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miércoles, 23 de mayo de 2018

El Orden del Día. Éric Vuillard

El Orden del Día

 Éric Vuillard

Como tantos otros nacidos en la década de los cuarenta, mi idioma extranjero preferido es el francés. En la escuela los curas nos decían que era "la lengua diplomática" como si eso fuera una motivación que nos moviera alocadamente a tragarnos a Racine. Pero algo quedó de esta francofilia que me lleva a leer todos los Premios Goncourt. Algunos me han gustado mucho y otros, nada.
Éric Vuillard es de los que me han gustado mucho. Es un poeta, cineasta, guionista y escritor que ganó este premio el año pasado. La mayoría de sus obras son de tipo épico e histórico.

"El orden del día" se refiere a una reunión especial que tuvo lugar el 20 de febrero de 1937 en el Reichstag, el Parlamento alemán. A esta reunión habían sido convocados veinticuatro grandes empresarios de la industria y las finanzas. Algunos de ellos con apellidos muy conocidos. Pero eso es secundario. Lo que sí nos sonarán son los nombres de las empresas que dirigían:
BASF, BAYER, AGFA, OPEL, iIG. FARBEN, SIEMENS, ALLIANZ, TELEFUNKEN, KRUPP, VARTA...

Los recibió el Presidente del Parlamento, Hermann Göring, que inmediatamente se refirió a las próximas elecciones del 5 de marzo. "Urge terminar con la inestabilidad del régimen; la actividad económica requiere calma y firmeza. Si el partido nazi alcanza la mayoría, estas elecciones serán las últimas en los próximos diez años; e incluso en los próximos cien años".
A continuación les presentó al Canciller Adolf Hitler que reiteró lo dicho por Göring añadiendo que se reprimiría a los sindicatos y cada empresario sería el Fürher de su propia empresa. Les habló de sus planes durante media hora y, cuando ya se había marchado, el Presidente del Parlamento les pidió "pasar por caja" para financiar a su partido que no tenía ni un clavo. Todos respondieron.


Escribe Vuillard:
"Los 24 son el clero de la gran industria y se mantienen allí impasibles cómo 24 calculadoras en las puertas del infierno."

Este es el inicio del libro.

Después se relatan los momentos cruciales de la historia de una locura de poder y sumisión. También de mentiras, propaganda y enormes errores de comunicación.

La visita de Lord Halifax a Hitler. Toda una pantomima. Y Vuillard saca del baúl de la historia una carta que este Ministro de la Guerra la escribe a su Jefe de Gobierno Stanley Baldwin:


"El nacionalismo y el racismo son fuerzas pujantes pero no las considero ni contra natura ni inmorales. No me cabe duda de que estas personas odian de verdad a los comunistas y le aseguro que nosotros de estar en su lugar sentiríamos lo mismo" tales fueron las premisas de lo que todavía hoy llamamos política de apaciguamiento.

Luego viene la bochornosa claudicación ante Hitler del Canciller de Austria Kurt von Schuschnigg en Berghof el 12 de febrero de 1938 que no sirvió absolutamente para nada porque el Fürher hacía tiempo que había decidido invadir el país que le vió nacer, pasándose por el forro constituciones, leyes y cualquiera que se opusiera a su megalomanía.

Pero ¡las vueltas que da la vida!. Tras la invasión de Austria (enmascarada de una "invitación" al ejército alemán) Kurt von Schuschnigg cumplirá 7 años de cárcel bajo el Tercer Reich y luego será liberado por los aliados y terminará sus días como un católico modelo en la universidad estadounidense de Saint Louis como profesor de Ciencias Políticas. Él que anuló todas las libertades de Austria,

Parece todo increíble.

Así, paso a paso, Vuillard va describiendo con multitud de anécdotas históricas (pero poco conocidas) todos los errores que se cometieron por minusvalorar a un monstruo.

Por ejemplo :
El opulento almuerzo que el Primer Ministro inglés Neville Chamberlain dio en Downing Street al recién nombrado Ministro de Exteriores del III Reig Joachim von Ribbentrop en el mismo momento en que Alemania invadió Austria.

Cómo la llegada de los tanques a Viena se retrasó un día porque quedaron atascados en la carretera. Al final tuvieron que cargar en trenes a los tanques de los vehículos blindados.

Todo parece un espectáculo de Hollywood .Industria que, por cierto, ya tenía preparados cientos de uniformes nazis antes de que Hitler entrará en Viena.

Dice con gran acierto Vuillard:
Los documentos fílmicos de entonces han pasado a ser nuestros recuerdos merced a un espantoso sortilegio la guerra mundial y su preámbulo y son arrastrados a esa película infinita en la que no se distingue ya el verdadero falso. El Reig ha contrató a más cineastas, montadores, cámaras, técnicos de sonido, directores cinematográficos que cualquier otro. 
Cabe decir que,  hasta la entrada en conflicto de rusos y norteamericanos, las imágenes que poseemos de la guerra las dirigió hasta la eternidad Joseph Goebbels.

Seis meses más tarde el 29 de septiembre de 1938 se celebra en Múnich la famosa conferencia y como si las ambiciones de Hitler pudieran detenerse ahí, le venden Checoslovaquia a precio de saldo

Lo que nadie dice es que, justo antes de la invasión de Austria, se produjeron más de 1700 suicidios en una sola semana.

Un libro muy bien documentado,  inflexible en la visión de la realidad y lleno de sorpresas.  Se lee en un suspiro porque, además de apasionante, es corto. 

Muy recomendable. 
















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