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miércoles, 23 de julio de 2014

El Día de mañana. Ignacio Martínez de Pisón (71)



El día de mañana

Ignacio Martínez de Pisón
Seix Barral

 
Justo Gil es un emigrante recién instalado en Barcelona, un joven avispado y ambicioso que, llevado por los vaivenes del destino, acaba convirtiéndose en confidente de la Brigada Social, la policía política del régimen. Una docena de memorables personajes nos cuentan cómo conocieron a Justo en algún momento de sus vidas y cómo fue su relación con él. Sus testimonios conforman una visión caleidoscópica de la cambiante realidad de los años sesenta y setenta, al tiempo que reconstruyen la historia de la degradación personal de un individuo cuya evolución y comportamiento ayudan a entender importantes parcelas de ese capítulo fundamental de nuestra historia reciente que fue la Transición.



Así lo he visto
Supongo que hay un montón de razones por las que te atrapa o te gusta un libro y podremos estar o no de acuerdo con muchas de ellas, pero hay una en la que probablemente todos podremos coincidir: nos gusta que en la narración aparezcan lugares que conocemos y que forman parte de nuestros recuerdos. De la misma manera, nos atraen historias que hablan de sucesos históricos que hemos vivido personalmente. Al fin y a la postre, una novela es un viaje que el autor nos propone y lo recorremos con gusto si la historia, en alguna forma, coincide con nuestra propia y personal historia.

“El día de mañana” se desarrolla en Barcelona entre la década de los cincuenta y el inicio de la Transición. Un período de unos veinticinco años y unos lugares en los que me tocó vivir. Nada, pues, de lo que aquí se cuenta me es ajeno, sino por el contrario, es muy próximo. No es lo mismo imaginarte la vida en un pueblo perdido en el Medio Oeste Americano que recorrer las calles de una ciudad en la que has vivido, padecido, luchado y amado. Por eso me ha atrapado esta novela.

Lo del título supongo que tiene relación con algo que todos hemos pensado los que hemos vivido los últimos años del franquismo. Mientras Franco estaba en plena forma, por decirlo de alguna forma, todos sabíamos cuales eran las reglas para sobrevivir. Tanto los que estaban a favor del Régimen, como los que estaban en contra. Pero cuando se acercaba el final intuíamos que había que ir con más cuidado porque “el día de mañana”, ese día sin fecha, las cosas serían diferentes y el perseguido podría ser el cazador. Por lo menos los así debían pensar seguro los de la Brigada Político Social de la Avenida Layetana. Los que tenían en los calabozos, el día de mañana podían ser Ministros o Directores Generales. Todo este ambiente y este miedo a lo que sucedería cuando “se cumplieran las previsiones sucesorias” (¡menudo lenguaje empleábamos!) está perfectamente plasmado en este libro. Un párrafo me pareció bastante explícito de lo que pasaba:

El resto de la gente estaba a verlas venir: pobres o ricos, viejos o jóvenes, catalanes o no... Si al cabo de un tiempo convenía seguir siendo franquistas, lo seguirían siendo y, si había que hacerse demócratas, pues se harían demócratas, y punto. Luego, tras la muerte de Franco, parecía que todo el mundo era demócrata de toda la vida. Salían demócratas de debajo de las piedras... ¿De verdad crees que, si hubiera habido tanto demócrata y tanto antifranquista, el régimen habría acabado como acabó, con Franco muriendo de viejo y en la cama? “


Martínez de Pisón ha usado una arquitectura peculiar para construir esta novela. Lo que le ocurre a Justo Gil, el protagonista de la historia, es explicado por más de una docena de personajes que, en algún momento lo conocieron o lo sufrieron ya que estamos hablando del “Rata”, un confidente de un policía de la Brigada Político Social que se encargaba de la represión de todos los disidentes al Régimen. Con esta técnica no sólo conocemos a Justo, sino que también conocemos las historias de todos estos personajes secundarios (unos más secundarios que otros) con lo que nos hacemos una idea más completa del conjunto del cuadro.

Justo Gil no es sólo un chivato. Uno de los personajes lo describe así: “Era un hombre complejo, profundo, con algo de iluminado y de santón”. ¿Era una mala persona?. Indudablemente sus actos son los de un aprovechado, un estafador, un trepa, un traidor. Pero también son los de un superviviente, un incauto capaz de creer que unas sanadoras podrían devolverle la salud a su madre que había sufrido un ictus que la dejó en un estado vegetativo o un iluso que pensaba que podría redimirse profundizando más en su propia degradación moral. 

Martínez de Pisón ha creado un personaje complejo, poliédrico y con una moral al margen de la moral corriente de los seres humanos. Un personaje de los que uno no se olvida.



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