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jueves, 9 de mayo de 2013

Mis últimas lecturas (16)

Cuatro libros que vale la pena leer




Inés y la alegría

Almudena Grandes
Tusquets Editores

Sinopsis

 Toulouse, 1939. Carmen de Pedro, responsable en Francia de los diezmados comunistas españoles, se cruza con Jesús Monzón; años después, en 1944, Monzón contará con un ejército de hombres dispuestos a invadir España. Entre ellos está Galán, quién cree que, tras el desembarco aliado y la retirada de los alemanes, es posible establecer un gobierno republicano en Viella. No lejos de allí, Inés, que apoyó la causa republicana durante la guerra, oye a escondidas el anuncio de la operación Reconquista de España en Radio Pirenaica, y se arma de valor, y de secreta alegría, para dejar atrás los peores años de su vida.

Jesús Monzón en 1944
Conocí personalmente a Jesús Monzón Reparaz en 1973. Vino a dar una conferencia en Barcelona en el "Club Mundo" del que, por aquel entonces, yo era el director. Me impresionó muchísimo su personalidad. Tanto que pensé: "personas como éstas te encuentras tres o cuatro en la vida". No me equivocaba en absoluto.Y eso que, en aquel momento desconocía su trayectoria política sobre la que, en buena parte, trata esta novela de Almudena Grandes.
Jesús acababa de montar en Palma de Mallorca el Instituto de Estudios Empresariales (IBEDE) por encargo de la Asociación de Empresarios de Mallorca (ASIMA). El conocía muy bien el sistema de enseñanza de estos estudios porque durante años había sido profesor en el ICADE en Méjico que, a su vez era una sucursal del famoso IESE de Barcelona ligado al Opus Dei. La especialidad de Jesús en estas materias era el área de comercial. ¿Cómo iba a suponer yo que con estos antecedentes me encontraba ante uno de los líderes históricos del PCE que dirigió por su cuenta y riesgo la "invasión" de España de los maquis por el valle de Aran?.
Meses después de nuestro primer encuentro, Jesús me llamó desde Palma. Me contó que se encontraba enfermo y me ofreció ir a trabajar a su Instituto en donde ya trabajaban dos ex alumnos del IESE, uno de los cuales era Joaquín Molins al que le esperaba una fulgurante carrera política en Catalunya como comprobarán  si  pinchan en el link de su nombre.
Joaquín Molins actualmente Presidente del Patronato del Liceo de Barcelona
Mi situación personal era bastante angustiosa en aquella primavera de 1973. Mi padre estaba aquejado de un cáncer y yo sabía que le quedaban pocos meses de vida. Mi mayor deseo era poder irme a Palma para estar con él. Así que la oferta me vino de perlas y acepté inmediatamente.
Ya en Palma e incorporado al IBEDE tuve ocasión de conocer más profundamente a Jesús Monzón y a su esposa Aurora Gómez Urrutia que estaba aquejada gravemente de esclerosis múltiple. Eso último había sido la causa de que Jesús decidiera dejar Méjico para buscar climas más favorables para ella.
Era increíble la personalidad de Jesús Monzón. Ateo militante mantenía frecuentes debates con curas progresistas de Mallorca e incluso en el IBEDE, junto a la prensa local y nacional, se recibía "El Observatore Romano". En el Instituto sedujo inmediatamente a todos los mayores empresarios de las Islas que realmente le adoraban y que incluso hoy lo recuerdan como un gran maestro no sólo en material empresarial, sino Maestro de la Vida.
Es mi intención desarrollar más extensamente mis recuerdos de la figura de Jesús Monzón en mi blog "Ultimamene pienso..." porque ésta es una reseña de un libro maravilloso de Almudena Grandes.

Así lo describe esta fantástica prosista en su libro:
"No es fácil describir a este hombre, y difícil compararle con sus camaradas, con sus compatriotas, con sus contemporáneos. Fácil de amar y difícil de olvidar, por dentro, pero también por fuera. Alto, corpulento, con hombros anchos, manos grandes, algún indicio, tal vez, de una futura obesidad que ahora no nos interesa porque es incompatible con su condición de refugiado político en Francia, en agosto, quizás julio, tal vez septiembre de 1939, Jesús Monzón Reparaz es, en este instante, sobre todo un hombre acogedor, grande como una casa. Guapo de cara no, porque su cabeza parece asentarse directamente sobre el tronco, prescindiendo del cuello, y el pelo escasea ya sobre su frente. Y sin embargo, a veces, cuando sonríe pero no del todo, sus ojos se iluminan con un destello oblicuo, sesgado en el mismo ángulo que adoptan sus labios, para que toda su inteligencia, que es mucha, y su malevolencia, que no es menos, lo eleven a un plano muy superior a aquel donde se agota la belleza blanda y carnosa, redondeada, a menudo pueril, de la mayoría de los hombres guapos. Entonces, no sólo es un hombre atractivo. Entonces puede llegar a ser irresistible, y lo sabe."


Esta descripción corresponde al Jesús Monzón de 1943, pero perectamente hubiera encajado en el hombre que conocí treinta años después.
Inspiraba confianza desde el primer minuto que te cruzabas con él:

"En ese momento, Jesús Monzón todavía no ha cumplido treinta años, pero aparenta diez más. Su aspecto grave, maduro, le favorece mucho más de lo que le perjudica, sobre todo en días peligrosos, complicados, en los que nadie se atreve a fiarse de nadie y muchos de los ministros, de los diputados, de los prohombres de la República Española, se comportan como polluelos atolondrados y muertos de miedo, cuando no como hienas dispuestas a pisar a su madre con tal de encontrar plaza en un barco mexicano. En este momento, el sombrero impecable de don Jesús Monzón, las impecables hechuras de su abrigo inglés, el aplomo que ha respirado desde la cuna en una de las mejores familias de Pamplona, y el que ha adquirido después, durante la guerra, en los despachos de los gobiernos civiles de Alicante y de Cuenca, le convierten en una persona valiosísima, alguien que, por una parte, inspira confianza, y por otra, tiene capacidad para manejar cualquier situación en una coyuntura muy difícil. Pero Jesús Monzón no sólo parece extremadamente valioso. También lo es, aunque los dirigentes de su partido nunca se hayan fiado de él"

La última vez que vi a Jesús Monzón fue en agosto de 1973 cuando un avión ambulancia iba a llevarle hasta el Hospital de Pamplona (también del Opus Dei) en donde murió inconfeso y fue enterrado en el cementerio civil. ¿Un hombre contradictorio?. No lo creo. Un ser extraordinario es lo que era.

Almudena Grandes presenta en su libro a grandes personalidades del PCE: Dolores Ibarruri, (La Pasionaria) y su gran amor Jesús Antón, Carmen de Pedro, la amante de Jesús Monzón.
Jesún Antón a la derecha de Dolores Ibarruri
Carmen de Pedro





 












Hay que reconocerle a Almudena Grandes un exahustivo trabajo de investigación científica de un período poco conocido de nuestra historia de la postguerra. 

Un gran libro que no hay que perderse
Leer el primer capítulo


Riña de gatos. Madrid 1936



Eduardo Mendoza
Premio Planeta 2011

Sinopsis

Un inglés llamado Anthony Whitelands llega a bordo de un tren al Madrid convulso de la primavera de 1936. Deberá autenticar un cuadro desconocido, perteneciente a un amigo de José Antonio Primo de Rivera, cuyo valor económico puede resultar determinante para favorecer un cambio político crucial en la Historia de España. Turbulentos amores con mujeres de distintas clases sociales distraen al crítico de arte sin darle tiempo a calibrar cómo se van multiplicando sus perseguidores: policías, diplomáticos, políticos y espías, en una atmósfera de conspiración y de algarada.

Cuando leí la sinopsis que antecede a estas líneas pensé que estaba ante algo parecido a "Miserias de la Guerra", la novela póstuma de Pio Baroja, en donde también se eligió a un diplomático inglés, equidistante pero atento, como vehículo para plasmar la realidad del estallido de la Guerra Civil.
Mendoza no busca nada de ésto. Con la excusa de la valoración de un Velázquez inédito en el ambiente previo al estallido de la Guerra Civil, crea una serie de personajes un tanto esperpénticos que se codean con espías rusos, generales golpistas y José Antonio Primo de Rivera o D. Manuel Azaña, Presidente del Gobierno de la República. 
El protagonista, Anthony Whitelands, es un superexperto en arte de la Edad de Oro española, pero, al mismo tiempo, se comporta con una estupidez rayana en la temeridad ya que se mete en cuanto charco aparece a sus pies.
La novela está escrita en un lenguaje culto y refinado que contrasta con la crueldad y la violencia del entorno. El que Mendoza haya elegido un estilo ligero no quiere decir que no profundice en el problema de España.
Hay una escena que es paradigmática: en varias ocasiones del relato se hace referencia a un cuadro de Tiziano titulado "La muerte de Acteón".
Aprovechando este cuadro, el Jefe de Gobierno, D. Manuel Azaña hace la siguiente parábola para explicar el momento en que está viviendo España:

"El joven Acteón va de caza y por azar sorprende desnuda a Diana; la esquiva diosa le lanza una flecha y lo convierte en ciervo que acto seguido es destrozado por la jauría del propio Acteón, sin que éste pueda hacer nada para evitarlo. Para pintar este suceso, Tiziano elige un punto medio en el decurso de la fábula: lo esencial ya ha ocurrido o está por ocurrir. Quien no sabe el principio y el final del cuento se queda en ayunas. Tal vez cuando Tiziano pintó el cuadro la mitología griega era conocida por todos. Yo lo dudo. Alguna otra razón llevó al pintor a elegir ese momento y no otro. El momento en que la falta ya ha sido cometida y la flecha ha sido lanzada. Lo demás es cuestión de tiempo: el desenlace es inevitable."

Azaña, pues, lo tiene claro: lo que va a venir, la locura de una guerra entre hermanos, es ya imparable. Los propios perros destrozarán al imprudente Acteón.

Esta no es de las mejoras obras de Eduardo Mendoza, pero si se lee en clave de humor ligero, es entretenida. 







La piel fría


Albert Sánchez Piñol
Edhasa

Sinopsis 
Como sucede a menudo con las grandes novelas, La piel fría es una obra difícil de explicar pero que desde sus primeras líneas arrastra al lector a un mundo sorprendente en el que, como el protagonista, deberá enfrentarse al más extraño y combativo rival que imaginarse pueda. La piel fría es una novela apasionante, repleta de intriga y de aventura que, al mismo tiempo, nos hace experimentar íntimamente los grandes interrogantes de la condición humana.


Hace años me gustaba la temática de ciencia ficción. Creo que lo último que leí fue la trilogía de "La Fundación" de Isaac Asimov que es maravillosa. Pero no recuerdo haber leído cf de autores españoles. Excepto ésta de Albert Sánchez Piñol que está escrita originalmente en catalán. La leí hace mucho tiempo y, para ser honesto diré... que la había olvidado. Pero en un blog de recomendaciones para la Feria de Sant Jordi, aparecía como una novela inolvidable. Así que le dí una segunda oportunidad y lo releí.

Por lo que he visto en internet, se trata de una novela que despierta opiniones bastante contrapuestas: para Santiago L. Moreno es el descubrimiento del mejor autor español de ciencia ficción y para Francisco Suñer es una exageración el que se diga que Albert Sánchez Piñol es el Lovecraft español. Me inclino más por esta segunda opinión.

Las novelas de ciencia ficción tienen todas un esquema semejante: al principio se plantea un determinado universo (distinto del real) en el que rigen unas leyes que el lector debe conocer e interiorizar para comprender el texto. Da igual que se trate de las leyes robóticas o de un ataque marciano. La base es el universo que uno debe creerse y bajar los frenos de la racionalidad porque si no es así, todo puede parecer, además de increíble, ridículo. En otras palabras: se trata de fábulas (con o sin moraleja) semejantes a los cuentos de nuestra niñez. Incluso a temprana edad ya sabíamos que no era posible que un beso despertara a una princesa o que un ordenador cabreado liquidara a toda la tripulación de una nave espacial. Y sin embargo, disfrutábamos de la historia porque aceptábamos lo imposible.
De la misma forma, debemos aceptar que, en la minúscula isla antártica pueden existir miles de batracios de forma humana que atacan a los dos humanos de la historia y que éstos cuentan con rifles, dinamita, etc.

Mientras el autor se mantiene en la ficción fantástica, la novela se lee bien. Otra cosa es cuando se pone a filosofar.





Ver el primer capítulo




El Bailarín de la muerte


Jeffery Deaver
De Bolsillo

Sinopsis



A pesar de que un accidente le haya dejado paralítico, Lincoln Rhyme, el protagonista de El coleccionista de huesos, sigue siendo uno de los mejores criminalistas del mundo. Se le considera el único que podría frenar a un asesino muy particular, apodado El Bailarín. Es un matón a sueldo que cambia su aspecto con una rapidez asombrosa. Sólo dos de sus víctimas han podido dar una pista: lleva en un brazo un tatuaje de la Muerte bailando con una mujer delante de un féretro. Su arma más peligrosa es el conocimiento de la naturaleza humana, que maneja sin piedad.

Rhyme y su ayudante, Amelia Sachs, se involucran en una partida estratégica contra «el bailarín de la muerte» El cerebro de Rhyme y las piernas de Amelia se convierten en los únicos instrumentos para perseguir al asesino por todo Nueva York. Sólo tienen cuarenta y ocho horas antes de que El bailarín vuelva a matar.

Si le gustan los thrillers trepitantes, arriegados y apasionantes, ésta es su novela. Narrada como una partida de ajedrez entre un forense tetraplégico y un asesino implacable e inasible, en cada capítulo da una vuelta de tuerca al relato. Lo que me pregunté al leer la última página fue: ¿no se habrá pasado de rosca Jeffery Deaver?.




Lea el primer capítulo





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