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sábado, 28 de junio de 2014

Profondo Sardegna (68)



La acabadora

Michele Murgia
Salamandra

Sinopsis
Siguiendo una costumbre sarda cuyos orígenes se pierden en el tiempo, una anciana y una niña se unen a través del sagrado vínculo de la adopción del alma. Estamos en Soreni, un pequeño pueblo de Cerdeña, en los años cincuenta. Bonaria Urrai, la modista del lugar, mujer de antigua belleza y perenne soledad, ha adoptado a Maria, cuarta hija de una familia humilde que la descuida. Así pues, la vida de la niña, ahora fill’e anima «hija de alma» de la tía Bonaria, se transforma por completo, y a su fina percepción no escapa el aura de misterio que envuelve a su nueva madre: los largos silencios, las extrañas salidas nocturnas y la sombra de temor que enciende los ojos de quienes se cruzan en su camino. Y aunque Maria crece feliz y amada junto a Bonaria, en realidad ignora una verdad que todos conocen: además de coser vestidos, su madre de alma es la mujer que reconforta a quienes se acercan al final del camino. Cuando llega la hora, es a ella, la acabadora, a quien buscan para proporcionar a los moribundos una muerte piadosa, el supremo gesto de amor de la última madre.


Mi comentario

Uno no puede ser del todo imparcial y objetivo. Se tienen filias y fobias y resulta muy difícil escapar de ellas. En mi caso tengo adoración por Cerdeña- Una islas mediterránea, maravillosa y poliédrica. Llena de luz y de sombras. Como también mis raíces son isleñas y mediterráneas puedo entender lo que se llama “Profonda Sardegna” porque conozco y amo la “Mallorca profunda”. Aquella que viene de lo oscuro, de lo ignoto y de siglos y siglos de historia.

“La acabadora” es una historia que proviene de esta oscura profundidad. Que yo sepa no hay ni hubo “acabadoras” en Mallorca. Pero tampoco pondría una mano en el fuego.

Hace unos días, en la noche de la verbena de San Juan, en muchos pueblos de Mallorca se reunían los vecinos y “pasaban” a los bebés por debajo de un árbol de acebo en un rito claramente mágico. En este ámbito de lo mágico nada me extrañaría en una isla mediterránea.

Michele Murgia conoce estos misterios de Cerdeña entre los que destacan estas mujeres que “ayudaban” a traspasar el río entre este mundo y el otro. Una costumbre que, como tantas otras, era plenamente consentida y asumida por las sociedades rurales aunque fuera contradictoria con la fe cristiana que era supuestamente era la dominante.

La otra costumbre, la de la “hija del alma”, también es muy curiosa y, para mí, era desconocida. Se trata  de una especie de adopción de aquellas niñas que no podían ser alimentadas y cuidadas por su familia natural, con la que continuaban manteniendo una estrecha relación pero era educadas y mantenidas por una mujer a la que llegan a respetar y querer como a su madre.

Una historia rural llena de peculiaridades que asombran pero que interesan.

 





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