El Leopardo
Jo NesboRoja y Negra
Me pasó con Némesis, con Petirrojo, El Redentor y últimamente con "El Muñeco de Nieve". Nesbo siempre se supera a sí mismo. Y esta vez también lo ha hecho, en mi opinión.
"El Leopardo" prácticamente es la continuación del Muñeco de Nieve. Incluso el terrible asesino de aquella novela ayuda a Harry Hole, el protagonista de estas novelas, a atrapar al Leopardo.
Hay un problema con la reseña de estos libros. Uno tiene que tener mucho cuidado en lo que escribe para no desvelar la clave de la trama que nunca es algo sencillo y lineal, sino con muchos meandros y recovecos. Prácticamente en cada capítulo hay escondida una sorpresa, algo que el lector no sospecha o bien el desmontaje de una sospecha que se ha sembrado con anterioridad en la mente del lector. Nesbo es un maestro en hacer ésto y por ello sus obras son tan aditivas.
El Leopardo tiene 690 páginas. Un buen tocho. Y sin embargo, se lee prácticamente de un tirón. No me extraña que le hayan dado el premio de la Academia danesa de escritores de novela negra o el Palle RosenKrantz de la mejor novela del año.
Cuidando de no hacer "spoilers" les cuento que el eje de la novela es la humillación. Un personaje importante le dice a Harry Hole en la primera parte de la novela:
"El dolor físico no es lo peor para un ser humano. Créeme, yo lo veo a diario. Tampoco la muerte. Ni siquiera el miedo a la muerte.
—Y entonces ¿qué es lo peor?
—La humillación. Que te arrebaten el honor y la dignidad. Que te desnuden, que te aparten del rebaño. Ese es el peor castigo, eso es enterrar a un hombre en vida. Y el único consuelo es que la persona en cuestión se hunde relativamente rápido."
Descúbralo usted mismo
Oslo en lo más crudo del invierno. Dos mujeres aparecen muertas ahogadas en su propia sangre. En ambos casos, la escena del crimen no proporciona ninguna pista a los investigadores, que temen estar frente a un nuevo asesino en serie.
Enfant terrible de la policía noruega, el inspector de policía Harry Hole es la única persona que puede enfrentarse a un caso así, pero primero hay que convencerlo de que vuelva a Oslo. Después de su último caso, Harry se evaporó en Hong Kong, donde pasa sus días en una vorágine de apuestas de caballos, drogas y alcohol.
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