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sábado, 28 de octubre de 2017

Cuando fuimos húerfanos. Kazuo Ishiguro

Cuando fuimos huérfanos

Kazuo Ishiguro



Inglaterra, años treinta. Christopher Banks se ha convertido en el más célebre detective de Londres. Pero hay un enigma que es incapaz de resolver y del que él mismo es protagonista: cuando era niño y vivía en Shanghái con su familia, sus padres desaparecieron misteriosamente, acaso secuestrados por la mafia china por un asunto relacionado con el tráfico de opio.
Él, que creció como un huérfano, tiene recuerdos vagos y contradictorios de lo que realmente sucedió. Pero la ausencia de sus padres, de los que ni siquiera sabe con seguridad si están vivos o muertos, le atormenta. Y por eso viaja desde una Europa convulsa en la que emerge el fascismo y se avecina la guerra de un Shanghái convertido en polvorín en el que se enfrentan los chinos comunistas y el ejército japonés invasor. 
En esta ciudad cosmopolita y caótica Christopher Banks, en busca de las claves de su pasado, se verá inmerso en una pesadilla kafkiana.

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Aunque de origen japonés Kazuo Ishiguro vive en Inglaterra desde los cinco años y escribe como el más "british" de los anglosajones. Hasta el punto que se le ha incluido en la lista de los 50 mejores escritores ingleses de todos los tiempos.
A raíz de otorgarle este año el Premio Nobel de Literatura se han multiplicado los comentarios a su especial estilo literario porque en cada uno de sus libros Ishiguro crea un mundo propio. Muchas veces (como es en este caso) un mundo sorprendente-

Se dice que hay que leer tres libros de este autor:
Los restos del día que fue llevada a la pantalla por James Ivory en 1993 y que protagonizaron magistralmente Anthony Hopkings y Emma Thomson.

Nunca me abandones. Una ficción futurista que también se convirtió en película en 2010 de la mano de Mark Romanek con Keira Knightley de protagonista, y

El gigante enterrado. Una narración maravillosa del medievo que profundiza en la memoria y los recuerdos del pasado.

Ahora me encuentro con esta historia de un detective nacido en el Shangai dentro de la burbuja que debía ser la Colonia Internacional. Un mundo cosmopolita dentro de China.
No es una historia corriente. No pasan cosas previsibles. Todo lo contrario.
Tres escenarios y tres situaciones diferentes.
Christopher Banks de niño en su mansión de la Colonia inseparable de su amigo japonés Akira. Su padre, un ejecutivo de una empresa inglesa. Su hermosa y cariñosa madre que dirige los destinos de todos con mano izquierda y prudencia. De pronto su padre desaparece. ¿Secuestrado por la mafia china?. Cuando tiene 9 años desaparece su madre y él es considerado huérfano y enviado a Inglaterra.

Segundo escenario. Londres. Banks llega a convertirse en ... un detective!. Pero de los de Holmes. Resuelve los casos (siempre relacionados con gente de alta alcurnia tipo Dowton Abbey) él solito, sin análisis de huellas. A pelo. Es famosísimo. Todo el mundo se pelea por tenerle en sus exclusivos cenáculos. Pero la espina de la desaparición de sus padres está ahí ¿Seguirán vivos y encerrados en un oscuro cuartucho del barrio chino?.

Tercer escenario. El es detective. Tiene que encontrar a sus padres así que regresa a Shangai 20 años después de haberse ido. En plena guerra chino-japonesa.
Y ahí es donde Ishimuro afila el lápiz y nos da una inolvidable lección de buena literatura con una trama que mantiene al lector pegado a las páginas del libro.

Mentiría si dijera que he entendido todo lo que Ishimuro quiere transmitirnos. Pero debo reconocer que es una novela de estas que no se olvidan.




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