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miércoles, 10 de abril de 2013

Mis libros recomendados (14)

Reunión en el restaurante Nostalgia


Anne Tyler
Editorial Lumen



Debo la lectura de este libro a una amiga mía que acaba de pasar un mal trago por una enfermedad que, gracias a la medicina y a su espíritu positivo, está superando con un ánimo excelente. Es una de las mujeres con mayor cultura y recursos intelectuales que conozco. Por eso confío totalmente en su criterio literario.

Una breve reseña sobre la Autora. Anne Tyler nace en Minneápolis en 1941. Ganó el Premio Pulitzer por su obra "Ejercicios respiratorios" aunque quizás la reconozcan mejor si les digo que es la autora de "El Turista accidental", que fue una película memorable protagonizada por William Hurt en 1988.
Esta es la sinopsis de la obra:


Quizá se equivocó quien dijo que todas las familias felices se parecen, porque incluso la charla cordial de una familia reunida alrededor de la mesa revela el malestar de quien come y calla, la angustia de quien habla demasiado, y el vacío que deja ese plato puesto para alguien que nunca acudirá a la cena.

Pearl, una mujer de ochenta y cinco años, no quiere caminar hacia la muerte sin recordar antes los momentos importantes de su vida, empezando por aquella noche de domingo de 1944 en que su marido puso cuatro trapos en una maleta y le contó que se iba, sin explicar dónde, sin decir si y cuándo volvería.

A la mañana siguiente, faltaba alguien en la mesa del desayuno, pero la mujer no se atrevió a contar la verdad a sus tres hijos; lo que hizo fue buscarse un trabajo y aprender a disimular, educando a Cody, Jenny y Ezra.


Cuando terminé de leer esta obra, volví a repasarla porque tenía la sensación de que algo se me escapaba. Y es que no es lo que parece: la historia de los componentes de una familia complicada y dispersa en la que cada uno parece vivir en planetas diferentes.
La primera parte es la historia de Pearl, la madre. Una solterona destinada a vestir santos hasta que de pronto aparece un hombre más joven que se casa con ella y la libera de un ambiente rural cerrado y angustioso. Pearl se entrega totalmente a la nueva vida centrada primero en su marido y luego en cada uno de sus tres hijos. Cuando él la abandona sin explicaciones ella se niega a aceptarlo y nunca les dice a sus hijos que su padre no volverá.
En esta parte de la obra Pearl aparece como una madre abnegada, luchadora y decidida a sacar adelante a la familia ella sola. Una mujer hija de su época llena de normas restrictivas y de convencionalismos preocupada por el qué dirán.

Pero luego vienen las historias de cada uno de sus tres hijos y resulta que ven las cosas de otra manera. Cody ve a su madre como un ser sin amigos, sin relación humana con el exterior, con un carácter casi bipolar que pasa de la serenidad a la ira más desatada. Su hermano, el inocente Ezra no lo ve así. Este párrafo del final del libro lo explica claramente:


"Crees que somos una familia —dijo Cody, volviendo a la carga—. Crees que somos una alegre familia sacada de una comedia de sobremesa, cuando en realidad estamos divididos, no somos más que partículas desparramadas por todas partes, y nuestra madre era una bruja.

—Cody —dijo Ezra.

—Una bruja chillona, delirante e impredecible. Nos arrojaba contra la pared y nos llamaba escoria y víboras, decía que ojalá estuviéramos muertos, nos sacudía hasta que nos castañeteaban los dientes, nos gritaba en la cara. Nunca sabíamos, de un día para otro, qué nos íbamos a encontrar: ¿estará bien? ¿No estará bien? La tontería más insignificante podía hacerle estallar. «Voy a tirarte por la ventana», me decía. «Me asomaré por esa ventana y me reiré al ver tus sesos desparramados en la acera.»

—No era así —dijo Ezra por fin.

—¿Vas a negarlo? —replicó Cody.

—No, pero no estaba siempre enfadada. En realidad se enfadaba solo algunas veces, muy de tanto en tanto; lo que pasa es que a ti se te quedaron grabadas."

Si tuviera que poner un calificativo a cada uno de los personajes principales sería:

Pearl. La madre: PERPLEGIDAD
Beck. El padre: INMADURO ETERNO
Cody. El hijo mayor: RESENTIMIENTO
Ezra. El mediano: INOCENCIA
Judy. La hija menor: ADAPTABILIDAD

Pearl está perpleja por una simple razón: Nunca ha visto la realidad. Se hace su propio mundo e intenta que éste "convenza" a la realidad. No entiende por qué su marido la ha abandonado. No entiende por qué Cody es tan perverso, No puede creer que Ezra le guste trabajar en un restaurante cuando ella siempre había pensado que quería ir a la universidad. No comprende que su hija July vaya vestida como una monja y con el pelo hirsuto. En definitiva: no entiende por qué sus hijos no están unidos y felices con lo que ella ha luchado por ellos.

Beck es el inmaduro eterno. El perpétuo adolescente que de pronto se encuentra desplazado por tres hijos a los que no comprende y una mujer que no tiene nada que ver con la mujer que él pensó que era. Por eso no puede soportar la situación. No tiene recursos para enfrentarse a todo ésto y simplemente se va.

Cody es el Caín de la novela. Competitivo, demandando atención continuamente mediante una trastada tras otra. Como si la envidia que lo corroe le impulsara inevitablemente a traspasar los límites Obsesionado con su hermano Ezra porque no comprende cómo éste, sin hacer nada y prácticamente de forma inconsciente, consigue el afecto y el cariño de todos cuando a él se le niega. Le roba todo a Ezra, incluída la única novia que tuvo,  por su obsesiva competitivad. 

Ezra es Abel. Inocente, pacífico, deseoso permanentemente de que la familia se mantenga unida, despierta en las mujeres un instinto maternal que enciende el odio de su hermano. Ezra no entiende cómo no pueden ser una familia como las otras. Todas las comidas y cenas que organiza en su restaurante "Nostalgia" acaban como el rosario de la aurora.Tan bonachón que el lector siente ganar de zarandearle y gritarle ¡Abre los ojos!. ¡Reacciona!.

Judy es la balanza. A costa de múltiples golpes en la vida, de dos marimonios fracasados, logra adaptarse a un terceno con seis hijos por delante. Ella es la única que comprende que, para poder vivir ha de convivir con su extraña familia, pero poniendo la máxima distancia emocional posible. 

Una excente novela que te hace pensar en lo complicados que son las relaciones con la familia. Una familia que puede ser un infierno.

Ver el primer capítulo de este libro


La señora Really y otros sueños por contar


Lola Millás
Editorial Planeta

Lola Millás nació en Valencia en 1941 y es la mayor de nueve hermanos. Ha pasado gran parte de su vida ligada el cine directamente como guionista o creando, organizando y divulgando la Filmoteca del Ministerio de Asuntos Exteriores así cómo la coordinación del Area Audiovisual de la Casa de América. Mujer de una amplia y variada cultura decidió empezar a publicar libros tras jubilarse. Precisamente con motivo de su jubilación, el 5 de junio de 2006, el mundo de la cultura le ofreció un homenaje en la Casa de América.
Además de esta obra ha escrito "Me gustaba poner su bata", "Edipo Tango" y una biografía de Agustín González subtitulada "Entre la conversación y la memoria". Pero me consta que su obra literaria (intimista, reflexiva y extremadamente  cuidadosa en el lenguaje) no va a terminar aquí. Hay en cartera algunos manuscritos que seguro van a sorprender agradablemente a los que nos gusta este tipo de literatura.

Las personas que somos coetáneos de ella sintonizaremos inmeditamente con su forma de pensar. En una entrevista que le hizo Europa Press, confiesa que "La sociedad es muy cruel con los mayores, tendiendo a aislarlos entre ellos mismos. Esa fue una de las razones que me movió a escribir las conversaciones entre una septuagenaria, Filomena Really y Dora con la mitad de esta edad. Unas conversaciones que terminan por cambiar sus vidas",

La jubilación puede ser un cambio muy brusco para los que hemos estado trabajando toda nuestra vida en proyectos estimulantes y retos cada vez más difíciles. Pero puede ser también una gran experiencia enlentecer el ritmo del tiempo lo que nos permite prestar atención sin prisa a todo lo que nos rodea. No es del todo cierto que los mayores debamos vivir esta última etapa evocando ("ex-vocare" o sea echar fuera) nuestro pasado, sino que tenemos la posibilidad y el tiempo para (como dice la obra) volvernos "más porosos" a la realidad actual. Ser capaces de abrir las antenas y "vampirizar" la juventud extrayendo nuevas vivencias y experiencias que nos hagan más personas. Hay que ver lo que nos rodea como "espacio nutriente", algo que nos estimula permanentemente y da sentido a nuestra vida.
El nombre de Filomena significa "aquella que ama" y Really es un guiño a la realidad. Ella es la auténtica protagonista de la historia y la que "tira" de Dora a pesar de ser de dos generaciones distintas. Su amistad que va creciendo con una comunicación cada vez más estrecha e íntima, es el hilo conductor de una serie de pensamientos sobre el sentido del tiempo y el significado auténtico de la vida. Aunque el juego que llevan entre ellas se basa en la relación de sus sueños (algunos verdaderos y otros inventados) no es éste un relato puramente onírico, sino una enseñanza para afrontar la vida, sea cual fuere la edad.




El ruido de las cosas al caer


Juan Gabriel Vasquez
Editorial Alfaguara



Juan Gabriel Vasquez nació en Bogotá en 1973. Publicó varias obras y ensayos. Durante bastantes años trabajó en el periódico bogotano "El Espectador". Actualmente vive en Barcelona y recibió, por esta novela el Premio Alfaguara en 2011.

¿De qué va la obra?

Tan pronto conoce a Ricardo Laverde, el joven Antonio Yammara comprende que en el pasado de su nuevo amigo hay un secreto, o quizá varios.
Su atracción por la misteriosa vida de Laverde, nacida al hilo de sus encuentros en un billar, se transforma en verdadera obsesión el día en que éste es asesinado. Convencido de que resolver el enigma de Laverde le señalará un camino en su encrucijada vital, Yammara emprende una investigación que se remonta a los primeros años setenta, cuando una generación de jóvenes idealistas fue testigo del nacimiento de un negocio que acabaría por llevar a Colombia —y al mundo— al borde del abismo.
Años después, la exótica fuga de un hipopótamo, último vestigio del imposible zoológico con el que Pablo Escobar exhibía su poder, es la chispa que lleva a Yammara a contar su historia y la de Ricardo Laverde, tratando de averiguar cómo el negocio del narcotráfico marcó la vida privada de quienes nacieron con él.



Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) es autor de la colección de relatos Los amantes de Todos los Santos y de las novelas Los informantes e Historia secreta de Costaguanaambién ha publicado una recopilación de ensayos literarios, El arte de la orosión (que incluye el ensayo ganador del Premio Simón Bolívar en 2007), y una breve biografía de Joseph Conrad, El hombre de ninguna parte. Ha traducido obras de John Hersey, John Dos Passos, Victor Hugo y E.M. Forster, entre otros, y es columnista del periódico colombiano El Espectador. Sus libros han recibido diversos reconocimientos internacionales y se han publicado en 14 lenguas y una treintena de países con extraordinario éxito de crítica y de público. Su tercera novela, El ruido de las cosas al caer, ha ganado el Premio Alfaguara 2011. Juan Gabriel Vásquez vive desde 1999 en Barcelona.

Cuando empecé a leer los primeros capítulos pensé que me encontraba ante una de estas novelas en la que lo descriptivo sobrepasaba con mucho a lo narrativo. Un relato en que se dibuja con todo detalle las emociones del protagonista cuando atreviesa una calle adoquinada, el color de los adoquines, la sombra de una farola y así páginas y páginas. Un ejercicio literario en el que no pasa nada. Afortunadamente desde el momento en que se asesina a Laverde y se hiere al protagonista el relato toma un rumbo más atractivo. A partor de ahí viene la historia del misterioso Laverde, de su mujer gringa, de su hija y la historia de una Colombia que se iniciaba en el narcotráfico. Luego vienen veinte años de miedo a salir a la calle, de atentados, de negrura.
Me ha interesado especialmente la organización norteamericana de Mensajeros de la Paz, de su lucha por modernizar un país con una inercia de siglos en el atraso y cómo una parte de esta humanitaria organización tuvo mucho que ver con el inicio del tráfico de drogas y la muerte de miles de personas.
Muy interesante.




Ver el primer capítulo de este libro

 

 

Ayer no más

Andrés Trapiello
Editorial Destino



Andrés Trapiello (León, en 1953) es poeta y ensayistaa sido además, director de la editorial Trieste, de la colección La veleta, de Granada, de la revista Número y co-director de las Entregas de la Ventura prologado y estudiado a autores como Rafael Sánchez Mazas, Miguel de Unamuno, Manuel Machado, entre otros. Algunas de sus obras: La tinta simpática, El buque fantasma, La Malandanza, así como los seis primeros tomos de sus diarios, agrupados bajo el título general de Salón de pasos. Ganador del Premio Nacional de la Crítica en 1993 y el Premio Nadal 2003.

Esta obra:



Un niño presencia el asesinato a sangre fría de su padre en los primeros días de la guerra. Setenta años después reconoce de forma fortuita en una calle de León a uno de los que participó en aquel desmán, un empresario conocido que se niega a confesar dónde lo enterraron. Testigo del encuentro es el hijo de este, José Pestaña, profesor universitario y miembro de una agrupación de la memoria histórica; este enfrentamiento entre víctima y victimario, y el deseo de Pestaña de conocer los hechos tanto como de que se haga justicia le enfrentará a su padre, pero también a quienes tratan de falsear el pasado con tal de justificar sus propios deseos de revancha. Audaz e implacable con los lugares comunes que existen aún sobre la Guerra Civil, el relato avanza sin tregua en busca de una verdad que paradójicamente desquicia a buena parte de los personajes, pero no a sus principales protagonistas. Estos hallan, en medio de todo, la manera de enamorarse y de celebrar la vida, precisamente porque son libres y no temen llegar hasta el final..

Un excelente trabajo. Bien documentado. Magnificamente trabado y, sobre todo equilibrado. El equilibrio no es normalmente el factor común de las obras que tratan la Guerra Civil. O se está a favor de la República o del Movimiento.

Trapiello da en la diana cuando habla de este equilibrio:


" El error en el que hemos incurrido durante tantos años los historiadores a la hora de abordar la Guerra Civil ha sido, tal y como hemos repetido hasta la saciedad, el de interpretar los hechos a partir de la idea de dos bandos, buenos y malos, de dos posiciones, una progresista y otra reaccionaria. Sólo así se comprende que la conducta criminal de unos individuos se justificara o condenara, dependiendo del bando o de las ideas. Eso ha enrocado a muchos españoles, durante décadas, incluidos historiadores, en cada uno de los bandos, en el “tú más”, más que en el “yo también”. Ya no es legítimo concebir la historia como el movimiento que necesita del mal para lograr el bien. No podemos reducir las cosas concretas, los acontecimientos individuales, a funciones de un proceso general. A quien hubiese querido permanecer con las víctimas durante la guerra, lo habríamos encontrado en Madrid al lado de personas que resultaban sospechosas a veces sólo por llevar sombrero o tener un diente de oro, y en Sevilla únicamente por mostrar callos en las manos; a cualquiera que hubiese querido estar al lado de las víctimas le habría bastado con haberse negado a estar al lado de los victimarios de cualquiera de los dos bandos, por no hablar de aquellos que fueron a un tiempo víctimas y victimarios, cosa frecuente en una guerra civil, lo que nos llevaría a compadecerles como víctimas y a tener que exigirles responsabilidades como victimarios, y a no confundir la política con la Historia.

También acierta cuando analiza la causa de la Guerra:

He llegado a la conclusión de que la guerra se desencadenó sobre el convencimiento que los españoles tenían de lo que iba a suceder conforme a lo que estaba sucediendo en los últimos tiempos, y ello sin que nadie pudiera evitarlo. Al contrario: querían la guerra, la necesitaban, la espera empezaba a hacérseles insoportable, no podían permanecer mucho más tiempo sin destruir y acabar con el enemigo porque ya no podían soportar mucho más tiempo la angustia de que ellos mismos iban a ser destruidos.

No sólo temían más desmanes, quemas de conventos y asesinatos de señoritos falangistas o de obreros comunistas para cargarse de razón unos y otros, sino que, se diría, todos ellos lo estaban anhelando, esperando, como esperamos que una llave mueva los resortes que mantienen sellada una cerradura. La puerta de la revolución comunista o anarquista, la puerta de la revolución fascista.



La única pega formal que puedo ponerle a esta novela es que, al menos al principio, el lector le cuesta saber quién piensa o quién relata dentro de los múltiples actores de la obra ya que "a priori" no se le identifica.

Excepto este apunte, recomiendo esta novela. Un excelente regalo para Sant Jordi, como el resto de obras de esta entrada







 



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