre Lemaitre ganó en el año 2013 el Premio Goncourt por
su novela Au revoir là-haut (Nos vemos allá arriba) sobre la Gran
Guerra.
En “Alex”, Lemaitre coloca dos ejes sobre los que, como en
una elipse, pivota toda la novela: uno es el policía de 1,49 m de estatura (una
rareza, ¿no?) el Comandante Camille Verhoeven y el otro es Alex, la seductora,
víctima y ejecutora. Con estos dos ejes y sus satélites bien definidos,
Lemaitre juega a desconcertar al lector en un juego de identidades y lo hace
tan magistralmente bien que, cuando se termina la última página, uno piensa
¿pero cómo ha podido jugar este hombre conmigo de esta forma?. Y es que es un
gran prestidigitador de los que nunca adivinas sus trucos.
Muy recomendable
No hay comentarios:
Publicar un comentario