Hombres sin Mujeres
Haruki Murakami
Tusquets Editores
El día 3 de este mismo mes de marzo llegó a las librerías
españolas este libro que (supongo) es el último de Murakami. Como es natural no
pude resistirme a pedirlo a Llibres Colom que es mi librería de confianza de
toda la vida.
El título es algo ambigüo: “Hombres sin mujeres” ¿qué es lo
que querrá significar?, me preguntaba. ¿Historias de hombres solos, sin
mujeres?; ¿relatos de viudos con viudos?. No. No se trata de ninguna de estas
combinaciones.
Son siete relatos con ciertos denominadores comunes. En la
mayoría de ellos (los dos últimos ya veremos que se salen de la norma y son
casi juegos a los que nos invita Murakami) hay un protagonista que habla y otro
que escucha. Casi como si se tratara de sesiones de psicoterapia. El segundo
denominador es que el tema central es la relación (sexual o no) entre hombres y
mujeres y las frustraciones o desengaños que inevitablemente se producen en
estas relaciones. Y el último denominador común es (¡cómo no tratándose de
Murakami!) la música, especialmente la música de jazz.
Los protagonistas masculinos, como comprobarán
inmediatamente, son de muy variado pelaje pero las mujeres, en todos los casos,
son peculiares. Creo que nunca en mi vida he tropezado con este tipo de
personas tan singulares. Y creo que la mayoría de los lectores, tampoco.
Por supuesto, éste es el mayor atractivo del libro: sus
mujeres.
De manera muy breve haré un bosquejo de cada relato
únicamente para abrirles el apetito, no para desvelarles la esencia de cada
cuento. Eso tendrán que descubrirlo ustedes mismos.
“Drive my car”. Un actor viudo llamado Kafuku sufre un
pequeño accidente con su coche (un hermoso Saab 900 descapotable amarillo)
debido a que padece un incipiente glaucoma en los ojos que hace que su visión
tenga un punto ciego. La agencia del actor le impone que contrate a un
conductor ya que él no desea desplazarse por otro medio distinto al de su
coche. La elegida es Misaki Watari, una mujer poco agraciada, algo huraña y
silenciosa pero excelente profesional del volante. Lentamente se establece una
comunicación entre ambos y así descubrimos el verdadero secreto del matrimonio
de Kafuku.
Este cuento me ha encantado.
“Yesterday”. Dos jóvenes, Tanimura (el narrador) y Kitaru
trabajan en un bar de copas de Tokio y se tienen algo de confianza. El primero
ya se ha graduado en la Universidad y Kitaru es un “ronin”. Aquí este término
no es exactamente el que conocemos de las películas de samurais. Se aplica a
quién no ha conseguido aprobar las pruebas de acceso a la universidad.
Kitaru se comporta de una forma algo contradictoria. Desea
entrar en la Universidad de Tokio pero no hace el menor esfuerzo para ello. Por
otra parte, en este relato Murakami nos introduce en las complejidades lingüísticas
del Japón. Kitaru se ha esforzado muchísimo por aprender un dialecto de una
determinada región simplemente porque es un “fan” de su equipo de baseball.
Tiene una novia desde niño, Erika Yuritani, con la que mantiene una relación
“blanca”. Vamos que no pasan de las manitas.
Kitaru yerra totalmente en su percepción de la realidad en
la que vive y no acierta en absoluto cuando le propone a Tanimura que salga con
su novia. Lo de “Yesterday” viene a que una de las ideas del inefable Kitaru es
ponerle una letra completamente absurda a la famosa canción de los Beatles.
Seguramente ustedes suponen lo mismo que supuse yo: que Tanimura acaba
enamorándose de la novia del desdichado Kitaru. Pues no. La cosa no va por ahí.
¡Murakami nunca es previsible!.
“Un órgano independiente”. El Doctor Tokai es un prestigioso
cirujano estético de 52 años que vive una vida de don juan. Nunca se ha casado
y mariposea entre las mujeres, solteras, casadas o viudas, sin establecer
ningún vínculo ni compromiso. En su vida lo normal es que coincidan en el
tiempo cuatro o cinco amantes sin que ninguna de ellas lo sospeche.
Tokai coincide con Tanimura, el narrador de la historia, un
par de veces a la semana en el gimnasio para una partida de squash a la que
suele seguir una cerveza en un bar próximo. Quizás por el hecho de que Tanimura
sea escritor, motiva al doctor a la confidencia. Porque el nudo de la cuestión
es que el empedernido solterón de pronto se enamora apasionadamente de una
mujer casada, dieciséis años menor y madre de una niña de cinco. Este amor
tardío y volcánico trastoca todos los principios sobre los que basaba su
existencia el bueno del doctor y empieza a plantearse quién es en realidad.
Lo del “órgano independiente” merece un punto y aparte por
su enjundia. Tokai le cuenta al escritor que “estaba convencido de que todas
las mujeres nacían con un órgano independiente especialmente diseñado para
mentir”.
Y aquí lo dejo.
“Sherezade”. Habara es un hombre de mediana edad que está
confinado (no se sabe exactamente el por qué) en una vivienda sin salir nunca a
la calle. Dos veces por semana viene una ama de casa de 35 años, casada y con
dos hijos, que le lleva la compra, hace la lista de lo que falta y luego hace
el amor con él de una forma un tanto impersonal.
Tras el coito ella le cuenta una historia. Historia que
siempre se interrumpe antes del desenlace porque tiene que marcharse para hacer
la cena.
Es una relato extraño, pero las historias son realmente
adictivas.
“Kino”. El nombre del relato coincide con el del protagonista,
un chico de 39 años, casado, que trabaja como comercial de zapatillas
deportivas lo que le obliga a largos desplazamientos. Un día regresa a su casa
y se encuentra a su esposa en la cama con su mejor amigo. Cierra la puerta,
desaparece de la escena y dimite en el trabajo. Una tía suya es propietaria de
un local que le cede para montar un bar de copas cuyo principal atractivo es el
sosiego y la mejor música de jazz contenida en antiguos vinilos.
Aquí tengo que detenerme para explicar que Murakami empieza,
a partir de este punto, a dar un giro hacia cierta oscuridad a este relato.
Oscuridad que se profundiza en los dos últimos relatos que le siguen. Fin del
paréntesis.
Por el bar aparece un hombre extraño llamado Kamita que se
sienta en el extremo de la barra y toma un whisky con agua que consume
lentamente mientras lee en silencio un voluminoso libro. La acción se precipita
con la aparición de una mujer que hace ostentación de las llagas de quemaduras
de cigarrillos que se reparten por su piel y que Kino termina por observar muy
de cerca y profusamente.
La clave del relato está (como no) en la relación de Kino
con las mujeres y el vacío que le producen en el alma. Vacío que puede llenarse
por miasmas bastante indeseables.
“Gregor Sansa”. Penúltimo relato y guiño de Murakami a Franz
Kafka al que ya había dedicado una obra: "Kafka en la orilla". Naturalmente la acción la sitúa en Praga en cuyas calles se vive una ley marcial
con tanques, toques de queda, etc. Sansa es un ser que aparece de la nada,
desnudo sobre un catre en una habitación con las ventanas tapiadas. Va
descubriendo lentamente sus extremidades y sus posibilidades de movimiento.
Llaman a la puerta y aparece una mujer contrahecha que viene
a arreglar una cerradura de la que nada sabe Gregor Sansa. La conversación
entre ambos entes es sencillamente genial dentro su surrealismo.
“Hombres sin mujeres”- Ultimo relato y el más extraño de
todos. Un hombre casado de nombre desconocido, recibe a la una de la madrugada una llamada telefónica. Una voz grave de hombre le dice: "una mujer ha desaparecido para siempre de este mundo." La voz pertenece al marido de esta mujer y sigue: "mi mujer se suicidó el miércoles de la semana pasada y, en cualquier caso, pensé que debía comunicárselo". Y colgó.
A partir de este escueto anuncio Murakami teje un relato que básicamente son las reflexiones del narrador partiendo de que no sabe quién es la muerta y por qué el marido le llama y le habla de "en cualquier caso". La mayoría de estas reflexiones tienen un aire onírico y carecen de sentido pero el núcleo es que al amar una mujer debes prepararte para que te deje y te conviertas en "un hombre sin mujer".
Con sus altibajos, siempre es apasionante meterse en el extraño universo de Murakami.
A partir de este escueto anuncio Murakami teje un relato que básicamente son las reflexiones del narrador partiendo de que no sabe quién es la muerta y por qué el marido le llama y le habla de "en cualquier caso". La mayoría de estas reflexiones tienen un aire onírico y carecen de sentido pero el núcleo es que al amar una mujer debes prepararte para que te deje y te conviertas en "un hombre sin mujer".
Con sus altibajos, siempre es apasionante meterse en el extraño universo de Murakami.
Estoy leyendo el libro. Sus comentarios me ayudan a desentrañar al autor
ResponderEliminarEstoy leyendo el libro. Sus comentarios me ayudan a desentrañar al autor
ResponderEliminarLlevo tiempo leyendo a Murakami. Últimamente me defrauda, aunque al principio me deslumbró. Encuentro que da vueltas a la misma historia de manera que hay libros que puedes llegar a confundir. "Hombres sin mujeres" me resulta de escasa calidad, con un estilo repetitivo que acaba no diciendo nada.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho este libro de relatos de Murakami porque en todos los relatos hay algo que te toca la fibra del corazón, de alguna manera te mueve por dentro. El lirismo de Yesterday me ha quedado grabado. Pero el que me ha dejado un poco confundido es el de Kino, intuyo un significado simbólico, la presencia de algo que no podemos explicar, (las serpientes que se le aparecen, la desaparición del gato, la presencia misteriosa de Kamita en el bar, la pareja oscura que mantiene una relación sadomasoquista...) pero por qué se tiene que marchar el protagonista y dejar el bar, por qué no puede escribir en las postales que le manda enviar Kamita a la tía de Kino, cuál es la experiencia que sufre al final que supuestamente le cura. Encuentro el final un poco cerrado en falso, que te deja algo perplejo. Si alguién quiere comentarlo le estaría agradecido
ResponderEliminar¿Notaste que el bar donde llega el protagonista del primer relato es el bar de Kino?
ResponderEliminar