Vita Brevis
Jostein GaarderSiruela
Contraportada
Se sabe, aunque la Iglesia
siempre ha pasado de puntillas sobre este hecho, que San Agustín, más tarde
Padre de la Iglesia latina, tuvo en su juventud una amante que le dio un hijo
al que amó con predilección. Vita brevis es la carta manuscrita que supuestamente
Floria, su amante, le escribió al hilo de la lectura de sus Confesiones. En ella,
con ironía y sarcasmo, critica a Agustín por haber abandonado el verdadero y
auténtico amor humano para entregarse a uno divino, del que poco se sabe.
Mi impresión
Hoy voy a hablaros con
entusiasmo de un libro. Se trata de “Vita brevis” de Jostein Gaarder.
Posiblemente este autor les traerá a su memoria su obra más conocida y
divulgada “El mundo de Sofía” en el que de una forma realmente ingeniosa y
fantástica nos hace amar y entender la filosofía.
Este libro me lo recomendó mi
cuñado Paco que es un seguidor fiel de este escritor noruego y le doy las
gracias por ello.
Se trata de un libro de muy
pocas páginas, sólo 130, y con un interlineado amplio con lo que se lee con
mucha facilidad.
En pocas palabras les diré de
qué trata el libro: es una imaginaria carta que le escribe Floria Emilia a Aurelio
Agustino, conocido por nosotros como San Agustín, uno de los Santos Padres de
la Iglesia Católica.
¿Quién era Floria Emilia?. La
que fue durante más de doce años su amante y concubina así como madre de su
hijo Adeodato.
Antes de entrar en lo que Floria
le escribe a su amante, veamos lo que dice la historia sobre este teólogo y
santo.
San Agustín nació en Tagaste
en el año 354. Por aquel entonces era una ciudad de la provincia de Numidia
dentro del tambaleante Imperio Romano. Hoy se llama Souk Ahras y está en
Argelia.
Su madre, Mónica
(posteriormente elevada como Santa a los altares católicos) era una mujer de
carácter y, por lo que se sabe, con suficientes recursos como para darle a
Agustín una buena enseñanza en Gramática, Retórica y estudio de los clásicos
griegos y latinos.
En el año 372 viaja a Cartago
y, bajo una higuera donde charlaban un grupo de amigos, conoce a Floria. Tenían
los dos unos dieciocho años y ambos eran vírgenes.
Confiesa Agustín:
“Llevaba casi un año en
Cartago como estudiante y me encontré en medio de una crepitante sartén de
amores impuros. Aún no amaba pero deseaba amar, y hallándome en un estado de
penuria más íntima, me hacía aborrecible a mí mismo por no sentirme más
indigente. Comencé a buscar algo que amar pues amar quería.”
Ahí estaba el germen de la
lucha que le atormentaría toda su vida. Su naturaleza ardiente le arrastraba
hacia el amor carnal y sus creencias le exigían apagar los sentidos y elevarse
a Dios. Dos extremos que nunca logró conciliar y que le hicieron desgraciado a él
y a todos los que le querían.
Un año más tarde nació
Adeodato, el hijo de ambos. Coincide con la época en que Agustín abrazó la
doctrina del Maniqueísmo (que, en el fondo nunca abandonó, a pesar de su
conversión al cristianismo años más tarde).
Entre el 376 y el 383 crea en
Cartago una academia de Retórica, pero este mismo año viajan los tres a Roma y
allí también enseña esta materia. Conoce a Ambrosio (San Ambrosio, figura clave
para su conversión) y es nombrado profesor imperial en Milán.
Dos años después llega a
Milán Mónica, su madre y empiezan los problemas para la pareja. Hasta entonces,
Agustín y Floria habían llevado una vida intensamente sensual. Escribe Floria:
“Hubo épocas en las que ambos
éramos igual de irrefrenables; sin embargo, al leer ahora tus confesiones, lo
que tu llamas “apetencias de la carne” era lo único que nos unía. Pero lo que
más te avergüenza es nuestra profunda amistad. A muchos hombres les avergüenza
más el cultivar una amistad que sembrar en ellas el amor de la carne, aunque
luego culpan a este amor carnal de imposibilitar la amistad sincera con una
mujer. Tu mayor delito no era el amor carnal, sino amar el alma de Eva, mi
alma.”
Mónica no ceja en su decisión
de separarlos y finalmente logra que Floria parta hacia Cartago sin su hijo al
que no volverá a ver jamás. Organiza una boda que tampoco nunca se llevará a buen
puerto y Agustín queda destrozado pero es incapaz de enfrentarse a su madre.
Muchos años después, cuando
ya Agustín es obispo de Hipona y ha publicado sus Confesiones, Floria le
escribe:
“¿No éramos tu y yo dos
cuerpos fundidos en uno solo de la misma forma que el puente une dos orillas en
una?. Pero de pronto emerge del río una poderosa deidad llamada Continencia,
que corta la conexión entre las dos orillas”
Continencia o Mónica, pero la
relación se rompe, aunque el amor perdura en solitario.
¿De qué trata pues el libro?.
Trata de dos mundos
completamente dispares: un mundo pagano que no cree en la supervivencia de la
conciencia más allá de la muerte, pero que languidece ante la fuerza creciente
de un cristianismo maniqueo, obscurantista y fanático que predica la negación
de todos los sentidos y de la propia naturaleza humana persiguiendo una
salvación eterna.
“Tú buscabas una verdad que
salvara tu alma de todo lo perecedero. Yo te decía, abrázame fuerte, la vida es
muy breve y no es seguro que haya una eternidad para nuestras frágiles almas,
tal vez sólo vivamos aquí y ahora. Pero nunca estabas de acuerdo con ésto. Tú
buscarías sin descanso hasta encontrar la eternidad de tu alma.”
“Imagina un frondoso paisaje
en donde en donde haya personas y animales, flores, niños, vino y miel. Un
paisaje en donde también exista un terrible laberinto. Imagínate, santo obispo,
tú, antiguo compañero de juegos en el lecho, imagínate ahora perdido en este
profundo laberinto en donde no encuentras hilo de Ariadna que pueda guiarte
fuera de los oscuros caminos y te permita volver al paraíso en que habitabas
anteriormente. En el fondo de este laberinto reinan teólogos y platónicos que
convencen a todo el que llega de que todo lo de fuera es obra del diablo. Te
toca ahora ser persuadido y pronto dejarás de querer salir de ahí”.
Floria le escribe resentida
pero tranquila, descubriendo sus contradicciones y sus conclusiones
irracionales.
“Que Dios te perdone. Quizás
esté sentado en algún lugar viendo como desprecias sus obras. (...) Quiero
mencionarte unas palabras de Horacio: “Piensa que cada día que amanece es tu último
día”. No es seguro que éste vaya a ser tu último día, pero puede ocurrir que así
sea. De igual modo puede pensarse que no existe otra vida después de ésta para
nuestras almas, puede ser, viejo rétor, y quiero que vuelvas a meditar sobre
esta posibilidad. Imagina que el obispo de Hiponia Regia se haya equivocado.”
“Los apetitos de la carne no
se extinguen mediante la continencia. (...) el lobo sólo cambia de piel, no
cambia de naturaleza. O como diría Zenón, ¿por qué es tan difícil escapar de tu
propia sombra?.”
Floria ve venir el futuro de
la mujer en la nueva etapa en la que este tipo de cristianismo dominará la
tierra:
“Tengo miedo, Aurelio. Tengo
miedo de qué puedan llegar a hacer algún día los hombres de la Iglesia a
mujeres como yo. No sólo por ser mujeres sino porque, creadas por
Dios como tales, os tentamos a vosotros, tal y como Dios os ha creado,
como hombres. Piensas que Dios ama más a los eunucos o castrados
que a los hombres que aman a una mujer. Ten cuidado, pues, con alabar
la creación de Dios, porque Él no ha creado al hombre para que se castre.
…..Siento escalofríos porque
temo que lleguen tiempos en los que las mujeres sean asesinadas por
hombres de la Iglesia de Roma. Pero ¿por qué se las habría de matar,
honorable obispo? Porque os recuerdan que habéis renegado de
vuestra propia alma y atributos, pensáis. ¿Y en favor de quién? En
favor de un Dios, decís, en favor de Él que ha creado el firmamento que os
cubre y la tierra sobre la que viven las mujeres que os dan a luz.”
El año 430 Agustín muere en
Hipona a manos de los vándalos venidos desde España. 36 años más tarde
desaparece el Imperio Romano de Occidente al deponer los hérulos al último
emperador Rómulo Augústulo.
Un libro que es un canto
maravilloso al amor auténtico y completo.
Un libro que merece leerse
como una tragedia de un hombre desgarrado entre su auténtico ser humano y su
idea de lo que debiera ser un ser humano.
Yo lo estoy leyendo, es una obra breve, pero curiosa, intensa, un canto al amor, y al desgarro de una separación por nueva fe, y cambios en lo que derivó del final del mundo antiguo al medieval. Muy interesante y emocional la versión de Flora, y comprensible, es pura lógica. Antes un dios supremo castigador, llega a opinar con más venevolencia del cristianismo. Pero ya auguraba a donde la radicalizado del sentido del pecado podía llevar a la mujer..y así fue, tanta intolerancia y castigo, convirtiéndolas en pecadoras o brujas.. En fin gracias por su aporte muy clsro e interesante.
ResponderEliminarme tiene encojona el prof d huma q me hizo leer esto y 20 cosas mas.
ResponderEliminaraki liao buscando opiniones del libro este peste pa mi profesor d filosofia
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