El inventor de palabras
Gerald Donovan
Tusquets
Lo que nos dice la editorial
La vida de Julius Winsome, en
una remota cabaña de los bosques de Maine, ha acabado pareciéndose al paisaje
que lo rodea: silencioso, aislado, insondable. Pero cuando su perro, Hobbes,
muere a manos de un cazador, en un descuido o en un acto de crueldad, la
discreta existencia de Julius, ya en la cincuentena, da un vuelco.
Precisamente, Hobbes era lo único que le quedaba de un antiguo y fugaz amor. En
adelante tendrá por toda compañía el viejo fusil familiar, con el que su abuelo
luchó en la primera guerra mundial, y los numerosos libros que cubren las
paredes de la cabaña.
Así lo he visto
Gerald Donovan era poeta
antes que novelista y ello se nota desde el principio de este libro que es el
tercero de este autor que se publica en España.
El título en español no se
corresponde con el original que es simplemente el nombre del protagonista:
Julius Winsome y supongo que quiere expresar el amor a la palabra escrita que
impregna toda la narración.
Pero Julius no es un inventor de palabras. Es más
bien un recolector de palabras antiguas, isabelinas ya en desuso. Su padre le enseñó
a recolectarlas, a memorizarlas y las suelta en cualquier situación ante el
asombro de sus interlocutores que no comprenden el idioma en el que habla.
Donovan ha imaginado un
hombre singular en un marco de lo más inhóspito: el Estado de Maine, cerca de
la frontera con Canadá. Allí, en una cabaña (me da la impresión que de grandes
dimensiones) en pleno bosque vive Julius Winsome, un cincuentón alto y
desgarbado rodeado de 3.328 libros que cubren el interior de todas las paredes
de la cabaña. Allí vivió su abuelo cuando regresó de la Gran Guerra y allí vivió
su padre, silencioso, reflexivo, culto. Julius no conoció a su madre que murió
en el parto y en la novela sólo tiene una breve relación amorosa con Claire,
una mujer madura que aparece un día de entre los árboles del bosque que rodean
la cabaña.
Julius está, pues, acostumbrado a la más absoluta soledad y a no
esperar nada de la vida que transcurre día tras día sin ninguna novedad.
Fue Claire la que le convenció
de que buscara un compañero, Hobbes, un perro mezcla de pitbull y terrier que se
convierte en su mejor amigo.
Cuando alguien (no se sabe si
por accidente o por maldad) mata a Hobbes, algo se rompe dentro del corazón de
Julius. Es en este punto cuando aparece otro protagonista de la novela: un
fusil Enfield de 1914 que trajo su abuelo al regresar de la guerra. Este fusil
se convierte en el instrumento de una venganza que va fluyendo con suavidad en
la segunda parte de la novela.
Donovan ha escrito un libro
muy especial por el ambiente, los personajes y el lenguaje literario que usa.
La verdad es que no me lo esperaba y me temía que tanta naturaleza, tanta nieve
y tanta soledad terminarían por cansarme. No ha sido así. He leído la novela de
un tirón con creciente interés y sorpresa porque la conducta de Julius Winsome
deja perplejo al lector.
Y como suele ocurrir con una
buena novela, lo mejor te espera en las últimas páginas.
Hay que seguir a Gerald
Donovan porque puede ser uno de los clásicos en el futuro.
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