Lo último leído

domingo, 4 de junio de 2017

Las Palabras de la noche- Natalia Ginzburg

Las Palabras de la noche

Natalia Ginzburg


Las palabras de la noche, llevada al cine por Salvador García Ruíz (Mensaka), es un ejemplo emblemático de esa manera tan delicada de narrar que posee esta singular autora, por lo demás poco traducida a nuestra lengua. La traducción ha estado al cuidado del escritor y ensayista Andrés Trapiello.
Es una novela corta en la que Natalia Ginzburg nos escenifica escenas de varias familias de un pueblo inexistente del norte de Italia. En otras reseñas ya se ha insistido en la maestría de esta autora para narrar las interioridades de las familias. 
Aunque al principio aparece como narradora Elsa, a medida que vamos avanzando en la lectura nos damos cuenta que el libro es una especie de colección de cuentos, de historias cortas que han sido colgadas de un eje central de la familia de Elsa, una joven de 27 años, soltera, que tiene una relación íntima con el hijo pequeño de otra familia de la que se narran también todas las peripecias.
Elsa tiene una hermana mayor, Teresita, casada con un nortemericano que vive en Johannesburgo y un hermano menor, Gianpiero, que vive en Venezuela. Los vemos de pasada.
Las otras dos familias son los Battiglia y los Balota. Estos últimos son los dueños de la fábrica de tejidos que es el núcleo de la actividad económica del pueblo.


La narración se desarrolla en los años anteriores de la guerra, en la propia contienda y después de ella. Con gran finura y un estilo directo de ametralladora.Vean:
("Vivimos en este pueblo desde hace muchos años. Mi padre es el contable de la fábrica. El abogado Bottiglia es el administrador de la fábrica. Todo el pueblo vive en función de la fábrica.
Es una fábrica de tejidos.
Echa una peste que llena todas las calles del pueblo, y cuando hay siroco llega casi hasta nuestra casa, a pesar de que está en medio del campo. A veces es un olor como a huevos podridos, a veces como a leche cortada. No tiene solución, mi padre dice que es por culpa de ciertos ácidos que usan")

Uno de los personajes más arquetípicos es la madre de Elsa. Su vida es de una banalidad total y su conducta se rige estrictamente por "el qué dirán". Habla sin medida y opina con dogmatismo sobre la gente sin conocerla siquiera. Personas del pasado (sobre las que ha oído) se mezclan en su mente y recrea sus vidas como mejor le parece.
Le cuenta a Tommasino, el novio de Elsa, que ha ido a pasar la velada con ellos, historias de personajes que no importan a nadie. El padre se remueve inquieto:

"Esta historia —dijo mi padre— me la habréis contado millones de veces. ¿Qué le puede importar a Tommasino una persona que nunca ha visto y que no verá nunca?
—Es por tener un poco de conversación —dijo mi madre—. ¿Quieres que nos pasemos toda la noche mirándonos a los ojos? Se cuentan cosas, se habla. Se dice esto, lo otro, lo de más allá."

Toda la narración, los personajes, sus vidas y sus manías están cargadas de un cierto pesar, de un poco de pena. No de tristeza, sino de melancolía. Saben que su vida es inútil y sin demasiado sentido. Pero les toca vivirla y aparentar que lo hacen con entusiamo.
La mirada de Natalia Gizburg es distante. Como si sus propios personajes no le gustaran.

Este es un fotograma de la película de Salvador García Ruíz "Las voces de la noche" basada en esta novela.




No encuentro ningún motivo para el título del libro. Pero eso no debe ser importante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario