Doble silencio
Mari Jungstedt
Maeva Editorial
La sinopsis de la editorial
Tres parejas de amigos que
pasan cada año unos días de vacaciones juntos, se disponen a compartir una
semana en el agreste e idílico paisaje de la isla de Fårö, donde se celebra un
festival en homenaje a Ingmar Bergman. El famoso director sueco rodó varias
películas en la isla, en la que se retiró los últimos años de su vida. La
repentina desaparición de dos de los amigos da un giro inesperado al viaje, y
cuando aparece el cadáver de uno de ellos, que presuntamente ha sido asesinado,
el comisario Anders Knutas y su compañera Karin Jacobsson se hacen cargo del
caso, aunque Knutas está preocupado por su colega, muy atormentada por un
suceso de su pasado. Su investigación no hace más que complicarse cuando desenmarañan
la compleja relación de sexo, celos y obsesión que une a los seis amigos en una
carrera contra el tiempo para evitar más muertes
Una personal reflexión sobre el último Premio Pulitzer
De madrugada, sobre las tres
y media, he terminado de leer esta novela negra de la sueca Mari Jungstedt. Me
pasa a menudo con este tipo de libros que, en la recta final, no los puedes
abandonar. Al terminarlo me puse a pensar cómo orientaría esta reseña pero no
se me ocurría nada que valiera la pena, así que me levanté de la cama, me tomé
un descafeinado de cartucho (antes te preguntaban en los bares cuando pedías
este tipo de cafés “¿De sobre o de máquina?”, ahora deberían pedirte “¿de
cartucho?”) y he abierto el ordenador para ver las noticias.
Me ha saltado a la
cara “El Jilguero” de Donna Tartt, Premio Pulitzer por el cuidadoso retrato de
los personajes.
“Muy bien Pedrito (me
autodenomino así cuando hablo conmigo mismo). En tu última reseña has más que
cuestionado un libro y ahora resulta que es el no-va-más de la literatura
actual. Eso demuestra tu sensibilidad literaria”.
Luego he pensado: “O bien
demuestra otra cosa peor. Que tus prejuicios son más patentes de lo que tu
quisieras. “
Efectivamente. Confieso que
tengo prejuicios. Y el que no los tenga, que tire la primera piedra. Uno de
ellos es que todo lo referente a las drogas duras y su adicción me da repelús y
una de las cosas que más me disgustó fue que el protagonista de “El jilguero”,
Theo y uno de los personajes principales, Boris, se pasan una buena parte de
las mil y pico páginas esnifando, chutando y sorbiendo todo tipo de drogas.
Desde pegamento hasta cocaína o oxicodona.
Premios aparte, sigo pensando
que “El jilguero” tiene un arranque espectacular y luego se desinfla. Me gustaría
mucho que alguno de mis receptores de blog me diera su propia opinión al
respecto. Y dejo claro, de entrada, que mi opinión seguramente es errónea.
Pero vayamos a Mari Jungstedt
y su “Doble silencio”
Los lectores de las novelas
negras las disfrutamos precisamente porque nos sorprenden. Y los autores lo
saben. Y como lo saben, escriben tratando de despistarnos a lo largo del
relato.
Estas novelas suelen tener un
inicio muy parecido. Se ha producido un asesinato y alguien lo ha descubierto.
Ha llamado precipitadamente a la policía del lugar y así se pone en marcha la
investigación.
A partir de este punto las
tramas varían muchísimo según los diferentes autores, pero en todas ellas se
induce al lector a que cree en su mente una proyección de lo que ha ocurrido.
Nuestro cerebro está genéticamente preparado para suponer, inducir, sospechar
lo que va a suceder en base a pequeños indicios que, como migas de pan, nos va
soltando el autor de la novela.
Casi siempre estos indicios
se nos proporcionan para que nos formemos una idea equivocada de lo que va a
suceder. Este es el truco para que nos sorprendamos del final. Y con esta
sorpresa digamos “¡No me lo esperaba”!. Y así disfrutemos de la lectura,
durmamos poco y recomendemos el libro a los amigos y conocidos.
El autor es siempre un
ilusionista. Nos distrae para que no veamos el truco que hace. Y en base a lo
ingenioso de este truco, de esta magia, le juzgamos.
Por ejemplo, Joël Dicker y su
“La verdad sobre el caso Harry Quebert” tuvo un éxito fulgurante porque el
joven suizo encontró nuevos trucos de magia para sorprender a los lectores.
Igual ha sucedido con las cuatro novelas de John Verdon (para mí, el mejor) o la
serie de “Milleniun” de Stieg Larson.
Todos han buscado (y algunos han encontrado) nuevos pases mágicos con los que
encandilarnos.
Porque en el fondo somos
niños que necesitamos volver a sentir la sorpresa de la magia, aunque sepamos
que es mentira.
“Doble silencio” es la última
de las novelas de la serie del Comisario Knutas y su ayudante Karin. En todas
estas series con los mismos protagonistas siempre se articula una subtrama al
margen de la principal en la que el investigador o investigadores tienen
problemas personales de diversa índole que, de alguna forma, afectan a la
manera cómo resuelven los casos. Es un atractivo más de este tipo de series ya
que estas subtramas dan aire, un respiro, a la trama principal que suele ser
bastante cruenta.
“Doble silencio” (aún no sé
el por qué del título) se desarrolla, a imagen y semejanza de otras series
suecas, en una isla turística. De hecho en dos: Gotland y Färo. En esta última
era donde tenía una casa el cineasta Ingman Bergman y esta residencia tiene un
importante protagonismo en la novela.
Mari Jungstedt juega al ratón
y al gato con nosotros proporcionándonos pistas falsas y sorprendiéndonos
finalmente.
Que era, como antes he dicho,
lo que buscábamos.
No está mal.
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