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martes, 15 de abril de 2014

Doble silencio. Mari Jungstedt. (55)



Doble silencio

Mari Jungstedt
Maeva Editorial

La sinopsis de la editorial
Tres parejas de amigos que pasan cada año unos días de vacaciones juntos, se disponen a compartir una semana en el agreste e idílico paisaje de la isla de Fårö, donde se celebra un festival en homenaje a Ingmar Bergman. El famoso director sueco rodó varias películas en la isla, en la que se retiró los últimos años de su vida. La repentina desaparición de dos de los amigos da un giro inesperado al viaje, y cuando aparece el cadáver de uno de ellos, que presuntamente ha sido asesinado, el comisario Anders Knutas y su compañera Karin Jacobsson se hacen cargo del caso, aunque Knutas está preocupado por su colega, muy atormentada por un suceso de su pasado. Su investigación no hace más que complicarse cuando desenmarañan la compleja relación de sexo, celos y obsesión que une a los seis amigos en una carrera contra el tiempo para evitar más muertes

Una personal reflexión sobre el último Premio Pulitzer


De madrugada, sobre las tres y media, he terminado de leer esta novela negra de la sueca Mari Jungstedt. Me pasa a menudo con este tipo de libros que, en la recta final, no los puedes abandonar. Al terminarlo me puse a pensar cómo orientaría esta reseña pero no se me ocurría nada que valiera la pena, así que me levanté de la cama, me tomé un descafeinado de cartucho (antes te preguntaban en los bares cuando pedías este tipo de cafés “¿De sobre o de máquina?”, ahora deberían pedirte “¿de cartucho?”) y he abierto el ordenador para ver las noticias. 

Me ha saltado a la cara “El Jilguero” de Donna Tartt, Premio Pulitzer por el cuidadoso retrato de los personajes.

“Muy bien Pedrito (me autodenomino así cuando hablo conmigo mismo). En tu última reseña has más que cuestionado un libro y ahora resulta que es el no-va-más de la literatura actual. Eso demuestra tu sensibilidad literaria”.

Luego he pensado: “O bien demuestra otra cosa peor. Que tus prejuicios son más patentes de lo que tu quisieras. “

Efectivamente. Confieso que tengo prejuicios. Y el que no los tenga, que tire la primera piedra. Uno de ellos es que todo lo referente a las drogas duras y su adicción me da repelús y una de las cosas que más me disgustó fue que el protagonista de “El jilguero”, Theo y uno de los personajes principales, Boris, se pasan una buena parte de las mil y pico páginas esnifando, chutando y sorbiendo todo tipo de drogas. Desde pegamento hasta cocaína o oxicodona.

Premios aparte, sigo pensando que “El jilguero” tiene un arranque espectacular y luego se desinfla. Me gustaría mucho que alguno de mis receptores de blog me diera su propia opinión al respecto. Y dejo claro, de entrada, que mi opinión seguramente es errónea.

Pero vayamos a Mari Jungstedt y su “Doble silencio”

Los lectores de las novelas negras las disfrutamos precisamente porque nos sorprenden. Y los autores lo saben. Y como lo saben, escriben tratando de despistarnos a lo largo del relato.

Estas novelas suelen tener un inicio muy parecido. Se ha producido un asesinato y alguien lo ha descubierto. Ha llamado precipitadamente a la policía del lugar y así se pone en marcha la investigación.

A partir de este punto las tramas varían muchísimo según los diferentes autores, pero en todas ellas se induce al lector a que cree en su mente una proyección de lo que ha ocurrido. Nuestro cerebro está genéticamente preparado para suponer, inducir, sospechar lo que va a suceder en base a pequeños indicios que, como migas de pan, nos va soltando el autor de la novela.
Casi siempre estos indicios se nos proporcionan para que nos formemos una idea equivocada de lo que va a suceder. Este es el truco para que nos sorprendamos del final. Y con esta sorpresa digamos “¡No me lo esperaba”!. Y así disfrutemos de la lectura, durmamos poco y recomendemos el libro a los amigos y conocidos.

El autor es siempre un ilusionista. Nos distrae para que no veamos el truco que hace. Y en base a lo ingenioso de este truco, de esta magia, le juzgamos.

Por ejemplo, Joël Dicker y su “La verdad sobre el caso Harry Quebert” tuvo un éxito fulgurante porque el joven suizo encontró nuevos trucos de magia para sorprender a los lectores. Igual ha sucedido con las cuatro novelas de John Verdon (para mí, el mejor) o la serie de “Milleniun”  de Stieg Larson. 

Todos han buscado (y algunos han encontrado) nuevos pases mágicos con los que encandilarnos.

Porque en el fondo somos niños que necesitamos volver a sentir la sorpresa de la magia, aunque sepamos que es mentira.

“Doble silencio” es la última de las novelas de la serie del Comisario Knutas y su ayudante Karin. En todas estas series con los mismos protagonistas siempre se articula una subtrama al margen de la principal en la que el investigador o investigadores tienen problemas personales de diversa índole que, de alguna forma, afectan a la manera cómo resuelven los casos. Es un atractivo más de este tipo de series ya que estas subtramas dan aire, un respiro, a la trama principal que suele ser bastante cruenta.

“Doble silencio” (aún no sé el por qué del título) se desarrolla, a imagen y semejanza de otras series suecas, en una isla turística. De hecho en dos: Gotland y Färo. En esta última era donde tenía una casa el cineasta Ingman Bergman y esta residencia tiene un importante protagonismo en la novela.
Mari Jungstedt juega al ratón y al gato con nosotros proporcionándonos pistas falsas y sorprendiéndonos finalmente.
Que era, como antes he dicho, lo que buscábamos.
No está mal.





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