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miércoles, 7 de agosto de 2013

Tórrido agosto (26)

El Mar

John Banville
Anagrama


Contraportada



Tras la reciente muerte de su esposa después de una larga enfermedad, el historiador de arte Max Morden se retira a escribir al pueblo costero en el que de niño veraneó junto a sus padres. El pasado se convierte entonces en el único refugio y consuelo para Max, que rememorará el intenso verano en el que conoció a los Grace (los padres Carlo y Connie, sus hijos gemelos Chloe y Myles, y la asistenta Rose), por quienes se sintió inmediatamente fascinado, y en el que se inició a la vida y sus placeres —la amistad y el amor— pero también, al dolor y la muerte.


Mi comentario

El mar, ganadora del Premio Man Booker 2005, es una novela fuera de la normal. El protagonista, Max Morden, es testigo principal de dos tragedias: la primera cuando era un preadolescente de unos once o doce años y la segunda fue la muerte de su mujer Anne. Ambos hechos dramáticos son los polos entre los que gira su autoreflexión en este apartado lugar de playa de Irlanda en donde se ha resguardado porque se siente incapaz de volver a vivir en su casa donde todo le recuerda a su esposa.
El mismo se define como un diletante. Su ocupación principal es la supuesta escritura de una biografía de Pierre Bonnard, un pintor francés del estilo de Gauguin que murió en 1947. Lleva años en esta tarea y ya ha conseguido escribir el borrador del primer capítulo y algunas notas que recogen las opiniones de otros escritores. La productividad no es su fuerte.
Su retiro a Los Cedros, en este rincón marítimo irlandés se debe a esos dos recuerdos que antes citaba. Por una parte he de superar la muerte de su esposa y por otra desea invocar los recuerdos perdidos de los Grace, Carlo, el padre, su esposa Constance y sus hijos mellizos Myles y Chloe que son de su misma edad y que fueron testigos de su inicio en el amor y el erotismo.
La Ventana de Pierre Bonnard
Max rememora sus recuerdos como si estuviera viéndolos por detrás de una pantalla de cine. Los mira como si estuviera analizando un cuadro de Bonnard caminando de un lado al otro de la pantalla. Trata de observar hasta el más pequeño detalle, pero sabe que su memoria no es un proyector muy fiel y a menudo duda de estos recuerdos. 
Escribe:


"Se supone que la vida, la auténtica vida, es una lucha, una acción y una afirmación inagotable, la voluntad embistiendo con su cabeza roma contra la pared del mundo, cosas por el estilo, pero cuando vuelvo la vista atrás me doy cuenta de que la mayor parte de mis energías se dedicaron siempre a la simple búsqueda de cobijo, de comodidad, de, sí, lo admito, un rincón acogedor. Comprenderlo se me hace sorprendente, por no decir escandaloso. Antes me veía como una especie de bucanero, enfrentándome a todo el que se me ponía a tiro con un alfanje entre los dientes, pero ahora me veo obligado a reconocer que me engañaba. Esconderme, protegerme, guarecerme, eso es todo lo que realmente he querido siempre, amadrigarme en un lugar de calor uterino y quedarme allí encogido, oculto de la indiferente mirada del sol y de la severa erosión del aire. Por eso el pasado supone para mí un refugio, allí voy de buena gana, me froto las manos y me sacudo el frío presente y el frío futuro. Y no obstante, ¿cuál es la verdadera existencia del pasado? Después de todo, no es más que lo que fue el presente una vez el presente ya ha pasado, no más que eso. Pero vaya."

Toda la novela está impregnada de melancolía ya que se trata de revivir hechos trágicos.
"Qué pequeño recipiente de tristeza somos, navegando en este apagado silencio a través de la oscuridad del otoño"-
En esta obra no se pretende entender la conducta de los otros, sino más bien reflexionar sobre ella y analizar sus consecuencias.
Hay que resaltar la magnífica traducción de Damián Alou. Ignoro cómo debe ser el texto original, pero la traducción es de una calidad extraordinaria.

"La felicidad era diferente en la infancia. Entonces se trataba tan sólo de acumular, de coleccionar cosas —nuevas experiencias, nuevas emociones— y aplicarlas como si fueran relucientes azulejos en lo que algún día sería el maravillosamente acabado pabellón del yo."

Cuando he terminado el libro me he dado cuenta de la gran calidad literaria del mismo. Lo que cuenta, en realidad, no es muy nuevo: la incomprensión de la muerte de un ser querido, la extrañeza del ser en que nos hemos convertido con los años, los malos juegos a que nos invita el recuerdo o la memoria. Lo importante es cómo Banville lo cuenta. El texto es el todo. Max es un vago y un diletante, pero !qué bien expresa sus pensamientos!. Y, además, nos reserva una sorpresa inesperada en las últimas páginas. Algo así como un as en la manga. Como si nos dijera maliciosamente: "Lo he tenido ahí todo el tiempo y no os habéis dado cuenta". Fantástico.

Es de estos. libros que, cuando cierras la última página tienes ganas de volver a empezar porque -piensas- que algo te has dejado o que no has sido capaz de captarlo todo. Como esas buenas películas que cuando las ves por segunda o tercera vez, aprecias detalles nuevos.

Es de lo mejor que he leído en años. Sinceramente.



El pantano de las mariposas

Federico Axat
Destino

Contraportada


Pertenecen a mundos distintos. Miranda Matheson tiene doce años y es la hija de un matrimonio rico que acaba de mudarse a la ciudad. Sam Jackson perdió a su madre en un accidente cuando tenía un año y vive en una casa de acogida. Desde la copa de un árbol, Sam espía a Miranda en secreto, entra subrepticiamente en la mansión de ensueño de los Matheson y casi sin darse cuenta comienza a sentir cosas que nunca antes había sentido. Por las noches, Sam empieza a soñar… con Miranda pero también con el accidente de coche que una década atrás le arrebató a su madre. La policía dijo que aquella noche tormentosa, en que el vehículo de Christina Jackson perdió el control, su cuerpo salió despedido y fue arrastrado por la corriente del río Chamberlain. Nunca la encontraron. Pero Sam recuerda... Era apenas un bebé y también viajaba en ese coche, y de forma difusa, recuerda la imagen de su madre en el vehículo tras el impacto, inconsciente, y cómo minutos después fue arrastrada al exterior. Mientras tanto, tres misteriosas luces surcaban el cielo. ¿Qué le sucedió realmente a Christina Jackson? ¿Qué esconde la enigmática mansión de los Matheson? El verano que comienza será un tiempo de grandes acontecimientos para Sam en que la amistad, el amor, la aventura y la revelación sobre su pasado conformarán de forma extraordinaria el resto de su vida.

Mi comentario

Tenía previsto leer este libro mucho más adelante pero resulta que, en Facebook, me he inscrito en un grupo de lectura  y este mes tocaba hacer una reseña de esta novela.
Como en todos los casos, primero leo las críticas tanto de profesionales como de particulares y cuando tengo una idea de qué va la cosa, me dispongo a empezar el libro. Con este sistema he descubierto que hay cientos, sino miles, de blogs literarios, la mayoría de muy buena calidad, que dejan a éste que está leyendo a la altura del betún. Pero eso es lo que hay.

La mayoría de las opiniones eran bastante buenas (por no decir muy buenas) y destacaban la excelente factura literaria del texto, lo fácil de leer, su interés creciente y la novedad del enfoque.

Lo que en ningún sitio se decía era que Federico Axat era un ilusionista de la literatura. Porque eso es lo que es, o a mí me lo parece. Si lo piensan, el mago, el ilusionista, es alguien que nos engaña y nosotros sabemos que nos engaña. Es una especie de charlatán que nos quiere hacer creer que hay otra realidad distinta a la que conocemos. Una realidad que no se basa en la lógica y las leyes de la física. Nosotros (por un rato, al menos) decimos, vale, acepto pulpo como animal de compañía y nos dejamos embaucar con una sonrisa en los labios y si el mago es bueno siempre nos preguntamos al final, "ya sabemos que no es posible que la chica se transforme en un tigre leonado dentro de la jaula, pero ¿cómo lo ha hecho?."


La novela se desarrolla en tres escenarios temporales diferentes: 1974, 1985 y 2010. La mayor parte de la acción se desarrolla en una pequeña población de unos 20.000 habitantes en el centro de Nueva Inglaterra llamada Carnival Falls. Se inicia con el accidente que sufre la madre de Sam en el que ella desaparece y Sam, un bebé, queda a cargo de los servicios sociales de la comunidad. El núcleo grande de la narración transcurre en una casa de acogida para huérfanos en donde Sam, con unos once años, entabla amistad con Billy, un chico de su misma edad y con el que pasa la mayor parte del tiempo entre juegos en el bosque y proyectos más o menos descabellados. En este verano de 1985 Sam se enamora de una niña rica, Miranda, y sufre los primeros dolores del amor platónico. Finalmente, en la época actual, se resuelven paulatinamente todos los enigmas planteados.

Llevaba leída una tercera parte de la novela, más o menos, y me sentía como si leyera una historia de Tom Sawyer o una novela juvenil. Tres amigos, Sam, Billy y Miranda que juegan en el bosque o descubren rincones naturales montados en sus bicicletas. Tensiones más o menos veladas entre Sam y Billy por la atención de la hermosa Miranda. El primer hervor de las hormonas... todas estas cosas que ya conocemos.
De pronto la acción da un giro inesperado y paso de Tom Sawyer a "encuentros en la tercera fase". Sorpresa y algo de decepción. "¿Extraterrestres ahora?" me pregunto. "¿A qué viene eso?". "Otra vez un autor que, por el afàn de sorprender al lector, se mete en una vuelta de tuerca que no puede traer nada bueno". Estoy a punto de dejar la novela y buscar otra en la que no haya mezclas inesperadas de géneros. O estoy con Tom Sawyer o con Harry Potter, pero no revueltos. No obstante, sigo adelante por el compromiso con los del grupo de lectura.

Federico Axat, como decía al principio, juega con el lector como lo hace el mago o el ilusionista. Nos encandila con una realidad imposible mientras con la otra mano prepara el truco final. ¡Tachán!. La diferencia (por suerte) es que el ilusionista no nos enseña nunca el truco y Axat sí lo hace. En el último párrafo del epílogo... pero lo hace y nos deja con la boca abierta como niños pequeños ante el mago del cumpleaños de un amigo.

De forma que les aconsejo que resistan las tentaciones. La tentación de dejar el libro a medias. La tentación de leer ese párrafo final antes de terminar el libro. Siganle el juego a Federico Axat hasta este final. No se van a arrepentir aunque siempre quedará aquello de "¿pero cómo ha conseguido...?".



La salvación de una santa

Keigo Higashino
Ediciones B, S.A. 
Contraportada



Un asesinato que parece imposible, tan meticuloso como terrible, cometido por unos motivos aún más estremecedores. La víctima, Yoshitaka Mashiba, un rico empresario de Tokio, muere un domingo cuando está solo en su casa. Ha sido asesinado con una taza de café envenenado. Estaba a punto de abandonar a su esposa, Ayane Mashiba, que se convierte en la principal sospechosa. Pero Ayane tiene una férrea e irrefutable coartada: cuando su esposo murió ella estaba a más de cien kilómetros de distancia. ¿Cómo llegó, pues. el veneno a la taza de café? El profesor Yukawa deberá utilizar todo su talento para ordenar las pistas y encontrar la verdad, a través de una atmósfera cautivadora, claustrofóbica y a la vez extremadamente pulcra y ordenada, que nos sumerge en un «crimen doméstico» donde los elementos de la cultura japonesa emergen en su vertiente más fría, calculadora y pura. 

Mi comentario

La salvación de una santa, de Keigo Higashino, autor de otras obras como La devoción del sospechoso X,  (que ya comentamos la semana pasada) es una novela negra que se enmarca en la tendencia de la 'lab lit' o literatura de laboratorio, donde el físico Yukawa (el profesor Galileo) es el único capaz de seguir un razonamiento lógico y frío que permitirá desvelar el misterio. 

Maestro de la «lab lit» o literatura de laboratorio, Higashino construye una novela magistral a través de un procedimiento policial ultradetallado. 

Hay muchas similitudes entre las dos novelas. Los protagonistas (de parte de la policía, por supuesto) son los mismos: el Inspector Kusanagi, su asistente la inspectora Kaoro Utsumi y el catedrático de física Manabu Yukawa. También es similar el planteamiento: desde el inicio de la novela se sabe quién es el asesino y de lo que se trata es averiguar y probar cómo pudo cometer el asesinato a cientos de kilómetros de distancia. En otras palabras: cómo pudo cometer el crimen perfecto.
En este sentido la novela es atractiva porque plantea un reto al lector y, aunque el final siempre es más o menos sorprendente, el camino deductivo que se sigue siempre es el mismo: ir eliminando posibilidades hasta que queda sólo una que es la verdadera.
Interesante, pero me gustó más "La devoción del sospechoso X".


Metafísica de los tubos

Amélie Nothomb
Anagrama
 
Contraportada


Una criatura sin modelar por la educación de los adultos explica cómo se ve el mundo cuando acabas de llegar. Más curioso aún si tu familia es europea pero la niñera, la casa y el jardín son japoneses. Con gran sentido del humor, nos muestra la falta de comunicación entre los humanos en un universo en el que las grandes cuestiones se plantean con tanta sencillez como profundidad.
 

Mi comentario
Amélie Nothomb es una escritora poco frecuente. Nace en Bélgica en 1966 y, debido a la profesión de su padre (diplomático) pasa la infancia, la adolescencia y parte de su juventud entre Japón, China, Laos, Birmania, Estados Unidos y Bangladesh por lo que conoce en profundidad las grandes diferencias culturales y de todo tipo entre el Oriente y el Occidente lo que le permite urgar entre sus contradicciones.
Se ha dicho de su estilo que es humorístico, absurdo, subrealista, pedante, pero nadie le ha negado su fuerte carácter y su valía literaria. En la foto su sombrero puede calificarse con todos estos mismos términos.
Esribe cada año tres novelas, pero publica sólo una. En este Blog veremos tres ejemplos.

La contraportada de la editorial esquiva lo que en realidad es esta novela. Es la historia de un bebé que se siente un tubo y que se cree Dios. Impresionante planteamiento. Un bebé que permanece casi dos años inerte hasta que su abuela le da una barrita de chocolate blanco belga. Ahí descubre el placer y su vida cambia completamente.
Confieso que me siento fascinado por la cultura japponesa aún reconociendo que no la comprendo y que posiblemente nunca lo haga. Pero Amèmile Nothomb es una ocasión fantástica para acercarse al universo nipón desde una perspectiva occidental y comprensible.
Esta pequeña novela (se lee de un tirón) es maravillosa en este sentido porque, a través de una fantasía de una niña belga de dos años y medio que se siente japonesa, nos va descubriendo una cultura apasionante.
Se lo recomiendo.


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