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sábado, 15 de abril de 2017

La canción de los misioneros. John Le Carré

La canción de los misioneros

John Le Carré

Cuando un traductor de los servicios de inteligencia británicos descubre que su gobierno es cómplice del expolio de un país africano, sólo puede hacer una cosa: luchar por la vida del país que ama. 
Después de su gran éxito El jardinero fiel, John Le Carré demuestra con La canción de los misioneros que la utopía es posible, que el amor es el mejor motor para poner en marcha la justicia, y que el único modo de conseguir un futuro mejor es manteniendo viva la esperanza. 

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La sinopsis de la editorial de alguna manera compara esta novela con "El jardinero fiel". Es algo exagerado porque "La canción de los misioneros" , en mi opinión, es de mucha menor entidad. Sin embargo, también aborda el tema de las multinaconales, la explotación de los más indefensos y el quijotismo (absolutamente irrelevante) de Bruno Salvo, el traductor mestizo, hijo de un misionero católico y orgulloso de ser congoleño. Claro que también está muy orgulloso de ser británico. Este es su gran problema: es una cebra (de ahí la portada del libro) medio blanco y medio negro. Su espíritu está lleno de confianza en que, a pesar de todas las maldades del ser humano, aún quedan personas íntegras y cabales.

Descubre que nada es lo que creía que era y lo que no esperaba, en realidad es.

Salvo venera a cualquier inglés que apueste por el Africa negra, "que tenga la firme determinación de liberar a sus pueblos de la triple maldición de la explotación, la corrupción y la enfermedad, devolviéndolo así económicamente, a la mesa que le corresponde." 

Pero sus admirados filántropos enfocan la cuestión de forma ligeramente diferente.

Le dice su mentor de la inteligencia británica:
"¿Y nunca se te ha ocurrido que acaso sea disignio divino que los recursos del mundo, cada vez más escasos, estén mejor en las manos de almas cristianas civilizadas, con una forma de vida culta, que en las de los paganos más atrasados del planeta?"

Es cuando el bueno y voluntarioso Salvo, cantor del coro de los misioneros, se cae del guindo.

Toda una lección de antropología práctica.




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